Fuentes de la Unión Europea señalaron a un grupo de periodistas que el texto final de la COP27, que hasta ahora han podido ver los diferentes bloques negociadores -en un procedimiento inusual respecto a otras cumbres, en el que apenas pudieron leer los documentos durante 20 minutos antes de trasladar sus comentarios- podría llevar la lucha contra el cambio climático a un estado anterior al de las cumbres de Glasgow, e incluso a la de París.
La UE insiste en que seguirá presionando por incrementar la ambición del texto y que la cumbre del clima de Sharm el Sheij no resulte en fracaso para la cooperación climática internacional.
En este punto, los negociadores europeos temen que se caiga del acuerdo el objetivo de mantener el grado y medio de temperatura como límite de calentamiento, que no se debería superar a finales de siglo si el mundo quiere todavía evitar las peores consecuencias de la crisis climática, como recomienda la comunidad científica.
Las fuentes europeas critican, por ejemplo, la manga ancha que se desprende del lenguaje propuesto sobre mitigación, que dejaría margen a cada gobierno a poner en marcha las medidas u objetivos acordados multilateralmente a conveniencia de las circunstancias y compromisos nacionales, entre otras concesiones.
Respecto a pérdidas y daños, el asunto que ha mantenido divididos a los diferentes bloques a lo largo de la COP27 -en que los países más afectados por la crisis climática piden crear un fondo nuevo para ayudarles a costear los impactos-, el debate principal ahora no está en si crear un fondo o no, después de que la UE cediera para desatascar las discusiones y presentara su propia propuesta de fondo; si no en qué criterio se usa para decidir quién da y quién recibe.
Mientras que la presidencia se posiciona en el lado de los países que quieren tomar como base una clasificación de 1992, que incluiría entre los "países en desarrollo" a China, Kuwait y Catar, el bloque europeo insiste en que se necesita una clasificación actualizada, que tome como base la situación económica actual y no la de hace 30 años.
La UE -y, según alegan, la postura de Estados Unidos está alineada con esta propuesta- insiste en que el abanico de donantes al fondo de pérdidas y daños debe abrirse a economías con la capacidad financiera de contribuir a dicho instrumento, como China, el mayor emisor actual de gases de efecto invernadero, que provocan el calentamiento global.
Por otro lado, está la cuestión de quién podría optar a las ayudas pensadas para costear las consecuencias del calentamiento global en países especialmente afectados por estos fenómenos, que además son los que menos emisiones históricas acumulan.
La palabra "vulnerabilidad" es clave en estas negociaciones, pues la UE apuesta por que el fondo únicamente pague las reparaciones climáticas en los países más vulnerables, categoría que definirían en base a dos criterios: el PIB per capita del país y la medida en que se ve afectado por fenómenos relacionados con la crisis climática.
La postura contraria -que plasman los textos hasta ahora presentados por la presidencia, según fuentes europeas- propone como países receptores de las indemnizaciones climáticas a todos los considerados "en desarrollo" en el Anexo I de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático, en la que se incluyen China, Arabia Saudí, Catar y Kuwait, entre otros.