“En esta etapa de mi vida elijo qué batallas librar”. Autónoma, emprendedora, desafiante, afirma que supo reinventarse sin darse jamás por vencida. Carolina Arhodain o Pampita, como es conocida participa de “Fuerza de Mujer”, la novena campaña de acción social que lleva adelante la Editorial Atlántida, dando como ejemplo los desafíos que enfrentó tanto cotidianamente como profesionalmente.
“Me criaron mi mamá y mi abuela, mujeres muy fuertes. Ellas me daban esa libertad que siempre tuve y siempre sentí. Yo asocio todo lo que soy hoy a la libertad, a una infancia súper libre, en el interior del país, donde me sentía segura, salía a jugar, volvía cinco, seis horas después y mis papás estaban tranquilos de que no me pasaba nada”, manifiesta a los 43 años, y su frase, parece explicar por sí misma quién es hoy ella: porque ambas son la misma. Cuando me miro al espejo, están las dos ahí”, concede.
“La palabra ‘mujer’ me remite a completa –subraya sonriendo–. Somos muchas cosas en una. Y a mí me encanta serlo. Ser mujer es un privilegio. El hecho de poder convertirnos en madres ya nos da una ventaja. Partiendo de ahí, todo lo demás es un hermoso extra”. Esta apreciación, permite dar sentido a la nota que emprende Revista GENTE en el marco de las diversas temáicas de impacto social que vienen llevando adelante desde enero.
Ya sus comienzos laborales en General Acha, La Pampa, la empezaron a definir como persona: “A mí me gustaba comprar y tener mis cosas, pagarme lo mío, y mantenerme me permitía tomar mis propias decisiones en todo. A los 16, cuando empecé a trabajar, me convertí en una mujer muy independiente en lo económico. De ahí en más no paré. Siempre me gustó eso del esfuerzo, el sacrificio y la recompensa y no deberle nada a nadie: ni dinero ni ninguna explicación”, afirmó. Y añadió: “La vida fuera de Buenos Aires es muy distinta –entiende–. Hay menos ambiciones respecto a las posibilidades que podés tener. Como que sos más realista. Por eso me vine a Capital, para tener metas más grandes, ir tras sueños más difíciles, ¡más inalcanzables! Los mismos venían por el lado de la televisión. Formar parte de ella siempre fue mi sueño, y lo sigue siendo. Ojalá pueda seguir así por varios años. Tener una continuidad en ella sería el sueño cumplido. Un programa que dure muchos años, una carrera estable, duradera y extensa”.
“Jamás le escapé al trabajo. Si había que levantarse temprano para llenar la valija y viajar al frío, ahí estaba. Porque además siempre fui muy positiva. Hasta el día de hoy: a mí me encanta lo que hago… Más que pensar mucho cada paso, sé lo que quiero, y lo digo desde el principio. Soy prolija. Me gustan las cosas bien hechas, bien terminadas. Y sé que si las menciono desde el principio, todo sale más fácil y mejor”, afirma la modelo.
“Hubo situaciones que en algún momento me hicieron pensar en dejar la profesión y buscar una vida más tranquila –asegura en la nota–. Varias veces ocurrió, pero siempre regresé. En muchas oportunidades me planteé: ’Ya está, me voy a vivir al medio del…’ no sé dónde, ‘me bajo de todo’, y… nada, me tiró y tiró fuerte la vocación y otra vez volví al ruido. Todos somos resilientes, todos tenemos nuestras cruces, nuestras mochilas, que nos pesan de distintas maneras –admite–. No sé si existe alguien que no haya atravesado momentos que lo transformaran e hiciesen salir adelante. Si te ponés a charlar con aquel al que imaginás que le fue bien en todo y tuvo todo en la vida, vas a darte cuenta de que también pasó por sus cosas”, analiza la esposa de Roberto Moritán y madre de Bautista, Beltrán, Benicio, Ana y Blanca (a quien perdiera en 2012).
Firme a sus principios, la conductora confesó que pelea sus propios contratos: “No tengo prejuicio en tener que pasar un precio, un presupuesto. Sé que contratarme es una inversión redituable. Me animo a señalar lo que vale tanto porque conozco el resultado, las consecuencias… ¿Mi carácter? (ríe). En realidad, siempre tuve mis propios límites. A mí me gusta hacer las cosas bien, no a medias. No hago nada desganada ni que no quiero. Tampoco me gusta la hipocresía en ningún ámbito ¿Si me equivoco mucho haciendo las cosas a mi manera? No”.
“¡Soy feminista! A esta altura de la vida no se puede no ser feminista. Y me parece que en vez de mirar a las grandes mujeres del mundo o lo que sea, nos tenemos que mirar más a los ojos entre las que nos tenemos al lado: apoyarnos más, ser más sonoras, juzgarnos menos”, cerró.|