El 28 de junio del 2018, Natalia Véliz se reunió con el abogado Ricardo González Latorre en Quilpué, región de Valparaíso. Habían iniciado un emprendimiento en conjunto, el que no rindió frutos. El objetivo del encuentro era terminar la relación laboral que tenían.
Pero meses antes, González la había convencido de tomar seguros de vida en distintas compañías para sus tres hijas. La mujer aceptó y firmó por un monto total de 125 mil dólares.
Se reunieron en el auto de González y brindaron con whisky. Al día siguiente, Natalia tenía mareos, vómitos y dolores de estómago. Empezó a perder la visión.
Le escribió entonces al abogado a través de WhatsApp: “¿Qué me diste? Me siento muy mal, yo antes había tomado, pero nunca una caña es así. No puedo ver la pantalla”.
González le respondió: “Tienes resaca. Tomamos lo mismo, duerme”.
Sin embargo, los síntomas de Natalia empeoraron y sus familiares la llevaron al Hospital de Quilpué, donde falleció dos semanas después.
Inicialmente se barajó la hipótesis de una meningitis, sin embargo, su hija decidió revisar su celular y encontró los mensajes.
Los resultados de la autopsia arrojaron que Natalia había muerto intoxicada con metanol, también conocido como alcohol metílico o alcohol de madera, y que es utilizado para fabricar plaguicidas, diluyentes y combustibles. Es inflamable y su consumo es mortal.
Sus hijas se percataron que Ricardo González había llegado al hospital buscando un certificado de defunción de su madre. Entonces acudieron a distintas compañías de seguro y descubrieron que él era el único beneficiario de las tres pólizas.
El abogado fue detenido en mayo del 2020 y quedó en prisión preventiva hasta su juicio oral, que comenzó esta semana. Enfrenta presidio perpetuo.
Otras víctimas
Pero Natalia no fue la única víctima del llamado “abogado del metanol”. La Fiscalía lo acusa de otros dos homicidios consumados y uno frustrado, aunque el total de afectados podría ser mayor.
El modus operandi, según la Fiscalía, implicaría acercarse a sus víctimas, convencerlas de tomar un seguro de vida millonario y luego asesinarlas. Después el cobraría el monto del seguro.
Lo insólito es que este hombre operó de la misma manera, durante 20 años sin que las compañías de seguro se dieran cuenta del engaño.
De acuerdo a la información de la Fiscalía, todo habría comenzado en 1997, cuando Ricardo González le pagó a un sicario para que asesinara a una persona, la cual había tomado una póliza donde él era el beneficiado.
En ese entonces fue condenado por homicidio calificado y pasó 10 años en la cárcel, momento en que se dedicó a estudiar y sacó su título de abogado.
El 2004 María Eliana Cádiz tenía una relación sentimental con González y apareció en un basural con dos disparos en el cuerpo. También tenía un seguro de vida a nombre del abogado, pero la justicia no pudo comprobar su participación como autor material.
Luis Olivares sería el único sobreviviente de los delitos. El año 2012 trabajó para él durante un tiempo hasta que le ofreció un seguro de vida y aceptó. Dijo haber firmado la póliza, pero habría sido su pareja la beneficiaria. Luego el abogado habría alterado los documentos para quedar él como el beneficiario.
Sin saber de la estafa, el hombre aceptó la invitación de González a un asado, donde le ofreció vino con fruta. Pasaron algunos minutos y se desmayó.
Olivares conversó con el programa de TV “Bienvenidos” donde relató qué sucedió después. “Amanezco el otro día en un hoyo, no supe cómo me dejaron, andaba con las rodillas rotas. Traté de salir de ese hoyo de dos metros hasta que lo conseguí”.
Presentó una denuncia ante la justicia, pero la retiró luego de ser amenazado por el abogado. “Retira la denuncia o te mueres tú y toda tu familia”, asegura Olivares que le dijo González.