El ministro de Defensa de Brasil, general Walter Braga Netto, designó a los nuevos jefes de las tres Fuerzas Armadas, cuyos anteriores titulares habían presentado sus renuncias, en una conferencia de prensa en la que consideró que se trataba de “un día histórico”, por el aniversario del golpe de estado de 1964. "En este día histórico, refiero que el mayor activo de una nación es la garantía de la democracia y la libertad de su pueblo", destacó Braga Netto, en el cargo.
Netto había reivindicado el golpe de 1964 al entender que la fecha “debía celebrarse” porque las FFAA intervinieron para “salvar las libertades democráticas” ante “una amenaza real para la paz y la democracia”.
El comandante del Ejército será el general Paulo Sergio Nogueira de Oliveira; el de la Marina, el almirante Almir Garnier Santos, y el de la Aeronáutica, el teniente brigadier Carlos Baptista Junior, quienes reemplazan a Edson Pujol, Ilques Barbosa y Antônio Carlos Moretti Bermúdez, respectivamente. Los tres presentaron su dimisión en bloque, poco después de la salida del general Fernando Azevedo del Ministerio de Defensa.
La salida conjunta de los tres comandantes de las Fuerzas Armadas, algo que nunca había ocurrido en la democracia brasileña, fue interpretada como un gesto de rechazo a los intentos del presidente Jair Bolsonaro de politizar el cuerpo militar y de involucrarlos en acciones contra las cuarentenas dispuestas en algunos estados.
Bolsonaro había exigido a la cúpula militar mayor apoyo a las decisiones del Gobierno, en especial las que tenían que ver con la gestión de la pandemia de coronavirus.
Lo mismo pasó con Azevedo, quien en su carta de despedida defendió el principio de "mantener a las Fuerzas Armadas como instrumento de Estado", contrastando con algunas de las declaraciones del presidente brasileño. “Mi Ejército no va a salir a la calle a cumplir decretos de cuarentena”, dijo Bolsonaro el 19 de marzo, usando un posesivo que no cayó bien en algunos sectores.
La renuncia colectiva de los tres jefes anteriores había generado una situación inédita, en medio de la severa crisis que de por sí sufre el país por el alto número de contagios de Covid-19. Hoy mismo Brasil batió un nuevo record de muertes, con 3.869.
En este marco fue inesperada la designación de Nogueira de Oliveira al frente del Ejército, porque como responsable del área de Salud de la fuerza había encabezado la estrategia que logró un impacto muy menor en los cuarteles de la pandemia.
De hecho, el militar es favorable al uso del barbijo, a mantener la distancia social, a las pruebas y al aislamiento inmediato de los contagiados, cuatro elementos que Bolsonaro rechazó de manera más o menos abierta.
Según el diario Folha de San Pablo, Bolsonaro hizo designaciones que representan cierto complemento y que suponen respeto al principio de antigüedad en el escalafón. Combinan cercanía con el jefe del Ejecutivo y buena relación con el ministro de Defensa saliente, Fernando Azevedo.
De Oliveira era el tercero en la escala de antigüedad y no el primero, de modo que su nombramiento supone una ruptura de la tradición. Garnier Santos era el segundo almirante de la nómina; y Baptista Junior el más antiguo.
En la red Twitter, el vicepresidente Hamilton Mourã , general de la reserva del Ejército, deseó éxito a los nombres elegidos por Bolsonaro y elogió a los comandantes destituidos. "La conducción de los asuntos de Defensa y Fuerzas Armadas fue ejemplar, combinando lealtad a Brasil y rapidez en las llamadas de la población", resaltó.
Pero Braga Netto no solo tuvo hoy el anuncio de la nueva conducción de cada fuerza: apenas asumido, también supo que la Comisión de Inspección y Control Financiero de la Cámara de Diputados aprobó citarlo para que informe sobre el proceso de compra de productos como picanha (un corte vacuno muy típico del país), cerveza, bacalao, carbón y filete de salmón para las Fuerzas Armadas en 2020. |