De alto vuelo pero sobre cuatro ruedas: Oscar Andreani, el mejor jugador de la logística argentina – Negocios & Política
 

Conquistador de millas |De alto vuelo pero sobre cuatro ruedas: Oscar Andreani, el mejor jugador de la logística argentina

Aggiornado a los cambios y a cada crisis que golpeó el sistema postal desde los años 90, defiende su apellido bajo cualquier circunstancia. La conquista familiar,su amor por La Boca, la mancha en su historial de perfección y el crecimiento de la herencia que lo proyectan como un ícono de los envíos.
Celeste Cappello
Perfiles
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 “El futuro no nos espera, apenas nos da señales y hay que saber interpretarlas en contextos de mucha incertidumbre”, una premisa que desde 1945 mantiene la gran empresa de logística Andreani, ícono de responsabilidad, dinamismo y velocidad que supera los obstáculos en la era del e- commerce.

El inicio de las tradiciones y la perseverancia en Oscar se remontaba al 1° de mayo de 1914, fecha que nacía su padre Umberto en Casilda, Santa Fe. Era hijo de Nazareno Andreani y Filomena Luchetti, inmigrantes italianos que llegaron al país en búsqueda de un futuro propicio. Allí se casó en 1941 con Aurelia Trebol y allí también nacieron sus hijos Oscar y Miguel. Tuvieron 9 nietos y 14 bisnietos.

Siguiendo sus raíces latentes traslado sus hábitos sencillos, casi rituales, de sentir alegría por los asados, disfrutar los viajes el aire de las sierras y los paseos en auto a su hijo Oscar. Corría 1945 cuando, detectó limitaciones en el servicio ferroviario de cargas y junto a sus cuatro hermanos formaron “Estrella Federal”: acortaron los 60 kilómetros que separaban esa localidad de Rosario creando una empresa de transporte de cargas. A través de su historia, fue expandiéndose desde el transporte de cargas hacia el correo postal y los servicios logísticos, hasta convertirse en la compañía líder de logística en el país, con 4,5 millones de envíos mensuales y 600.000 m² de plantas operativas. Hoy en día, es líder en servicios de distribución física de paquetes y productos como tarjetas de crédito, medicamentos, teléfonos, máquinas y herramientas, y en gestión de almacenes para integrar las cadenas de producción. “Fuimos emprendedores cuando muy pocos se animaban a serlo o simplemente no se hablaba de emprendedurismo", contaba Oscar rememorando los inicios de la compañía.

Pero no todo fue color de rosa. Oscar, siempre fue el chico de “los riesgos”. Nacido el 25 de enero de 1943, bajo el manto de capricornio, se recibió de contador, sabiendo que no tendría inmediatamente un empleo. Por ello, aceleró los tiempos e hizo un pacto con un amigo: el otro estudiaría hasta el diploma mientras que él dejaría la facultad y saldría a buscar clientes.

 Así abrió un estudio contable impositivo en Casilda y otro en Rosario. A los 25 años, tenía auto nuevo y casa propia. Al mismo tiempo, entró en un banco y aprendió el manejo integral, tanto que le auguraban que sería el próximo gerente. Pero su padre trabajaba quince horas diarias y sólo descansaba los domingos a la tarde.

Trabajador y sustento de hogar, Humberto traía y llevaba mercadería de Casilda a Rosario en un camión que tenía con sus hermanos. Pensando en una nueva estrategia, Oscar le propuso: renunciaría al banco y pondría una “pequeña” empresita de transporte. Su padre aceptó. Su madre casi lo mata. “Me parece que estoy para otra cosa, mamá, voy a ganar más de esta manera”, le dijo y no se equivocó.

En 1967 pisó Buenos Aires por primera vez y buscó un depósito. Volvió a Casilda y les pidió a los Andreani el 10% de la compañía. Su papá fue el primer chofer que hizo esa ruta. Oscar viajaba a Capital los martes y se volvía el miércoles a la noche. El resto de la semana atendía el estudio contable. Pero las deudas aparecían más que las ganancias y sus tíos se bajaron de la contienda familiar. Oscar les juró por los santos evangelios que no tocaría la ruta Casilda-Rosario y les pidió algo a cambio: “¿Me dejan el país?”. “Hacé lo que quieras”.

