"Sería justo introducir un impuesto extra para los locales de comida callejera, es decir aquellos que no ofrecen a los clientes espacio y mesas sino que los obligan a comer por la calle", planteó Schmidt en declaraciones a la prensa al proponer el que ya se conoce como "tassa sul panino" en todo el país.
"La gente que come en la calle causa costos a la comunidad porque las calles deben limpiarse del aceite de los sándwiches, una operación costosa. Nosotros lo vemos en los Uffizi al menos dos veces al día", agregó.
La propuesta de Schmidt generó de inmediato reacciones a favor y en contra en todo el país. Desde el oficialista Partido Democrático, la diputada Rosa Maria Di Giorgi consideró que se trata de una "idea interesante". "Florencia siempre debe estar protegida. Con la ayuda de aquellos operadores económicos frente a cuyos locales los clientes están sentados en las veredas", planteo Di Giorgi.
Desde la también oficialista Liga, sin embargo, Federico Bussolin consideró que "ahora hablar de impuestos es una locura": "más bien trabajemos para instalar bancos y hacer cumplir las reglas y el sentido común", sostuvo el jefe de bloque de la fuerza derechista en el Parlamento local.
Desde la asociación comercial Confartigianato, Paolo Gori aseguró que se trata de "una idea absurda, sin sentido". "En este momento delicado de recuperación de la energía no tiene sentido. Un nuevo impuesto condenaría a muchas empresas al cierre", agregó.
Desde otra de las patronales del comercio, Confesercenti, según publica hoy Repubblica, Santino Cannamela aceptó que "Schmidt pone un tema importante en el debate porque, si bien estamos en contra de nuevos impuestos, hace falta una nueva ley sobre el sistema de licencias a los negocios".|