China recupera la retórica contra EE.UU. mientras escruta a los talibanes – Negocios & Política
 

Conflicto y política exterior |China recupera la retórica contra EE.UU. mientras escruta a los talibanes

La principal preocupación del gigante asiático son las inversiones previstas para la Ruta de la Seda y que Afganistán se convierta en "hervidero y refugio del terrorismo". Ambos países comparten unos 60 kilómetros de frontera. Duras críticas de Pekín por la política exterior de Washington.
Jesús Centeno
El Mundo
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China espera una transición "pacífica" en Afganistán y que los talibanes apuesten por un "islamismo inclusivo", en un momento en el que Pekín, crítico con la política exterior de Washington, busca proteger sus proyectos de inversiones en Asia Central y evitar la propagación del terrorismo regional.

Mientras miles de personas tratan de huir de Kabul tras la caída de la capital afgana en manos de los insurgentes, Pekín mantiene su embajada operativa a la espera de que los talibanes entablen "negociaciones con todas las partes" para formar un gobierno "islámico, pero abierto e inclusivo", según la portavoz de Exteriores, Hua Chunying.

Pekín, de la mano de Moscú, ha dejado entrever que evaluará el comportamiento de los talibanes antes de reconocerlos: en una conversación telefónica entre el titular chino de Exteriores, Wang Yi, y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, ambas partes acordaron "apoyarse mutuamente" para "animar a los talibanes a construir una estructura política amplia, amistosa y pacífica".

En otra conversación paralela con el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, Wang afirmó que "los hechos han demostrado nuevamente que es difícil afianzarse con la imposición mecánica de modelos extranjeros en países con una historia, una cultura y unas condiciones nacionales diferentes", informó este martes la Cancillería china.

La portavoz agregó que EE.UU. "deja caos, hogares rotos y devastación allá por donde va, sea Irak, Siria o Afganistán". "Su fuerza, su papel -remató- reside en la destrucción".

"EE.UU. ha perdido toda credibilidad"

Los medios oficiales chinos no han dejado de lanzar pullas a Washington en los últimos días, y sostienen que la caída de Kabul no es "un fracaso más" de Estados Unidos sino que "supone el colapso de la credibilidad de este gran exportador de agitaciones que solo ha causado tragedias", según un editorial de la agencia estatal Xinhua.

Editorialistas como Hu Xijin, del diario de corte nacionalista Global Times, van más allá y advierten que otras partes del mundo -con mención especial a Taiwán, isla sobre la cual Pekín reclama su soberanía- deben "tomar nota" y revisar su "fe" en Washington.

"Todo el planeta ha visto el caos que se ha formado en el aeropuerto de Kabul. Es inevitable que esto cause un enorme impacto negativo en la imagen internacional de EE.UU. Y este impacto sobre sus aliados no va a desaparecer a corto plazo, al igual que pasó tras la Guerra de Vietnam (1955-75)", comenta a Efe el académico Qian Feng de la Universidad de Tsinghua.

Al margen de la retórica acusatoria, Wang y Blinken dejaron la puerta abierta a que ambos países trabajen juntos para evitar, al menos, "una nueva guerra civil o un desastre humanitario", o que Afganistán se convierta en "hervidero y refugio del terrorismo".

"Hay espacio para la cooperación. En realidad, China y EE.UU. comparten el mismo deseo: un Afganistán estable", apunta Qian, quien destaca que los talibanes "solo han ganado militarmente".

Según el experto, su reconocimiento internacional dependerá del tipo de régimen que formen: "Si es una coalición gubernamental inclusiva, habrá paz".

"Y en ese caso, antes o después la comunidad internacional los reconocerá. Pero será difícil garantizar la paz si forman un Gobierno sin contar con otras fuerzas políticas. Es de esperar que tomen políticas moderadas y persigan el terrorismo", agrega.

Proteger las inversiones chinas del extremismo

La prioridad de China es evitar verse afectada por las hostilidades en Afganistán, país con el que comparte unos 60 kilómetros de frontera en la región noroccidental de Xinjiang, zona mayoritariamente de etnia uigur en la que durante las últimas décadas se han registrado ataques de distinta índole.

Algunos fueron alentados por grupos formados por uigures huidos de Xinjiang, según un informe de 2020 del Consejo de Seguridad de la ONU, que asegura que en Afganistán se sigue registrando actividad de lo que Pekín denomina el Movimiento por la Independencia del Turquestán Oriental (EMIT).

Por ello, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, se reunió con una delegación liderada por el mulá Abdul Ghani Baradar semanas antes de que los talibanes iniciaran su última ofensiva.

En este encuentro, los insurgentes expresaron que desean "buenas relaciones con Pekín" y se comprometieron a evitar que ninguna fuerza "dañe a China desde Afganistán", según la portavoz Hua.

Asimismo, Pekín quiere proteger los proyectos de inversiones de las Nuevas Rutas de la Seda con los que busca maximizar su influencia en diferentes puntos del mundo, entre ellos Asia Central, con la construcción de aeropuertos, carreteras y puertos para facilitar el comercio, aunque algunas voces critican que esos préstamos acaban siendo trampas de deuda.

Los expertos agregan que Pekín quiere eliminar toda amenaza al Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), ruta comercial con una inversión de 60.000 millones de dólares que conectará la ciudad de Kasghar, en Xinjiang, con el puerto paquistaní de Gwadar, proporcionando al gigante chino una puerta al mar Arábigo.

China ve con preocupación ataques como el sucedido en abril en la ciudad de Quetta, en el oeste de Pakistán, en el que murieron cinco personas al estallar un coche bomba en el aparcamiento de un hotel de lujo donde se esperaba al embajador chino. El ataque fue reclamado por los talibanes paquistaníes.

Islamabad, por su parte, ha mostrado siempre su apoyo a Pekín en relación con Xinjiang, región en la que organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado internamientos forzosos, torturas y esterilizaciones de uigures, algo que Pekín niega.  |

Pekín, EFE.

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