El gobierno italiano promete dar “una solución” a los que han sido inmunizados con vacunas diferentes a las cuatro autorizadas en los 27 paises de la Unión Europea. Más de un millón de ítaloargentinos, que forman la mayor comunidad de los seis millones de residentes en el exterior, carecen del Pasaporte Sanitario que los autoriza a entrar en Italia.
El senador ítaloargentino Ricardo Merlo se reunió hace unos días con el ministro de Salud, Roberto Speranza, quien le dijo que se estudiaban dos soluciones: agregar una tercera dosis con Pfizer o Moderna a los residentes en el exterior para darles la Carta Verde; o en alternativa reconocer los ciclos de dosis recibidas con vacunas no autorizadas.
Tres diputados del movimiento MAIE, que lidera el senador Merlo, presentaron una moción en el Parlamento para “empeñar al gobierno” a que otorgue el Pasaporte Sanitario a los italianos vacunados en el exterior con productos no reconocidos por el EMA, el ente sanitario europeo. El problema lo tiene en sus manos el Director de Prevención del ministerio de Salud, Gianni Rezza, que integra el Comité Técnico Científico que estudia y aconseja las decisiones sanitarias estratégicas al gobierno.
Rezza confirmó que “se están evaluando las dos decisiones y en los próximos días será adoptada una decisión”. La entrada en vigor el próximo viernes del Pasaporte Sanitario a 23 millones de italianos extiende la obligatoriedad de exhibirlo a los lugares de trabajo.
La medida está pensada para afrontar el drama de los ocho millones de italianos que no han recibido aún ninguna dosis, porque con el 80% de la población mayor de 12 años vacunada se perfila con el invierno el peligro de que la cuarta oleada pandémica con la variante Delta dominante, mucho más contagiosa pero controlada, desate una epidemia aguda paralela entre los no vacunados.
En ayuda de los italianos en el exterior arriba otro problema, que es el de los miles de trabajadores del Este europeo que en Italia asisten a los ancianos. La mayoría están vacunadas con la sustancia Sputnik V rusa, no reconocida por la Organizacion Mundial de la Salud ni por la EMA, el ente europeo sanitario de la Unión Europea.
Se teme una situación caótica. Solo en la región Veneto se estima que suman 75 mil los asistentes que provienen de los países del Este europeo que cuidan a los ancianos, vacunados en su mayor parte con la Sputnik V. Los sindicatos han lanzado la alarma en defensa de las familias que pagan a los asistentes y de los mismos ancianos. Desde el viernes 15 la situación se hará muy difícil porque no podrán trabajar a menos que presenten continuamente los test (hisopados) negativos del contagio. Una solución prácticamente imposible en términos prácticos.
Los sindicatos de jubilados pidieron a las veinte regiones italiana que presionen al gobierno para dar una solución lo antes posible. Queda menos de una semana antes de que sea implantado el llamado Super Pasaporte Sanitario. En favor de apresurar la búsqueda de una solución también contribuye la situación dramática que se vive en Rusia y en la mayoría de los países del Este europeo por la última oleada pandémica que está causando miles de muertos.
En Rusia una nueva cifra cotidiana de 936 decesos revela que la expansión de la peste se agrava. Los contagiados diarios superan los 27 mil casos. En el Este europeo, sobre todo en Rusia, los porcentajes de vacunación son bajos, lo que explica el crecimiento de las infecciones, causadas por la variante Delta y su alto poder de contagio “que empeora la situación semana a semana”.
La paradoja es que la vacuna Sputnik V fue anunciada en agosto del año pasado, la primera en el mundo. Pero no ha recibido nunca la aprobación de la Organizacion Mundial de la Salud, que reprocha a Moscú las reticencias a suministrar información. El ente europeo EMA y la agencia sanitaria norteamericana FDA también negaron la autorización acusando a Rusia de no dar la data científica debida.
Pero la Sputnik V se ha demostrado ser una buena vacuna, aunque produce desconfianza entre el mismo público ruso. Una luz de optimismo proviene del mismo gobierno de Vladimir Putin. El portavoz Dimitry Peskov dijo que hay contactos para buscar una solución entre Rusia y la Unión Europea.
“Hemos tenido recíprocas incomprensiones, probablemente relacionadas con la tecnología informática diferente en unos y otros, pero creo que podemos ser optimistas”, afirmó Peskov. El portavoz ruso destacó que “el reconocimiento recíproco de la vacunación es extremadamente importante y debe ser formalizado”. “Se deben remover las barreras no necesarias y los obstáculos a los movimientos de las personas”, dijo.|