El poderoso ejército ruso se encuentra a no más de 25 kilómetros de la ciudad de capital de Ucrania y puede que los jóvenes que integran la fuerza territorial, que se encuentran apertrechados en las barricadas de los barrios periféricos de Kiev, no tengan muchas posibilidades de seguir vivos si no se llega a una pronta solución del conflicto que en pocos días cumplirá un mes.
La mayoría de aquellos jóvenes, con escasa instrucción militar y armamento ligero, esperan que el ejército ucraniano logre frenanar el avance de los soldados rusos para no tener que entrar en un combate. Por ahora, lo único que vienen sintiendo son las sirenas y la esporádica caída de misiles que destrozan lo que encuentran al paso cuando falla el escudo antimisiles, como sucedió este lunes en un centro comercial del distrito de Podilsk, en Kiev, donde murieron ocho personas, según fuentes oficiales.
Pero la guerra que se vive lejos de las grandes ciudades es más fría y sangrienta. Después del mediodía del lunes, cuatro soldados ucranianos llegaron a Kapitanivka, un pequeño poblado a 13 kilómetros de Irpín y a unos 18 del frente de Bucha, para buscar víveres. Estaban embarrados y se los veía exhaustos. Comieron todo lo que pudieron y volvieron a atravesar el llano campo por el que llegaron con un vehículo blindado tipo Kozak; se marcharon con bolsas de mercaderías y tres gansos recién degollados.
Información a cuentagotas
La información que llega desde las trincheras a los poblados que no se encuentran dentro del circuito de Kiev, no coincide con la que el gobierno de Volodímir Zelenski deja trascender. Y la información que los medios internacionales recolectan no va más allá de la permitida por el ejército en posición defensiva.
En principio parece lógico, ya que los altos mandos militares consideran que no hay que mostrar todo, por un lado, para no servir en bandeja la situación al enemigo, y por el otro, tratar de mantener elevada la moral de la ciudadanía, muchos de ellos potenciales combatientes.
En Kiev es difícil cubrir la totalidad del conflicto. Los militares y los integrantes de la fuerza territorial no permiten que se fotografíe o se filme las posiciones de la defensa ni a nada que lleve puesto uniforme, mucho menos sus armas. Tampoco se puede saber qué ocurre en los hospitales, con los suministros y mucho menos con lo que realmente ocurre en el frente de combate.
Pero el argumento, fundamentado en cuestiones de seguridad, colisiona con los satélites de alta precisión de los rusos, que pueden fotografiar hasta una piedra en medio de una ruta. Ni qué decir de los espías que deben estar desde hace meses mezclados en la población, justamente es por eso por lo que las fuerzas de seguridad, a la hora de revisar los pasaportes, lo primero que buscan son sellos de entrada o salida de Rusia.
En definitiva, el Gobierno mantiene el control de la prensa nacional y acota el trabajo de los periodistas extranjeros, limitándolos, en la mayoría de los casos, a lo que ocurre alrededor de sus hoteles y no más allá de lo que se encuentra en los lugares seguros de Kiev. Lo mismo ocurre en Lviv, principal ciudad a donde llegan los desplazados que buscan cruzar la frontera hacia Polonia.
La información oficial indica que las tropas rusas se encuentran atascadas y no logran avanzar. Pero fuera de Kiev, a pocos kilómetros de Irpín y Bucha, se cree que el ejército que envió el Kremlin se acantonó para reforzar las posiciones de las baterías de artillería y a la espera de la llegada de más refuerzos para mediados de la primavera.
El asedio a Kiev
Mientras tanto el asedio se concentra en la utilización de morteros y en el uso de artillería mecanizada de corto y mediano alcance. Suficiente para limar los nervios de la población de Kiev.
De todos modos, la situación para las tropas rusas no es cómoda ni fácil. Al menos eso se puede observar por una de las rutas alternativas hacia Lviv, el segundo bastión ucraniano y conocida como la pequeña París del Este, donde se observan los restos un mecanizado ruso y un camión de transporte de tropas incendiado.
Otras fotos por el estilo, que marcan las dificultades con la que se encontraron los rusos durante su avance, se pueden ver en los canales de Telegram, plataforma elegida por los militares ucranianos para enviar las imágenes del frente de combate, lugar de difícil acceso para la prensa y donde pocos periodistas buscan llegar.
Hasta el momento, todo hace suponer que la guerra en Ucrania se extenderá más de la cuenta y que la estrategia de desgaste que aplica Vladimir Putin no hace más que unir y fortalecer a los ucranianos, que esperan que una Europa vieja y egoísta tome un rol más preponderante y frene la masacre que podría desatarse cuando las temperaturas comiencen a descender. |
Fotos y texto: Fernando Oz.