Al grito de "una educación digna" y de "hay dinero para los pakos (policías) pero no para la educación", cerca de un millar de jóvenes avanzaron desde la estación de Héroes en dirección al Palacio de La Moneda con intención de alcanzar el Ministerio de Educación, al que no pudieron llegar por la presencia policial.
Después regresaron a La Alameda en dirección a la Plaza Italia, escenario principal de las protestas que en 2019 desataron el violento "estallido social", donde se produjeron los primeros enfrentamientos entre estudiantes armados con piedras y antidisturbios a bordo de vehículos blindados que escupían agua a presión y gas pimienta.
"Estamos aquí para que no se olvide que la lucha no ha terminado. Los estudiantes no vamos a dejar la calle hasta que no se escuchen nuestras demandas", explicó a Efe Marcela, una joven de 16 años que estudia en uno de los institutos del barrio de Lastarria, en el centro de la capital.
Marcela, que portaba una gran pancarta feminista, había acudido con sus compañeros de clase pese a la lluvia y el mal tiempo que caracterizó la jornada de protesta, convocada por la Coordinadora de Secundaria Revolucionaria (CSR) y otras organizaciones estudiantiles anticapitalistas y de la izquierda.
Los estudiantes de secundaria exigen "condiciones mínimas para estudiar", mejores accesos a internet, mejores infraestructuras, transporte gratuito, prácticas y herramientas pagadas y aseguradas, un acceso universal a la universidad, educación sexual integral y la derogación de la "ley de aula segura".
Al margen de la marcha, grupos de jóvenes violentos quemaron dos autobuses en el centro de la capital.
Tercera jornada de protestas
La del pasado jueves fue la tercera jornada consecutiva de protestas estudiantiles, desde que el martes grupos de jóvenes marcharan por el centro de la ciudad para exigir la convocatoria de una asamblea constituyente que dé continuidad al proceso tras el triunfo del rechazo en el plebiscito constitucional del pasado domingo.
El miércoles pasado, la movilización fue un llamamiento a ocupar las estaciones de metro y obligó a cerrar algunas de ellas e interrumpir el flujo regular de trenes en el centro de la capital, como ocurrió el 18 de octubre de 2019, en una jornada que marcó el inicio del estallido social, la protesta más multitudinaria de la democracia chilena.
En distintas estaciones se vieron estudiantes de secundaria sentados al borde del andén, saltando torniquetes y manifestándose al interior de las estaciones.
Antes, en la mañana se produjeron protestas e intervención de carabineros de Chile en las cercanías del Instituto Nacional y el Liceo de Aplicación, dos de los institutos más prestigiosos de la capital.
Tras los altercados, la nueva ministra de Interior, Carolina Tohá, el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve y altos mandos de Carabineros se reunieron en La Moneda para coordinar acciones preventivas.
Según el Gobierno, durante las últimas dos jornadas de manifestaciones, 42 personas fueron detenidas y se presentaron 6 querellas por alteración al orden público y hechos de violencia.