“Hay que tener los concursos aprobados y los jueces listos antes de que se produzcan las vacantes” – Negocios & Política
 

Entrevistas |“Hay que tener los concursos aprobados y los jueces listos antes de que se produzcan las vacantes”

Agustina Díaz Cordero es jueza Nacional de Primera Instancia en lo Civil N°23 con competencia en Familia y Capacidad de las personas, trabaja en el Poder Judicial de la Nación desde 1993 y posee una vasta formación académica. Su nombre acaba de ser oficializado por la Lista Bordó, como la candidata de ese espacio para ocupar una banca por el estamento de los jueces en el Consejo de la Magistratura.
Adolfo Ruiz
Entrevistas
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A sólo horas de conocerse su candidatura al Consejo de la Magistratura, la jueza Díaz Cordero dialogó con Negocios&Política y recorrió parte de la agenda que llevará al organismo. Habló de la sentencia de la Corte, de la necesidad de agilizar el mecanismo de selección de los jueces, para lo cual trae una propuesta bien concreta, y también abordó los desafíos que trae el llamado “techo de cristal” dentro de la Justicia.

¿Cuál es su opinión sobre este plazo tan exiguo puesto por la Corte para el Consejo la Magistratura, y que tiene a todos corriendo detrás del calendario?

Estoy convencida que las sentencias del máximo tribunal, en un Estado constitucional de derecho, deben ser inmediatamente cumplidas. Estamos muy acostumbrados a opinar todos de todo. Pero la verdad es que es la máxima autoridad del Poder Judicial y las sentencias firmes o de última instancia de los jueces son actos de gobierno y como tales deben respetarse y cumplirse.

La posibilidad de que haya algún tipo de prórroga o de negociación ¿podría ser una alternativa?

La Corte ya se expresó. Dijo que tenía que funcionar a partir de abril con su nueva composición. Los jueces toman decisiones (tomamos decisiones) todos los días y no las conversamos con los interesados, ni negociamos. Uno decide aquello que, conforme a derecho, le parece que corresponde. De eso se trata una República. Ciertamente, si algún estamento quiere hacer algún planteo fundado, podrá hacerlo.

¿Cree que se llega a los requerimientos que pide la Corte para esa fecha o si se llega será medio a los ponchazos?

Se llega. Corriendo, pero se llega.

¿Y eso será bueno?

Sí, ¿por qué no?

Y… porque es un órgano clave. Está bien, la entrevistada es usted. Pero el Consejo de la Magistratura es un órgano clave para el funcionamiento democrático y ha funcionado pésimo…

Pienso que aunque tengamos que apresurarnos con los tiempos, eso no va en desmedro de la institución. La velocidad no implica que los pasos por cumplir no sean los correctos. ¿Por qué va a frustrar o por qué no va a llegar a buen puerto la elección? El padrón de los jueces ya está listo y se están cumpliendo con todos los requerimientos de la Corte. Lo importante será la tarea que realicen quienes sean elegidos.

Hay una cuestión clave que es el tema del mecanismo de selección de los jueces que viene siendo un pendiente. Cada vez hay más mora y cada vez más subrogancias. Lejos de mejorar, la situación empeora. ¿Qué se podría hacer para resolver o para agilizar ese proceso?

Creo que todo es perfectible y por eso acepté el desafío que implica esta candidatura. Por supuesto que la selección y designación de los jueces de cualquiera de las instancias no pueden demorarse, porque esas demoras perjudican directamente al ciudadano. Si un juez tiene que subrogar dos o tres juzgados, por supuesto que la respuesta que le va a dar al ciudadano no va a ser la mejor, por más esfuerzo que haga. Concursé durante 10 años con lo cual he sufrido en carne propia todos los avatares que tienen estos procesos. Y creo que tenemos que ir la hipótesis de máxima, que es tener ya los jueces con concurso y orden de mérito aprobados para cuando se produzca una vacante. Alguien muere, o se enferma, entonces lo reemplaza directamente la persona que ya concursó. Es decir, tener el candidato con el examen rendido y aprobado, como sucede en países como España. Entonces, hay una vacante y se designará a los pocos días como juez a quien ya concursó. Tenemos que ir a ese sistema. A modo de ejemplo, hay juzgados en lo penal que tienen 12 años de vacancia. Entonces, hay que pensar siempre en soluciones superadoras y los concursos anticipados creo que son la mejor y la más transparente solución que redundará sin dudas en mejorar la administración de justicia.

Para eso habría que modificar leyes…

Sí, habría que hacer modificaciones. La ley declarada inconstitucional, si bien lo preveía, nunca se pudo cumplir. En buena hora, proponerlo. Estudié en la Escuela Judicial de España, donde forman a todos los jueces, e incluso para los seleccionados existe una capacitación obligatoria antes de asumir el cargo. Tienen un sistema muy bueno, y una escuela judicial que es envidia de muchos países y especialmente de Latinoamérica.

Hablando precisamente eso ¿qué podría hacer el Consejo de la Magistratura o la magistratura en general para empezar a revertir esa imagen, para empezar a reconciliarse con la sociedad?

