Petrópolis, la ciudad devastada donde todavía se paga un tributo para la realeza – Negocios & Política
 

Brasil, el imperio que no fue |Petrópolis, la ciudad devastada donde todavía se paga un tributo para la realeza

En ese distrito, ubicado a sólo 60 km de Río de Janeiro, se sigue cobrando un impuesto real fijado durante la época del Imperio. Toda transacción inmobiliaria tributa 2,5%, que van directo a las arcas de los descendientes de la familia imperial.
Adolfo Ruiz
El Mundo
Adolfo Ruiz
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Ciento setenta y seis muertos. Más de un centenar de desaparecidos. Miles de personas sin techo viendo sus viviendas arrastradas por las aguas. O aplastadas por gigantescos árboles. 

Una ciudad desigual, donde los pobres son expulsados a construir sus casitas en los sectores más empinados de los morros. Esa es Petrópopolis, una urbe que se hace llamar la “ciudad imperial”.

Ubicada a solo 60 km de Río de Janeiro, debe su nombre al último emperador de Brasil, Dom Pedro II, quien tenía allí sus haciendas.

Lo insólito es que, pese a que el imperio y la monarquía fueron abolidos en el país en 1889, en Petrópolis todavía se sigue pagando un impuesto real que va directo a las arcas de los descendientes del emperador. Con ustedes: la “familia imperial” brasilera.

Foto familia imperial

En ese distrito se cobra el laudemio, un impuesto instaurado en 1847 por simple disposición real. Por cada transacción de compra o venta de inmuebles en el distrito urbano, los contribuyentes deben abonar un 2,5% del valor de la operación. O sea: no es un impuesto barato.

¿Adónde va ese dinero del laudemio, que es cobrado por la Companhia Imobiliária de Petrópolis? Los 1,4 millones de dólares que se embolsan cada año van enteramente al dominio de la familia imperial (a los herederos de Dom Pedro II), cuyos miembros no tienen ningún otro mérito que eso: ser herederos. 

Ofrecen oraciones

En el marco de la destrucción en el que se vio envuelta Petrópolis, no pudo ser más inoportuno el mensaje que difundió el autodenominado “príncipe” Dom Luiz de Orleans e Bragança el 16 de febrero, el primero en una hipotética línea real, cuando difundió por las redes un mensaje sobre la tragedia. “La Familia Imperial, tan estrechamente ligada a Petrópolis, se encuentra siempre dispuesta a servir a su pueblo, ofreciendo nuestras oraciones y solidaridad a todos los que vienen sufriendo”.

La reacción fue inmediata. El diputado federal Paulo Pimenta (PT) cuestionó el comunicado. “Mientras la familia real recauda millones a través del laudemio, ofrecen oraciones por Petrópolis ahora que la ciudad está destruida por las lluvias”, escribió en Twitter. 

Destrucción. La ciudad fue castigada por un alud que arrasó con viviendas, vehículos y vidas.

La diputada estatal Mônica Francisco (PSOL) también reaccionó. “Los herederos de la familia real se llevan el 2,5% del valor de la venta de inmuebles y terrenos hasta el día de hoy, a pesar de que Brasil es una República desde 1889. ¿Por qué no comparten el laudemio en favor de un proyecto de vivienda?”. Justamente, el proyecto de ley del diputado federal Rogério Correia (PT) pretende acabar con ese insólito impuesto.

Tras el inoportuno comunicado, la familia imperial prefirió el silencio. Ni si quiera se manifestó públicamente el diputado federal Luiz Philippe de Orleans e Bragança, quien tiene el extraño honor de haber sido el primer descendiente de toda la familia en ingresar a una instancia gubernamental desde que sus ancestros fueron depuestos en 1889. 

Previsiblemente, el congresal Bragança es un archiconservador, cuyo nombre fue uno de los que se barajó en ese mismo año para acompañar en la fórmula a Jair Bolsonaro.

Sueño monárquico

Aún así, no fue ni de cerca la primera intervención política de los Orleans e Bragança, cuyo líder, Dom Bertrand (81 años, nacido en Francia y segundo en una hipotética línea sucesoria por el delicado estado de salud de su hermano mayor Luis), pretende que Brasil vuelva a ser una monarquía. En cuestiones de sociedad, el “príncipe heredero” se declara contrario al matrimonio gay y cree que el racismo no existe en Brasil.

La insólita propuesta que hace la Casa Imperial de Brasil es implantar una monarquía parlamentaria que dé “estabilidad” y “unión” al país. “La monarquía tiene cierto 'charm' que la República no tiene”, defiende Don Bertrand, que en varias intervenciones públicas catalogó al PT de Lula como “una secta”. Por esa razón es que en 2016 se dejó ver en las calles, durante las protestas callejeras que terminaron en la deposición de Dilma Roussef.

En 1993 se realizó en Brasil una consulta popular para que la población se pronunciara sobre la necesidad de la restauración de la monarquía. Sólo un 10% de los votantes estuvieron a favor. Don Bertrand se declara convencido de que hoy en día esa opción sería mayoritaria. Mientras tanto, sigue rezando por los damnificados, mientras no le afloja con el laudemio. |

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