Ejemplos a nivel mundial hay de sobra. El más resonante es el de Emmanuel Macron (43), presidente de Francia, que se casó con Brigitte Marie-Claude Trogneux (68). Varias actrices de Hollywood han tenido parejas consolidadas con hombres más jóvenes que ellas, como es el caso de Demi Moore y Ashton Kutcher. La lista sigue y no se trata solamente de vínculos que tienen como protagonistas a personas reconocidas a nivel mundial.
Sin embargo, en el libro ¿Todavía hay sexo en la ciudad?, publicado en 2019 por Candance Bushnell, la autora relata cómo es la vida de las mujeres de más de 50 años y, entre otras cosas, descubrió que el cubbing está de moda.
Este término se refiere a las relaciones sexuales y/o románticas que se establecen entre mujeres generalmente mayores de 50 años y hombres más jóvenes y toma la denominación de la palabra cub, que en inglés significa cachorro.
“Este intercambio sexual puede ser romántico, excitante, lúdico, espontáneo, libre, sin posesividad. Lo que aporta el joven es su curiosidad, su biología incesante y su belleza, rica en olores y estética. ¿Qué pueden aprender? Todo. Una mujer empoderada en su placer, bien cuidada, que se percibe a sí misma deseable, se entrega. No hay nada mejor para disfrutar de la sexualidad que la libertad mental e ignorar las críticas de los que están imposibilitados al goce”, dice a Clarín Olga Tallone, psicóloga, sexóloga y terapeuta corporal.
“Por un lado, parecería existir una fantasía entre los hombres jóvenes ligado a una relación con una mujer más grande en edad, más experimentada por consecuencia, que los llevaría a vivenciar una sexualidad más abierta y, tal vez, con nuevas experiencias. Posiblemente, el hecho de satisfacer el deseo de una mujer madura alimentaría, en su imaginario, su virilidad”, expresa a Clarín Gabriela Blondeau, psicóloga y psicoanalista.
Y agrega: “Otro plus importante tiene que ver con la posición de la mujer que se encuentra plantada de una manera más sólida en la vida y vive las relaciones con más liviandad y menos presión emocional. A algunas mujeres, el ser deseadas por un hombre joven podría devolverles algo de la imagen de juventud y eso sería un gran estímulo en el campo de lo sexual”.
Hace algunos años una relación en donde el hombre fuera bastante más joven que la mujer no hubiera sido algo ampliamente aceptado. Más allá de que todavía existen algunos prejuicios y tabúes, en la actualidad predomina una mentalidad más abierta y algunas características, como la diferencia de edad, ya no juegan un papel importante a la hora de hablar de amor.
Estos vínculos, muchas veces, pueden arrancar como un touch and go. Cada vez son más los y las que se animan a vivir un romance valorando el encuentro del día a día sin estar pensando demasiado en el futuro y en el qué dirán.
“Por supuesto que hay lugar para el compromiso afectivo. Lo erótico sin lo afectivo, carece de humanidad. No se ponen de 'novios' porque ya nadie se pone de novio. Si hay algo que observamos en esta época y en las generaciones jóvenes y libres, es el rechazo a poner un título a sus vínculos”, opina Tallone.
“Todo va a depender de la madurez que tengan ambos y el deseo por estar juntos. Son vínculos que pueden ser muy enriquecedores, cada uno aportando lo suyo, como cualquier otro vínculo compartiendo por un lado experiencia, conocimiento de vida, belleza y, por el otro, vitalidad, entusiasmo y juventud”, dice Blondeau.
Para Tallone, los beneficios de los jóvenes que eligen este tipo de parejas son madurar, aprender, comprender a las mujeres, sentirse fuertes, valorados y reconocidos en esas mujeres deseantes. “Para una mujer mayor implica rejuvenecer porque se impregna de palabras actuales, puede tener la cantidad de orgasmos que desea al no estar con un hombre que se canse. Se siente homenajeada, revalorada y sin estar a la defensiva de la misoginia patriarcal”, añade.
“Las mujeres a esta edad han tenido más de una pareja sexual, se conocen a sí mismas, saben claramente lo que le gusta, qué las complace, qué y cómo dar y recibir, no están con vueltas, son abiertas y, en ocasiones, con deseos de experimentar. Las palabras claves son: libertad, claridad y diversión”, dice María Gabriela Simone, psicóloga especialista en sexualidad y pareja.
¿Cuestión de tiempo?
Una de las preguntas más frecuentes que suele formular el inconsciente colectivo en relación a este tipo de romances es si tienen o no una fecha de vencimiento.
“Son personas que idealizan un poquito al otro. Yo tuve en el consultorio parejas de estas características que empezaron a venir cuando notaron un quiebre por la diferencia de edad. Muchos vínculos se dan sabiendo que no van a ser eternos. Es la cultura del 'mientas tanto', 'vamos viendo', 'vemos como pinta'. Son parejas que no están hechas para siempre, muy en el fondo saben que en algún momento se puede terminar aunque no lo admitan”, responde Beatriz Goldberg, licenciada en Psicología y autora, entre otros, del libro Cómo encontrar pareja y no morir en el intento.
“Nada es lineal, hay que tomar caso por caso. Va a depender de un montón de variables que se den en el entramado de cada vínculo. Influye mucho la brecha generacional. Hay cosas que ellas ya hicieron y a ellos les falta vivirlas, qué expectativas tenga cada uno, si el hombre tiene pensado tener hijos o no. Si no está interesado en esto la relación se puede sostener. Dependerá del amor que se pueda formar y de cuán profundo sea ese amor”, finaliza Simone.|