El 90% de las gasolineras independientes se ha quedado con los surtidores vacíos. El resto tiene reservas para aguantar, como mucho, un par de días más. Los atascos se multiplican ante las grandes colas que hay para llenar los depósitos. Muchas estaciones han impuesto ya un límite al repostaje de solo 35 euros. Y centenares de personas se han visto obligadas a volver a trabajar desde casa al no tener manera de llegar hasta sus oficinas.
El país tiene reservas más que suficientes de combustible. El problema es que no están en el sitio que deberían. No pueden salir de las refinerías porque no hay transportistas. Se calcula que hay un déficit de alrededor de 100.000 conductores. Downing Street podría activar en cualquier momento la 'Operation Escalin' para que varios cientos de soldados se pongan ahora al frente de camiones cisterna. Y no se descarta que, después de las gasolineras, comiencen a dar apoyo a los supermercados porque la falta de camioneros también está dejando baldas vacías.
No hay una única causa detrás de la crisis del transporte que azota ahora al país. Y tampoco se trata de un problema aislado. Los datos de 2020 muestran que en Alemania faltan entre 45.000 y 65.000 transportistas, con una imagen similar en Francia. En Polonia, la cifra es de casi 124.000. Pero, sin duda alguna, la salida de la UE ha supuesto un punto de inflexión en el Reino Unido. De hecho, en muchas de las gasolineras se pueden ver ahora carteles con el siguiente mensaje: “Si votaste por el Brexit, ponte al final de la cola”. Downing Street se ha visto obligado a ofrecer 5.000 visados de trabajo temporales para salvar las Navidades. Se trata de una auténtica humillación para Boris Johnson, el 'rockstar' de la causa euroescéptica. Tomar el control de las fronteras y acabar con la llegada masiva de inmigrantes, al fin y al cabo, siempre fue el emblema de los 'brexiteers'. Pero el Reino Unido tiene ahora serias dificultades ante la falta de mano de obra.
La Asociación de Transporte por Carretera británica (RHA, en inglés) denuncia que ofrecer ahora visados de solo tres meses no va a solventar los problemas. “12 semanas es un periodo increíblemente corto si estás trabajando en Polonia o en cualquier otro lugar de Europa. Si tienen suerte, verán el anuncio mañana, entonces tendrán que enviar una solicitud y encontrar un sitio donde vivir en el Reino Unido”, señala el director de Estrategia y Asuntos Públicos de la patronal, Rod McKenzie.
"Asumiendo que lograran un visado, deberán también avisar con antelación a la empresa en la que estén trabajando ahora. El periodo de 12 semanas se puede convertir rápidamente en 10 semanas, en ocho semanas, y rápidamente surge la pregunta: '¿Vale la pena?", cuestiona. El ministro de Transporte, Grant Shapps, ha restado importancia al caos. “Es importante que sepamos que en este país, con seis refinerías y 47 instalaciones de almacenamiento, hay suficiente cantidad de combustible, no hay escasez”, recalcó. “Si la gente se comporta con normalidad y llena [los depósitos de] sus coches cuando lo haría normalmente, entonces no habrá colas y no habrá escasez en los surtidores”, afirmó.
El ministro acusa ahora a los responsables de la industria de estar “desesperados por tener más conductores europeos que socaven los salarios británicos”. Pero lo cierto es que, cuando tuvo oportunidad, el Gobierno no hizo nada para atajar el problema. Antes de que los británicos salieran del bloque e impusieran a principios de este año la estricta normativa de inmigración, la industria del transporte británica ya se enfrentaba a un desafío de reclutamiento demográfico a largo plazo en un momento de aumento significativo de la demanda.
Más de un tercio de los conductores de vehículos pesados tienen más de 55 años y en los últimos 18 meses alrededor de 55.000 conductores británicos han abandonado la industria. El trabajo es duro. Las jornadas son largas y solitarias. Muchas paradas de camiones tienen servicios limitados de 'catering' y baños, y los sindicatos llevan tiempo presentando quejas justificadas que ni la industria ni el Gobierno se han tomado en serio.
La solución para las empresas, sin embargo, no fue mejorar las condiciones y pagar más para atraer nuevos empleados, sino mirar hacia Europa del Este para llenar los vacíos. Pero el Brexit arruinó su estrategia con la pérdida de unos 20.000 conductores comunitarios. Y la pandemia dio la puntilla obligando a cancelar unos 40.000 exámenes previstos para conceder nuevas licencias. Por no hablar del incremento de pedidos durante los confinamientos.
Tradicionalmente, el Reino Unido había confiado, además, en los transportistas europeos para enviar la mayoría de las mercancías de la UE que llegan al país y llevarse las exportaciones en el viaje de regreso. Ahora, sin embargo, con la salida del bloque, los retrasos y el papeleo por las nuevas normativas de aduanas que hay en la frontera hacen que el viaje sea mucho menos atractivo tanto para los conductores comunitarios como para sus empleadores, cuando hay trabajo más que suficiente cerca de casa.
Aparte de los visados temporales, a fin de solventar la crisis, el Gobierno de Johnson ha apostado ahora por diferentes medidas. Se ha elevado la jornada de trabajo de los conductores de vehículos pesados de 10 a 11 horas diarias y de 90 a 99 horas quincenales, reduciendo también los periodos de descanso. Asimismo, se han cambiado los exámenes, eliminando, por ejemplo, la necesidad de que los conductores de automóviles que remolcan caravanas realicen una prueba adicional. Los sindicatos, por su parte, denuncian que esto solo está poniendo a los trabajadores en riesgo.|