“El 15 de febrero de 1968, fue clave. Comenzamos con un camión Mercedes Benz 3500, de los que venían con la trompita. Mi padre fue el primer chófer”, rememoraba. Eso fue el clik refundacional que esperaba. Pero la cuenta bancaria ardía y debió pedir una prórroga al gerente por “24 horas”. La premisa “Dios aprieta pero no ahorca” estuvo presente ese día. El 11 fue el número de la suerte para él y su mamá, tras sacar esa noche la lotería. Vientos de cambio volvieron a rodearlo.

Cada jueves, cuando llegaba a Casilda, las vecinas le tocaban el timbre para que les prestara la revista Gente que compraba en Capital la noche anterior. Era oro porque la publicación llegaba recién el sábado. “Me presenté en Editorial Atlántida y pedí llevar revistas. Me dijeron que ya tenían el país organizado, iba todo por avión”. Pero la insistencia era su mejor arma y logró que el distribuidor de Rosario se quejara: la primera semana vendieron 50 ejemplares, la siguiente, 70 y la otra, 100.

Extendiendo su ruta se dio cuenta que necesitaban ir más rápido. Achicaron el camión y le pusieron cubiertas más altas y, en vez de ir a 60 km/h, lo hacía a 100. A las 5 de la mañana del jueves, llegaban a Resistencia, Chaco. “Sin saberlo, descubrimos la logística. Hicimos la segunda línea, la tercera, la cuarta y tomamos el país”.

Su padre vivió 104 años con honestidad,  dejando una profunda huella y un sinfín de anécdotas que lo reflejan en su familia. La mente audaz y la adrenalina del riesgo fueron las mejores herencias que pudo dejar a su hijo para llevar adelante un imperio postal. Hoy ya está trabajando la tercera generación de la familia, representada por tres de los cinco hijos de Oscar: Verónica, Larisa y Pablo.

“Una vez mi padre, me dijo que nosotros podemos hacer cualquier cosa, empezar a vender cualquier producto; lo único que no podemos hacer es vender nuestro apellido. Por eso ante cada crisis no quisimos buscar la salida fácil, de encontrar un artilugio legal, sino que decidimos enfrentar los problemas, buscando nuevos negocios”, dijo una vez.

Fiel a su padre, jamás pensó en vender la compañía: “tengo ofrecimientos permanentes pero nunca lo pensé más de 30 segundos. Un tema fundamental en el traspaso generacional, para lo que estamos trabajando muchísimo. Son dos palabras eje: trascendencia y sustentabilidad. Si me hablás de vender, se pierde trascendencia”.

Andreani siempre quiso replicar la enseñanza de su padre y formar una "libertad responsable": "Ellos saben que van a ser parte de la compañía, por un tema sucesorio les van a llegar acciones en algún momento. Pero siempre fui de la idea de criar con una libertad responsable. Que sepan qué números hay que mirar, pero que sean libres de elegir lo que quieran ser".

En ese camino hoy sus hijos ocupan puestos trascendentales dentro de la empresa: Pablo, siguió sus pasos de cerca y más allá de ser consultor agropecuario continúa como representante de Norlog, la plataforma de logística más grande de todo el país, una iniciativa que Oscar hizo posible gracias a su viaje a Europa donde conoció el funcionamiento de ese modelo.

Verónica empezó como empleada y hoy integra el directorio de la empresa. Como directora adjunta, tiene a su cargo las áreas de IT, legales, auditoría y operaciones de la firma que hace 4,5 millones de envíos mensuales y se encargó de la recepción, almacenamiento y distribución de las primeras 300.000 vacunas para el Covid-19 que llegaron al país. Larissa, desde el 2020 es presidenta en arteBA, por medio de la Fundación Andreani establecida en La Boca luego de una catarata de renuncias que afrontó la empresa durante el 2020. Inicialmente participaba en la compañía como Directora de Logística.