Creo que una gran falencia del Poder Judicial es la falta de comunicación. Y la falta de comunicación hace que la sociedad solamente vea los malos ejemplos. Pero somos muchos, muchísimos los jueces que trabajamos de sol a sol, en condiciones que no solo no son las óptimas, sino muchas veces inadecuadas, sin recursos, poniendo de nuestro bolsillo para comprar desde muebles hasta resmas de papel. Y la verdad, es eso es lo que tiene que conocer, saber cómo y cuánto trabajamos, qué hacemos, por qué lo hacemos. Debemos rendir cuentas a la sociedad para demostrar el inmenso trabajo que realizamos. Tenemos que renovar nuestra imagen. También se está dando dentro del Poder Judicial un proceso de modernización de criterios, que eran eficaces hace muchos años pero que hoy deben ser objeto de una actualización. Un expediente no es solo muchos papeles sobre los cuales tiene que dictarse una sentencia, sino que detrás hay personas, niños, niñas, adolescentes, familias muchas veces atravesadas por el dolor y que esperan una respuesta. La conciencia de esa dimensión humana llevará inexorablemente a acercar a la Justicia a la sociedad.

¿Es la comunicación el principal problema?

Totalmente. La mayoría de los jueces trabajamos sin parar, y pocos lo saben o lo que es peor, no lo creen. La gente se sorprende al ver a los jueces y juezas de Familia concurriendo a ver a un niño abandonado en un Hospital y tomando desde allí las medidas necesarias, o cuando vistamos los geriátricos, hogares de niños, Hospital Borda o Moyano, clínicas privadas o el domicilio de las personas que tienen alguna discapacidad. Y esto es algo diario y cotidiano que la sociedad desconoce absolutamente.

Quizás mejor que en otras épocas, pero en los hechos siempre existe el techo de cristal. ¿Cómo desactivar ese techo de cristal, cómo atravesarlo?

Creo que se avanzó bastante, aunque por supuesto falta. Ese avance se materializa con hechos. El hecho de que sea una candidata a consejera mujer es una demostración de la conciencia que la Asociación ha tomado sobre el tema. Y la suma de los hechos como éste va a terminar rompiendo ese techo de cristal que carece de todo sentido. La voluntad está, la ley Micaela está, hay muchísimas convenciones, solo falta bajarlo a la realidad. Y creo que estos pasos -que haya una consejera mujer es trascendente- es un hecho. La suma de cada paso firme, va a llevar a que se logre esa indispensable paridad, y que esa pregunta ya no sea necesaria.

Volvemos al Consejo de la Magistratura. Durante las últimas dos gestiones presidenciales, el organismo fue realmente un brazo ejecutor de uno y de otro grupo político. ¿Considera que esa politización es inherente a la esencia del organismo, o bien cree que eso debería combatirse y en ese caso cómo?

La Constitución Nacional en su art.114 impone una integración para el Consejo de la Magistratura que procure el “equilibrio” entre los representantes de los órganos políticos, de los jueces de todas las instancias, de los abogados de la matrícula federal, del ámbito académico y del científico. Si se respeta ese equilibrio, la politización podrá evitarse. Lo mejor, como indica la Corte, es que la composición sea mayormente judicial, tal como los convencionales constituyentes lo previeron. Si uno lee autores como García Lema, Paixao y Sola, advierte que el Consejo de la Magistratura está gestado como judicial, no político. Mi propuesta respecto de los concursos anticipados es otra via para lograr la despolitización de las designaciones, ya que se harán por fueros y no para un determinado juzgado o vocalía.

Supongo que de esa lectura también estará de acuerdo con que lo conduzca el presidente de la Corte.

Totalmente, así lo establece la ley 24.937 en su artículo 10.

Para cerrar ¿cuál sería su propuesta, el aporte que puede llevar a un órgano tan importante?

Lo principal, es ser la voz de los jueces nacionales y federales de todo el país, con independencia del espacio al que pertenezcan. Para ello antes debo escuchar esa voz, porque a partir de conocer sus necesidades según sus jurisdicciones, podremos hacer un diagnóstico real con base en datos para trabajar sobre aspectos específicos. Luego, intentaré que cada área del Consejo sea lo más eficiente posible y así renovar y restaurar la imagen que la sociedad tiene de nosotros. Destacar lo bueno y corregir lo malo. Además del tema concursos, que es crucial como lo anticipé, me ocuparé inicialmente de convencer a mis pares y a los legisladores de la necesidad de lograr urgentes cambios legislativos, comenzando por el vetusto Código Procesal. Los procesos son interminables porque tenemos que aplicar leyes obsoletas y porque muchas veces carecemos de los recursos en el momento que los necesitamos, lo que genera demoras. Lo apasionante de la tarea es poder mejorar realmente la administración de Justicia y renovar su imagen para darle seguridad al ciudadano. Para llevarla adelante cuento con el soporte de toda la lista Bordó y de cada uno de sus integrantes que trabajan cotidianamente en defensa de la independencia judicial como garantía para los ciudadanos, con transparencia, honestidad, mérito y capacitación permanente como imperativo ético.|

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