Mucho más que vestimenta: la moda y su cercanía con lo social – Negocios & Política
 

El museo de la historia del traje |Mucho más que vestimenta: la moda y su cercanía con lo social

Aunque en muchas ocasiones la moda aparezca como un tema frívolo, se trata de un fenómeno que confluye en distintos ámbitos, como el de la cultura, la política y la economía, y que puede convertirse en un hilo conductor que comunique procesos de cambios de la sociedad, tal como lo evidencia una muestra en el Museo del Traje que reflexiona sobre la identidad en continua construcción de la moda argentina o el libro "Evita frente al espejo".
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En el Museo de la Historia del Traje, la moda y el vestir se piensan como un vehículo que transporta a distintos procesos sociales. "La moda confluye todo el tiempo con el arte, con la cultura, con la política, con la economía. No es cuestión de una ocurrencia de alguien y listo, que está anclada en todo tipo de manifestaciones sociales", plantea Victoria Salías, directora de la institución, licenciada en diseño de indumentaria y especializada en gestión cultural y en curaduría de artes visuales.

"Se puede pensar a la indumentaria como 'qué lindo el vestido que usó Elle Fanning la noche del domingo en los Critic´s Choice Awards', algo totalmente frívolo, pero también se puede pensar que a Mahsa Amini la mataron por tener mal puesto el velo. Ahí, el velo iraní funciona como un condicionamiento de género, de imposición política y religiosa", apunta Salías.

Desde esta perspectiva "la indumentaria tiene un gran cantidad de niveles de análisis y comunica distintas cosas en distintos ámbitos", detalla la especialista.

La muestra Quién es quién, curada por la periodista especializada en moda Victoria Lescano, se enmarca en el proyecto del museo de pensar la moda desde diversas ópticas.

"Quién es quién" invita a recorrer hasta el 19 de febrero una amplia variedad de vestuarios para indagar cómo eran los perfiles de los diseñadores más icónicos radicados en Argentina a fines del siglo XIX y principios del XX; y a algunos diseñadores desde comienzos de 2000 hasta 2019 que innovaron desde la categoría "moda de autor".

Las prendas de la exposición se organizan en ejes temáticos relacionados al modo de construcción, inspiraciones o usos: "Estructuras elementales", "Motivos florales", "Pequeños vestidos negros", "Vestuario diurno", "Marilú" y "Apuestas cromáticas".

Salías cuenta que la muestra "hace un racconto sobre las vinculaciones de los diseñadores con distintos fenómenos" y "está planteada desde distintas formas de mirar a la indumentaria".

La sala "Estructuras elementales" presenta prendas contemporáneas y otras que corresponden a 1930 cuya moldería es muy similar entre sí. "Tal vez cambian los materiales, algunos detalles, pero hay formatos que se van repitiendo a lo largo del tiempo. Por ejemplo, hay una tela plegada en dos que tiene una abertura por la cual pasa el cuello, como si fuera un poncho, que aparece en el caso de los vestidos. Quizás están cerrados de distintas maneras, pero la estructura viene del poncho", precisa la directora.

La exposición despliega vestuarios teatrales en sintonía con el auge de esta práctica cultural y también narra las historias de vida de aquellos diseñadores que emigraron a Argentina. Para Salías, "es interesante cómo van coexistiendo algunos creadores que se desarrollan de forma local y otros que capaz vienen escapando de la guerra en Europa y empiezan a producir moda acá, desde una mirada diferente".

Un aspecto que destaca en la muestra es la exhibición de los diseños de la etiqueta "Marilú", una casa de moda que comenzó inspirada en la muñeca francesa "Bluette" y la revista "La Semaine de Suzette". En 1932, la argentina Alicia Larguía encargó a la firma Kämmer & Reinhardt de Alemania la producción de una muñeca a la que llamó Marilú. "Primero hizo las muñecas, después hizo ropa para las niñas, para que pudieran estar vestidas igual que sus juguetes y después terminó haciendo ropa de mujer", relata la directora del museo.

Otro de los diseñadores célebres que recorre la exposición es Paco Jamandreu, quien comenzó en el mundo de la moda luego de abandonar la casa de sus padres en 25 de Mayo, llevando consigo una maleta con bocetos propios. Según cuenta Lescano, la curadora, en un artículo publicado en el sitio web del museo, Jamandreu envió algunos de sus dibujos a la revista El Mundo con el seudónimo André desde una pensión en Suipacha. "Un tiempo después descubrió que se habían publicado junto con un mensaje que solicitaba su presencia", escribe la periodista.

