Si bien nos encontramos superando en cierta medida, la pandemia, aún hay ciertos resguardos sanitarios que debemos mantener para evitar contagiarnos de Covid-19. Durante el confinamiento, la mayoría de las dudas se presentaron a la hora de tener sexo y de encontrar alguna técnica favorable para disfrutarlo.
Mientras las mujeres adoptaron el uso de los juguetes íntimos, como una alternativa para salir del aislamiento, mientras los hombres, eligieron el uso de las redes sociales para poder experimentar sensaciones vitales, y explorar una sexualidad distinta a la tradicional. Pero ello también les trajo aparejado disfunciones sexuales por el miedo a contraer la enfermedad. Durante ese periodo se incrementaron las consultas por impotencia debido a la pérdida de erección, otras por baja del deseo, desgano y demás.
El sexo virtual y las muñequitas lograban el efecto deseado sin contacto físico. Con el tiempo, esto dejó de motivarlos y aparecieron los típicos síntomas de la pandemia: angustia y asexualidad que hizo que surja el llamado “erotismo grupal”. Los hombres fueron reemplazados por pequeños vibradores.
La “vedette” del momento, fue el barbijo que permitió tener cierto erotismo y seducción por medio de un novedoso artilugio que ofrecía protección y seguridad mientras recreaba la fantasía. Pero aún con esos detalles, siempre faltan esos estímulos que logran aumentar la adrenalina, y ante la falta de ello el contacto visual es uno de los estímulos más intensos. De igual manera, la falta de empatía en las parejas con los juguetes sexuales, potenció la actividad virtual.
Después del aislamiento, muchas personas quedaron aprensivas y con ansiedades que mueven defensas de evitación, dijo la sexóloga, Sandra Lustgarten y añadió que muchos se quedaron “marginados” en su propia intimidad, provocando consecuencias en su salud.
“Adormecer los sentidos, de esta forma el sexo dejó de ser una necesidad de satisfacción para volverse un canal de peligro potencial. Las parejas dejaron de tener sexo, la distancia emocional provocaba efectos adversos, apatía por momentos y en otra sensación de enojo, ira, frustración”, subrayó.
El temor a la perdida de trabajo, el aislamiento laboral, el nuevo estado de mudar la oficina a la casa, las privaciones en el ámbito social, las fluctuaciones en la economía , todos factores que influenciaron en la sexualidad de las parejas, estables y de las que no lo eran, además de los solos en busca de pareja . “La sociedad mantiene la esperanza de volver al pasado, volver a vivir como antes, sin miedos, sin riesgo, sin máscaras, sin alcohol en gel, sin culpa”, añadió esperanzada.|