La OCDE considera que la nueva variante del coronavirus agrava los riesgos que pesan sobre la evolución económica e insiste en que la prioridad tiene que ser acelerar las campañas de vacunación en todo el mundo. Todavía se espera que pueda conocerse el impacto sanitario de la cepa llamada Ómicron.
“La incertidumbre con la nueva variante es un recordatorio de que no se ha hecho el trabajo”, advirtió la economista jefe, Laurence Boone, durante la presentación en París del informe de Perspectivas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Boone recordó que los países del G20 han dedicado 10 billones de dólares para apoyar la economía ante el choque de la crisis del coronavirus, mientras que para desplegar vacunas por todo el mundo se han puesto únicamente 50.000 millones.
En su nuevo informe de Perspectivas, la OCDE calcula que la economía mundial crecerá este año un 5,6 %, dos décimas menos de lo que había anticipado en septiembre.
El principal cambio es la identificación de una serie de riesgos emergentes que pueden pesar sobre esa previsión, como son las tensiones inflacionistas -que son mayores y se están prolongando más de lo que se pensaba- o los problemas de aprovisionamiento en ciertos sectores.
Preguntada sobre el impacto de Ómicron, la economista jefe subrayó que lo que provoca la nueva variante es “añadir incertidumbre” y aunque “nadie sabe” todavía sus consecuencias para la marcha de la pandemia, “agrava todos los riesgos que hemos identificado” para la economía.
“Puede hacer un invierno un poco más duro y prolongar la inflación al alza y en el tiempo”, avisó. Ante ese eventual escenario -repitió- lo que hay que hacer en primer lugar es acelerar la vacunación.
Boone señaló que, aunque hayamos aprendido a vivir con brotes epidémicos, si la nueva variante supone un empeoramiento de la situación sanitaria, “puede afectar a la confianza de los hogares y de las empresas” y provocar una disminución de la demanda que también haría disminuir los precios. |
Con información de EFE.