Durante su prolífica trayectoria, el diseñador vistió a Isabel Sarli, protagonista de las películas de Armando Bo y a la actriz y luego dirigenta política Eva Perón. Su figura aparece también en el reciente ensayo Evita frente al espejo. Moda, estilo y política en Eva Perón, un libro coral compilado por Marcelo Marino y editado por el sello Ampersand que recorre interpretaciones de la líder del peronismo y sus diversas reapropiaciones.

Los ensayos incluidos en ese volumen, de Adrián Melo, Laura Zambrini, Patricia Nobilia y Mariano López Seoane entre otros, abordan la figura de Evita a través de su relación con la moda, desde la incipiente carrera como modelo y actriz hasta su consolidación como referente social y político.

Zambrini, profesora titular de Sociología en la carrera de Diseño de indumentaria y textil de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigadora del Conicet, cuenta que "en el momento que le tocó vivir a Eva Perón, la moda estuvo caracterizada por la austeridad de la segunda posguerra de los años 40 (sobria, gris, uniformada) y el pasaje al new look de los años 50, gracias a la impronta de Christian Dior".

"Desde la sociología de la moda se interpreta que, a través de sus diseños, la sociedad intentó compensar el glamour perdido en los años de la guerra. En el caso de Eva esta dualidad se ve muy marcada. Cuando el contexto lo requería, ella usaba sus famosos vestidos de gala de alta costura, pero el traje sastre y el peinado a rodete fueron su sello emblemático al llevar adelante su labor social", señala Zambrini.

¿Entonces la moda puede contar historias?¿Por qué aparece muchas veces teñida de frivolidad? Para la investigadora, la categorización de la moda como una actividad de poca importancia "se debe a cuestiones históricas de larga data que la asocian con la coquetería femenina y la banalidad".

"Desde mitad del siglo XX, con la cultura de masas, esto se incrementó gracias al desarrollo de la sociedad de consumo, a través de las publicidades, los desfiles y los medios masivos de comunicación se difundieron estereotipos de belleza que apuntaban al cuerpo delgado y joven como el cuerpo hegemónico. Con la sociedad de masas, la moda se consolidó como la industria que apuntaba a la renovación estética constante y al consumo sin sentido", explica Zambrini.

Salías identifica la banalización de la moda como "un tema de bastante complejidad", que "tiene un estigma más cercano a lo femenino bajo una mirada patriarcal que supone que los hombres están en 'cosas importantes' y las mujeres en 'lo frívolo'".

La profesionalización de las carreras de diseño visibilizó cómo se articulaba la moda con la cultura y cómo expresa valores de una época en particular. "Cuando se pudo comenzar a estudiar moda en las universidades se fue nutriendo de otros saberes y disciplinas", precisa la socióloga y agrega que "hoy día sabemos que no es nada banal, sino que es un fenómeno sociológico, que dialoga con temas ambientales, económicos, políticos y culturales".

"Aún el hecho más frívolo se puede leer desde otro lugar", agrega Salías, por ejemplo, "se puede pensar un vestido de los años '50 de 60 metros de falda de Dior como una frivolidad pero también habla de un momento en que la industria empieza a florecer de nuevo, entonces se puede permitir esos metros de tela".

"Durante la guerra no, porque había racionalización de materiales. Por eso las marcas compiten por vestir a las actrices en las entregas de premios, es una forma de darse a conocer. Hoy en día en las redes eso se amplía porque crean un montón de seguidores y posibilidades de ventas. Hay una industria muy fuerte y también problemática porque es muy contaminante, tiene trabajo esclavo y poca estabilidad", indica.

Mientras que en la década de los 90, grafica, "cada temporada se compraba mucha ropa y al año siguiente se tiraba o se regalaba" y la vestimenta "no tenía demasiada posibilidad de durar por lo barato del costo, porque estaba la idea de que era descartable".

Pero gradualmente se ha ido dando un giro hacia lo sustentable que exige prendas más duraderas e invita a reutilizar la vestimenta, coincidente con una conciencia y una ética ambientalistas propia de estos tiempos de crisis ecológica global, donde también los paradigmas sociopolíticos son puestos en cuestión a diario, dando cuenta, asimismo, de esa propiedad, poco recordada pero que siempre ha tenido la moda, como herramienta de transformación social.


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