Marc Stanley llegó al país hace una semana junto a su esposa Wendy. El flamante embajador de Estados Unidos en Argentina tendrá un rol clave en la resolución del conflicto que está teniendo el Gobierno del presidente Alberto Fernández con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el marco de las negociaciones por el pago de la escandalosa deuda que adquirió la gestión de Mauricio Macri.
No es un diplomático de carrera, pero en su hoja de vida hay dos labores que lo destacan como un hábil negociador. Por un lado, su experiencia de poco más de treinta años como abogado litigante. Por el otro, su reconocida trayectoria como recaudador de los demócratas en el Estado de Texas, un bastión republicano donde abunda el petróleo y por donde pasó buena parte del espíritu de la política exterior estadounidense en las últimas cuatro décadas.
De los últimos seis embajadores estadounidenses que pasaron por el Palacio Bosch, incluyendo al nuevo enviado de la Casa Blanca, la mitad llegó desde Texas. Vilma Socorro Martínez, jefa de la primera misión diplomática durante el gobierno de Barack Obama, es de San Antonio. Y de esa misma ciudad era Edward Prado, el embajador que envió Donald Trump. Ahora es el turno de Stanley, que es de Dallas.
Aún no está definida la situación de la encargada de negocios de la embajada, la carismática MaryKay Carlson. Aunque en el reservado ambiente diplomático creen que no estará mucho tiempo más en Buenos Aires, pese a su gran valía.
Energía y barreras arancelarias
Antes de llegar al Río de la Plata, Stanley se mostró interesado por la situación de las empresas estadounidenses que se encuentran analizando la posibilidad de abandonar Argentina, por las características de los reservorios de Vaca muerta, las negociaciones con el FMI y el narcotráfico, tema sensible para los texanos.
Desde que asumió Joe Biden, quien venía marcando la agenda de Washington en Buenos Aires era Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional y especialista en asuntos de América Latina de la Casa Blanca. La relación del Gobierno argentino con Venezuela, Nicaragua y Cuba fue puesta bajo la lupa de la administración demócrata.
Durante el último viaje del canciller Santiago Cafiero a Estados Unidos, Stanley no sólo formó parte de los funcionarios que estuvieron a cargo de la recepción de la comitiva argentina, sino que también se mantuvo cerca al oído de Antony Blinken, el audaz secretario del Departamento de los Estados Unidos.
Las barreras arancelarias y la activación de un mayor flujo de negocios son dos puntos marcados con rojo en la agenda del embajador. También ha manifestado en diferentes oportunidades su preocupación por las negociaciones que sigue el presidente Alberto Fernández con el FMI.
Implacable lobista
Stanley se recibió de licenciado en Administración de Empresas en George Washington University en 1979 y de doctor en Jurisprudencia en la Escuela de Leyes de la Universidad de Texas en 1982. Luego fundó Stanley Law Group, un estudio jurídico con sede en Dallas cuya especialidad son las acciones colectivas y litigios complejos.
Pese a que afirman que es un hombre de “pocas pulgas” y rígido como el concreto, sus colegas lo eligieron presidente de la Asociación de Abogados Litigantes de Texas. Sus conexiones con Nueva York también le valieron de apoyo para su carrera.
Además, tiene buenas relaciones con la comunidad judía, de hecho, presidió durante seis años el Consejo Democrático Judío Nacional, y en 2011 Obama lo nombró como miembro del Consejo del Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos. Su trabajo filantrópico incluyó una temporada de presidencia de The Legacy Senior Communities Inc., un grupo caritativo judío que proporciona atención a las comunidades de jubilados y atención en el hogar para las personas mayores de Dallas y sus familias. También colaboró en varias organizaciones locales de Texas, incluido el Centro Comunitario Judío, Temple Emanu-El y el Banco de Alimentos del Norte de Texas.
A principios de la década de los 90, el abogado demócrata demostró su perfil de meticuloso y prolijo administrador cuando el entonces gobernador Ann Richards lo nombró al frente de la Autoridad de Finanzas Públicas de Texas.
En el esquema de los demócratas de Dallas, Stanley y su esposa Wendy han tenido un destacado rol en la recaudación de aportes para candidatos y movilización de los comités del partido. La organización de eventos para Biden, Obama, y Hillary Clinton, entre otros demócratas de primer nivel, con el fin de recabar fondos han sido de mucha utilidad. Algunos dicen que juntó más de 1,5 millones de dólares en donaciones durante las últimas campañas electorales.
Durante la campaña de Biden tuvo un rol importante al liderar “Abogados por Biden”. Ahora, el embajador intentará incrementar los lazos entre la administración demócrata y el Gobierno de argentino.
Stanley es un “prodigioso recaudador de fondos, miembro de la junta del Foro de Política de Israel, y un histórico líder entre los judíos de Partido Demócrata que participa activamente en la política de Texas y haciendo lobby para Israel”, se lee en un artículo del prestigioso The Times of Israel. Su autor también explica que el nuevo embajador “desempeñará un papel clave mientras el gobierno de Estados Unidos, junto con los grupos judíos estadounidenses, presionan a las autoridades argentinas por la investigación del ataque a la AMIA”.
Tal vez esa sea una clave para intentar comprender qué piezas moverá Stanley en el tablero de la diplomacia bilateral. La muerte del fiscal de la causa AMIA, Alberto Nisman, sigue teniendo muchas zonas oscuras, al igual que las investigaciones sobre el atentado terrorista a la mutual judía. Quizás, el nuevo embajador ayude a iluminar y rinda tributo a la frase de la diáspora: “Justicia, justicia perseguirás”, una cita que nos indica un camino de pensamiento y de acción. |