Nota al pie: era sabido que Oscar siempre fue de perfil bajo, pero durante el armado de esta nota he podido descubrir que hasta un fantasma arrojaría más datos. No se han conocido fotos familiares, fiestas, escándalos con terceras personas, excesos, ni siquiera datos de quién es la madre de sus hijos. El hermetismo puertas adentro de la familia de la logística inclusive ha llegado a las redes sociales, lugares para los cuales ellos se mantienen ausentes.

Una mancha en el historial

Habían pasado poco más de 10 meses desde aquel día de febrero en el que, junto al periodista Gabriel Michi, el fotógrafo José Luis Cabezas retrató por primera vez al enigmático empresario Alfredo Yabrán. Era el comienzo de la temporada de verano de 1997 y la dupla trabajaba nuevamente en Pinamar, la ciudad en donde habían obtenido la explosiva postal que el 3 de marzo de 1996 fue tapa de la revista Noticias.

La madrugada del 25 de enero de 1997, el fotógrafo salió de la celebración de cumpleaños de Andreani. Horas después, apareció asesinado en la cava de General Madariaga. Desde entonces, Oscar no volvió a festejar en esa ciudad. “Teníamos una buena amistad con José Luis. Me perseguía por una foto pero con altura y delicadeza, simple como era él, simpático. Ese día me trajo una remera náutica azul y blanca que todavía tengo”.

Pero la opinión pública no lo abstrajo de eso: los principales sospechosos de haberlo asesinado estaban en esa fiesta y la supuesta relación con Alfredo Yabrán, el misterioso empresario que mandó asesinar al fotógrafo, lo hundía más en los rumores de complot. Consultado en su momento sobre qué opinaba del empresario dijo: “Un personaje un poco extraño, de esos que crecieron ayudados por el poder de turno o las instituciones del momento y se formó un complejo que desgraciadamente terminó mal. No podría decir nada más de su personalidad. Él usó un camino que no es correcto… (silencio)… Es difícil”.

La foto que le tomó José Luis Cabezas

La Boca donde yace su corazón...

Enamorado de La Boca donde sus abuelos italianos construyeron sus primeros cimientos y donde el fundó hace más de 30 años, Fundación Andreani, un proyecto arquitectónico nacido en 2009 de la mano de Clorindo Tesla, quien antes de morir, se encargó de respetar los colores y la fachada de conventillo, astillero, restaurante, casa, típica portuaria construida en 1880. La fundación, su espacio más mimado apuesta a la educación y a enaltecer el arte con un espacio pictórico y trascendental.

Acostumbrado a mantener y llevar adelante la sinergia entre lo social y lo empresarial, asegura que por medio de la Fundación ha sabido canalizar su servicio a la sociedad de manera más eficiente. Inclusive la incorporación de los premios a artistas destacados, lleva más de 15 años de prestigio, como reconocimiento a los grandes hitos culturales de nuestro país.

En el pasado supo competir contra los Macri, cuando la familia presidencial administraba el Correo Argentino, y contra Alfredo Yabrán, cuando el polémico empresario amenazaba con monopolizar todo el mercado. Al momento que creo la Fundación Andreani, creó la Fundación X La Boca. “La verdadera responsabilidad social empresarial es involucrarse. La FXLB nace porque vamos a instalar la Fundación Andreani en la calle Pedro de Mendoza y nos juntamos con empresarios y vecinos de La Boca y dijimos: '¿Qué podemos hacer por este barrio?'. Boca Juniors colaboró también. Me encontré con Mauricio Macri en un avión y al día siguiente se sumaron”.

A partir de allí se concentraron el trabajar con tres proyectos que tenían en común: unir Puerto Madero con La Boca por debajo de la autopista, el saneamiento del Riachuelo y poner en valor el puente transbordador Nicolás Avellaneda. “Empezamos a trabajar, se trabó porque Nación decía que la parte inferior de la autopista era nacional y los costados eran de la Ciudad. Esa carpeta estuvo ocho años demorada en el cajón de un ministro… La política es irracional. Hasta que hicieron los arreglos y se destrabó”.

