El primer país del mundo en legalizar la mayoría de los usos de la marihuana busca alejar el negocio de los vendedores ilícitos y fortalecer su industria del cannabis al permitir que los visitantes extranjeros compren marihuana. El impacto en la industria que gira alrededor de la sustancia en cuestión se vería altamente beneficiada ya que es un país que recibe muchos visitantes durante cada verano.
El Gobierno del presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, podría dar a conocer su plan desde este año, en un intento por generar consenso y apoyo político, dijo Daniel Radio, secretario general de la Junta Nacional de Drogas. El objetivo no es promover a Uruguay como un destino para el turismo del cannabis, sino alejar a los turistas del mercado negro y llevarlos al mercado regulado, según el subsecretario de Turismo, Remo Monzeglio. Dar a los turistas acceso a cannabis legal aumentaría drásticamente el grupo de clientes potenciales de la industria en el país de 3,5 millones de personas.
Normalmente, millones de argentinos y brasileños acuden en masa a las playas del país durante el verano del hemisferio sur, que se extiende de diciembre a febrero. Pero la pandemia erosionó estas cifras cuando el país limitó de manera estricta las visitas de extranjeros. Uruguay planea reabrir sus fronteras a todos los extranjeros completamente vacunados a partir del 1 de noviembre.
“Hay perspectivas de que si logramos una buena propuesta, Uruguay podría abrir su mercado regulado de marihuana a los turistas”, dijo Radio en una entrevista. “Para la temporada turística que viene es altamente improbable pero yo no lo descarto”. La ley uruguaya permite a los ciudadanos adultos y residentes extranjeros inscritos en un registro del Gobierno que cultiven su propia marihuana, se unan a un club de cannabis o compren 40 gramos al mes en farmacias autorizadas.
Monzeglio dijo que propone cobrar precios más altos a los turistas extranjeros, y las ganancias ayudarían a financiar programas de rehabilitación y tratamiento de adicciones. Un decreto presidencial probablemente sería la forma más rápida de abrir las farmacias, y potencialmente también los clubes de cannabis, a los turistas que se registren en la base de datos, dijo Radio. Para renunciar al requisito de la base de datos, el Congreso tendría que aprobar una legislación, dijo.
Uruguay estaba a la vanguardia de la legalización del cannabis cuando los legisladores aprobaron una ley de gran alcance en 2013 que, según sus partidarios, defendería la libertad personal, socavaría las bandas de narcotraficantes y generaría exportaciones. Sin embargo, casi ocho años después, las pandillas siguen en el negocio, las exportaciones anuales aún no alcanzan los USD 10 millones y la competencia se intensifica a medida que más países adoptan el cannabis. “Creo que había un exceso de optimismo en las posibilidades de crecimiento, porque no jugamos solos en esto”, dijo Radio, quien también dirige Ircca, la agencia reguladora del cannabis.
Las exportaciones de cannabis se duplicaron con creces a casi USD 7,5 millones en 2020, pero ese total aún está muy lejos de los cientos de millones de dólares que algunos participantes de la industria han pronosticado. Colombia también está emergiendo como competidor en términos de inversión en cannabis gracias a reglas favorables y algunos de los mejores climas de crecimiento del mundo.
Aun así, Uruguay puede apoyarse en las nuevas reglas destinadas a acelerar las exportaciones, así como en su reputación como lugar transparente y predecible para hacer negocios, y así mantener su relevancia en la industria del cannabis, dijo Radio. Ircca aprobó 56 licencias para actividades que incluyen el cultivo de cannabis medicinal, la investigación y el desarrollo, y la fabricación de productos médicos y de consumo.
“Están viniendo algunas inversiones vinculadas a procesos de industrialización y de agregado de valor. Y esa tiene que ser nuestra apuesta, porque es la única manera que Uruguay tiene condiciones competitivas”, dijo Radio, citando los altos costos laborales y energéticos del país.|