La cumbre del clima COP26, que empieza el domingo en Glasgow (Escocia), es la hora de la verdad para que los países demuestren su verdadero compromiso contra el cambio climático, seis años después de suscribir en el Acuerdo de París que se esforzarían para limitar a 2ºC -y, en lo posible, a 1,5ºC- el calentamiento del planeta este siglo sobre niveles preindustriales.
El histórico tratado de 2015, que impulsó una significativa reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2) y avances en tecnologías limpias, contempla que cada cinco años se revisen los objetivos globales de emisiones, en el llamado “mecanismo de trinquete” o rueda dentada, que se aplica ahora tras posponerse en 2020 por la pandemia.
Antes de la vigesimosexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), que preside el Reino Unido, los 197 signatarios o “partes” deben anunciar una nueva Contribución determinada a nivel nacional (NDC, en inglés): su estrategia para frenar el alza de la temperatura global.
Reducción de emisiones a corto plazo
El primer desafío de la COP26, que se celebra hasta el 12 de noviembre, es conseguir que la suma de las NDC sirva para “mantener viva” la aspiración de los 1,5ºC, lo que implicaría que los Estados asumieran “drásticas reducciones antes de 2030”, además de la neutralidad de carbono en 2050, indica Nick Mabey, director del centro de estudios sobre el clima E3G.
Aunque el Reino Unido, la Unión Europea o Estados Unidos, entre otros, han incrementado sustancialmente su ambición para esta década, se espera conocer la posición de grandes economías actualmente muy contaminantes como China, India o Rusia.
“Estamos en el filo de la navaja”, reconoce Mabey, que apunta sin embargo que todavía sería posible sumar reducciones por unas 8 gigatoneladas de CO2 equivalente. “Antes de las cumbres todo se ve muy negativo, pero luego hay presión para estar a la altura”, afirma.
No aporta certidumbre el hecho de que importantes dirigentes, como el presidente chino Xi Jinping y el ruso, Vladimir Putin, no vayan a estar en persona en Glasgow -tampoco el papa Francisco-, pero Mabey considera que “la clave son los anuncios que hagan”. El propio primer ministro británico, Boris Johnson, ha reconocido que será “muy difícil”cerrar en Glasgow un pacto radical.
A fin de lograr las reducciones necesarias, el Gobierno británico insta a los países a erradicar el carbón, atajar la deforestación, adoptar vehículos eléctricos y aumentar la inversión en energías renovables.
Así, de la COP26 podrían salir acuerdos en estos puntos y también para reducir las emisiones de metano -procedentes del combustible fósil o la agricultura-, lo que, según la ONU, sería la manera más rápida de aminorar el calentamiento.
Incluso con todos estos compromisos, la meta de 1,5º C es aún lejana, por lo que se espera que de esta cumbre emerja también un plan de futuro para seguir batallando.
Herramientas y financiación para países en desarrollo
El éxito de la COP26, a la que han confirmado su asistencia unos 120 líderes, depende en segundo lugar de que los países desarrollados cumplan y extiendan el compromiso adquirido en 2009 de contribuir un total de 100.000 millones de dólares anuales para ayudar a los Estados en desarrollo a combatir el cambio climático.
Sin esta financiación, los países pobres, a los que cuesta obtener créditos bancarios, no solo no pueden reforzarse ante una situación que en general no crearon, sino que serán reacios a actuar para reducir sus emisiones.
En la misma línea, el tercer reto de la COP26 es hallar un consenso para compensar a los países que más sufren los efectos del clima -que se mantendrán aunque se reduzcan las emisiones-, a fin de que protejan los hábitats naturales, sin los cuales el mundo está en peligro.
Este apartado, conocido como “pérdidas y daños”, “requerirá financiación”, de modo que los afectados puedan restaurar ecosistemas, construir sistemas de alerta y fortalecer su infraestructura para evitar la pérdida de viviendas, fuentes de subsistencia o vidas, apunta Anna Aberg, experta del Real Instituto de Asuntos Internacionales.
El cuarto objetivo de la COP26 es finalizar el marco normativo para aplicar plenamente el Acuerdo de París, en particular en referencia al polémico artículo 6 sobre mercados internacionales de carbono, por el que países o empresas que hayan emitido más de la cuenta pueden pagar a otros para que reduzcan una cantidad de gases equivalente. |
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