En los primeros días de marzo, Rusia exportó 137 barcos menos de trigos y otros cereales, según Agflox, una base de datos de cultivos. Ucrania, se estima, exportará 47 toneladas de granos, 14 menos que en 2021.
En el inicio de la guerra, los buques de alimentos de Ucrania fueron bloqueados en el Mar Negro por una flota militar rusa. Incluso, un carguero de la cerealera Cargill, de bandera rumana, fue atacado con una bomba.
Para la Organización de las Naciones Unidas, el 30% de las tierras cultivables de Ucrania podrían convertirse en zonas de guerra. Esto, junto con los problemas de suministro de combustible, podrían afectar a los agricultores ucranianos, informó el gobierno de Volodimir Zelenski el 11 de marzo.
Mientras que Rusia prohibió las exportaciones de granos a los países de la Unión Económica Euroasiática (EAEU) hasta el 30 de junio y a las exportaciones de azúcar de caña sin refinar fuera de la EAEU hasta el 31 de agosto.
¿Quiénes son los afectados?
La Unión Euroasiática está conformada por países como Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Armenia. Se estima que Armenia, Kazajistán, Mongolia y Eritrea han importado todo su trigo de Rusia y Ucrania. Para New York Times ahora compiten por diversificar sus fuentes de alimentos con compradores mucho más grandes como Turquía, Egipto, Bangladesh e Irán.
“Todos ellos estarán pujando por una oferta aún menor porque se espera que China, el mayor productor y consumidor de trigo del mundo, compre mucho más de lo habitual en los mercados mundiales este año. El 5 de marzo, China reveló que las graves inundaciones del año pasado retrasaron la siembra de un tercio de la cosecha de trigo del país, y ahora la próxima cosecha parece sombría”, informó el diario estadounidense.
Lo mismo le pasa a Túnez, Libia, Yemen, Pakistán, El Líbano y Sudán que también tienen problemas para abastecerse de cereales, en medio de profundas crisis sociales.
“Las interrupciones logísticas y de la cadena de suministro en la producción de granos y semillas oleaginosas de Ucrania y Rusia tendrán repercusiones significativas en la seguridad alimentaria. Esto es especialmente cierto para unos cincuenta países que dependen de Rusia y Ucrania para el 30% o más de su suministro de trigo. Muchos de ellos son países menos adelantados o países de bajos ingresos y con déficit de alimentos del norte de África, Asia y el Cercano Oriente. Muchos países de Europa y Asia Central dependen de Rusia para obtener más del 50 % de su suministro de fertilizantes, y la escasez allí podría extenderse hasta el próximo año”, sostuvo en una columna de opinión Qu Dongyu, Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Otro daño colateral, por supuesto, serán los suministros de fertilizantes ya que Rusia es uno de sus principales exportadores. Un efecto que ya se ve en países como Brasil, que importa más del 80% de sus fertilizantes desde Moscú.
“Los precios de los alimentos, que ya estaban en aumento desde la segunda mitad de 2020, alcanzaron un máximo histórico en febrero de 2022 debido a la alta demanda, los costos de insumos y transporte y las interrupciones en los puertos. Los precios mundiales del trigo y la cebada, por ejemplo, aumentaron un 31 % en el transcurso de 2021. Los precios del aceite de colza y el aceite de girasol aumentaron más del 60 %. La alta demanda y los precios volátiles del gas natural también han elevado los costos de los fertilizantes. Por ejemplo, el precio de la urea, un fertilizante nitrogenado clave, se ha triplicado con creces en los últimos 12 meses”, alertó el director de la FAO.
Por supuesto, los altos precios de la energía también afectarán la productividad de los países exportadores de alimentos.
Una guerra que pone a millones al borde de la hambruna
El hambre aumentó en un 18% después de la pandemia al afectar a entre 729 y 810 millones de personas. Por el impacto de la guerra, entre 7 y 13 millones podrían pasar hambre, según Naciones Unidas.
“Ucrania solo ha agravado una catástrofe sobre otra catástrofe. No existe un precedente ni siquiera cercano a esto desde la Segunda Guerra Mundial”, afirmó David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU que da de comer a 125 millones de personas al día.
Por el alza de precios, los costos del programa aumentaron en $71 millones al mes, lo que implica la reducción de las raciones diarias de 3,8 millones de personas. “Tomaremos comida de los hambrientos para dársela a los hambrientos”, remarcó Beasley.
El hambre, por ejemplo, en Yemen puede aumentar en cinco veces, alertaron las distintas agencias de la ONU involucradas en la ayuda humanitaria al país. La cantidad de afectados por el hambre extrema podría pasar de 31 mil a 130 mil personas, en menos de un año. Mientras que los afectados por desnutrición aguda podrían ascender a 19 millones de personas.
Entre ellos, 2,2 millones de niños y 1,3 millones de embarazadas. El 30% del trigo importado por Yemen proviene de Ucrania.
"Las balas y las bombas en Ucrania podrían llevar la crisis mundial del hambre a niveles más allá de lo que hemos visto antes", alertó el director del Programa Mundial de Alimentos.
Otra repercusión posible son nuevos estallidos sociales en países de África y Medio Oriente, donde, a lo largo de la historia, se han dado protestas por los aumentos de los alimentos y combustibles.|