Muy poco se conoce de su vida personal fuera de los conflictos bélicos pero se dice que eso lo ha ayudado a mantenerse tantos años en el poder. Con los conflictos desatados sobre Ucrania, su figura de tirano se ha visto reforzada pero nadie conoce su otra cara. Sin embargo, siendo el centro de la escena, la vida privada de este mandatario también acapara la atención y es objeto de polémicas.
“Putin es pequeño y pálido; tan frío que es casi reptil”, había descripto la ex secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright en su viaje de vuelta a Washington cuando sólo sabía que era un ex agente de la KGB. “Putin habló sin emoción y sin notas sobre su determinación de resucitar la economía rusa y aplastar a los rebeldes chechenos. Volando a casa, registré mis impresiones”, escribió, dando a entender la vergüenza que sentía por el estado de su país y su deseo latente de revalorizarlo.
Los 23 años en el poder -lo cual lo ubica como el jefe de estado con mayor permanencia desde la ruptura de la Unión Soviética- han blindado su vida privada de la cual solo se han mantenido misterios y especulaciones. "Hasta la prensa de la oposición, que escribe regularmente sobre la corrupción en el círculo íntimo del presidente, es cautelosa a la hora de escribir sobre las mujeres de Putin", decían en un medio.
Entre las pocas certezas, está su casamiento con su primera mujer, Liudmila Pútina. Cuando se conocieron, en los 80, ella era una ex estudiante de filología hispánica y trabajaba como azafata en una compañía aérea. El casamiento fue el 29 de julio de 1983. A partir de la asunción de su marido al poder, cuentan que se convirtió en una primera dama discreta y sin miras de un afán de protagonismo.
"Comprendí que si no me casaba en dos o tres años, nunca lo haría. Aunque, por supuesto, había adquirido la costumbre de llevar una vida de soltero. Liudmila me cambió", dijo en su momento Putin. Tienen dos hijas en común: María, de 37 años, y Yekaterina, de 36. Uno de los datos es que sus fotografías no son publicadas por los medios rusos y no usan el apellido de su padre. La mayor es una destacada científica especialista en inteligencia artificial y la menor, matemática.
Pero no todo fue color de rosas. En 2013, Liudmila anunció frente a las cámaras de televisión que el amor en su matrimonio había terminado y que estaban próximos a divorciarse. A partir de ahí, no volvió a aparecer en los medios. Durante un tiempo se especuló que podría estar en un convento. Tiempo después se supo que se habría casado con Artur Ocheretni, un empresario con diversos negocios, y habría adoptado el apellido de él.
En 2020, nuevas especulaciones en torno a su vida sentimental revelaron que el mandatario había tenido un vínculo durante su matrimonio con Svetlana Krivonogikh y luego lo habían continuado. También se dijo que tienen una hija, quien lleva una vida de ultra lujos. Pero la web que publicó esa información, fue bloqueada por el gobierno ruso.
El siguiente rumor siempre presente es que mantiene una relación con la ex gimnasta olímpica Alina Kabaeva, con quien tiene 31 años de diferencia. Relatan que Putin la habría conocido cuando ella tenía 17 años y representaba a su país en gimnasia rítmica. Ellos habrían tenido mellizos en 2018. Dos semanas antes del nacimiento de los pequeños, inteligencia ocupó el hospital donde iba a dar a luz y ocultó cualquier tipo de información. Desde ese momento no se sabe nada de ella.
“Putin ha estado escondiendo a sus dos hijas adultas bajo identidades falsas durante años. Si Alina dio a luz a sus hijos, su desaparición podría ser uno de los indicios más fuertes que apuntan a esto”, comentaron los medios.|