Alcanzando metas

Los 76 años de Andreani están marcados por los desafíos y por cómo fue encontrando la empresa la manera de reinventarse en aquellos momentos de crisis. Llegar a liderar el sector logístico y el mercado postal es el resultado del trabajo constante y del optimismo, pero también de una mirada inteligente que siempre supo buscar acuerdos estratégicos e innovar. “Dejar la comodidad y perseguir nuestros sueños”, era su bandera.

De bajo perfil, le rehuye a las notas periodísticas y prefiere que sean sus compañías las que se roben el protagonismo. Es consciente de que su negocio está obligado a seguir cambiando para adaptarse a los desafíos que enfrenta a partir del crecimiento del comercio electrónico y pronostica que la depuración es inevitable.

"En 1977/78 tomamos la distribución de revistas de actualidad", recordó Oscar Andreani en una entrevista. "Hasta ese momento se distribuían por vía área y llegaban a las 48 o 72 horas a los pueblos del interior. Hicimos un mapa para determinar hasta donde podíamos llegar en menos de 24 horas y así por ejemplo empezamos a mandar las revistas a ciudades como Resistencia o Corrientes en el mismo día. Allí fue cuando nació el dicho que Andreani “era más rápido que el avión”, agregaba.

Ese "golpe de timón" fue el puntapié inicial de una evolución notable. En los 80, con la creación de la División Correo y su primera oblea postal, se empezó a acercar al público masivo. Ese contacto con la gente se intensificó en la década siguiente con el nacimiento de la Fundación Andreani, mientas la expansión de la empresa se verificaba en la constante inauguración de plantas y oportunidades de empleo para más personas.

El nuevo milenio fue el momento de abrirse al mercado global, un objetivo que se consumó con la apertura de las sucursales Río de Janeiro y Porto Alegre en Brasil. “En la crisis de 2002, era casi terminal en la Argentina, tuvimos que salir a buscar negocios afuera. Fue un momento durísimo pero que nos obligó a tener que encontrar nuevos mercados bajo la idea de que cada crisis también da una oportunidad. Lo primero que hicimos fue entrar en San Pablo, con el negocio de telefonía, acompañando a una empresa argentina que se instaló allá. Los costos no les dieron a la empresa telefónica, y tuvimos que mudar al negocio farmacéutico, donde hoy estamos muy fuerte, al igual en que la tecnología”, contaba en una entrevista.

Hacia 2010 Andreani dio inicio a un camino marcado por la incorporación de tecnología con la implementación del nuevo sistema informático de gestión de transporte y distribución, siempre con la mirada puesta en interpretar las necesidades de clientes y destinatarios para ofrecer soluciones diferenciales.

El gran hito fue la llegada de NORLOG, un parque industrial y logístico propio de 37 hectáreas en el que inauguró su primera Central Inteligente de Transferencia con maquinaria de última generación de traslado y clasificación de mercadería. Con esta inauguración, la "vieja" Andreani ya se había terminado de convertir en el Grupo Logístico Andreani de hoy.

Pero todavía había más desafíos, retos distintos a todos los que la compañía había estado acostumbrada a enfrentar: la pandemia que sumió y unió al mundo en la misma incertidumbre. Y que interpeló, como nunca, al sector logístico, que tomó mayor relevancia por ser el vector que posibilitó la continuidad de las actividades económicas y ayudó al abastecimiento de las comunidades. Andreani supo reaccionar rápidamente para estar a la altura de lo que la sociedad y el país necesita en estos tiempos.

“Nada podés hacer solo. Cada vez que delegás, tenés posibilidades de hacer más cosas. Si te estancás, es cómodo, tenés tu negocito, pero tu gente queda planchada. Si querés que tu gente crezca, tenés que hacer cosas”, decía Oscar en una entrevista, premisa que mantiene y mantendrá hasta el fin de sus días.|

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