El Gobierno estadounidense sorprendió al anunciar, al filo del fin de año, la decisión de imponer aranceles suplementarios a productos europeos, en represalia por medidas que la UE había adoptado en el marco de la disputa entre Airbus y Boeing por subsidios estatales.
A través de esta nueva medida, el Gobierno de Donald Trump añadió a la lista de productos europeos con aranceles especiales las piezas de repuesto para aviones y vinos no espumosos y coñacs provenientes de Francia y Alemania. La Comisión Europea lamentó el anuncio y lo calificó como una "acción unilateral" que obstaculiza las negociaciones para resolver la disputa sobre subsidios a empresas aéreas.
En un comunicado, la portavoz de la institución añadió que la UE "se comprometerá con el nuevo Gobierno estadounidense lo más pronto posible para continuar esas negociaciones y hallar una solución duradera a esta disputa". Esta reacción supone un abordaje novedoso al ignorar el Gobierno del presidente saliente y concentrarse en negociar con la futura administración encabezada por Biden.
La Organización Mundial de Comercio (OMC) había autorizado a la UE a adoptar aranceles a productos estadounidenses a raíz de la interminable disputa generada por los dos gigantes aeronáuticos, que se arrastra ya por 16 años.
Sin embargo, Washington consideró que el método de cálculo utilizado por la UE para definir sus medidas penalizaba excesivamente a los productos estadounidenses, y por ello decidió los nuevos aranceles.
Desde 2019, Estados Unidos impuso aranceles punitivos de hasta 25% a la importación de productos europeos como vino, queso y aceite de oliva o el whisky escocés, así como impuestos del 15% a los aviones Airbus.