El mundo vive un momento en que se enfrenta a importantes desafíos como el cambio climático, sin embargo, el neurocientífico portugués Antonio Damasio considera que no hay que infravalorar la capacidad humana para resolver los problemas.
Damasio (Lisboa, 1944) acaba de publicar Sentir y saber. El camino de la consciencia (Destino) porque, según ha indicado en una rueda de prensa virtual, tenía algo nuevo que decir, en este caso, sobre la consciencia, cuyo origen relaciona con el sentir.
En esta ocasión, uno de los neurocientíficos más reputados, ha escrito practicando el arte del haiku, quedándose solo con lo esencial, para que fuera “más inteligible y llegara a un grupo más amplio de lectores”.
El director del Instituto del cerebro y la creatividad en la Universidad del Sur de California (EE.UU) habla del origen y la evolución de la mente consciente, desde las primeras bacterias, hace 4.000 millones de años, hasta la actualidad, y también del sentir y de la inteligencia.
¿Qué es ser inteligente? Damasio señala que existe una implícita: la capacidad de resolver un problema de un modo ventajoso para el propio organismo, la cual se da también en las bacterias o las plantas, que “gestionan su vida pero no saben que lo están haciendo”.
En el caso de los humanos, que somos seres conscientes, que vemos el mundo que nos rodea, ser inteligente es “hacer cosas que puedan ser beneficiosas tanto para ti, como para los otros, o para la humanidad en general”.
A la vista de los problemas que encara el mundo, podría pensarse que nos estamos volviendo menos inteligentes, pero él no está de acuerdo. “Estamos pasando por muchas dificultades, la crisis climática es un buen ejemplo. Cuando uno abre el periódico por la mañana, en lugar de besos y abrazos leemos sobre conflictos, sobre choques”, pero cree que “no deberíamos infravalorar la capacidad humana para resolver los problemas”.
Durante la historia ha habido periodos con “muchísimos problemas, pero ahora la gente está siendo más honesta y lo está contando” y, aunque unos días al lenvantarse piensa: “qué horror de mundo”, otros piensan: “en el pasado resolvimos otras cosas, por qué no ahora (…) espero que resolvamos todos esos problemas”.
Damasio dedica en su libro, de capítulos muy breves, uno a la inteligencia artificial y se pregunta cómo funcionarían los robots si tuvieran un cierto grado de vulnerabilidad, si en eso se parecieran, aunque fuera solo un poco, a nosotros.
El neurocientífico hace hincapié en que no está diciendo que le gustaría que las máquinas sintieran como los humanos, ellas no tienen sentimientos y “es lo último que quisiera”, además, como no tienen vida “nunca van a ser como nosotros”.
El libro trata, sobre todo, de la realidad del ser humano y de otros seres vivos que tienen sentimientos, los cuales “dieron origen a la consciencia y la obsequiaron generosamente al resto de la mente”, escribe Damasio.
Estos pueden ser primarios (hambre y sed, dolor y placer) o provocados por alguna emoción como el miedo la ira o la alegría, y su principal función es transmitir información, que proporcionará un comportamiento. A través del sentimiento uno acaba siendo capaz de saber, explica a los periodistas.
A lo largo de la evolución, llegó un momento en que el sistema nervioso fue capaz de comunicarse, de interactuar con el cuerpo y es en esa interacción cuando se tiene la posibilidad de sentir.
Hay personas que piensan que la consciencia es algo “muy misterioso” y no se puede explicar, pero es porque se basan solo en el cerebro para tratar de hacerlo.
El cuerpo -apunta- no puede tener consciencia sin sistema nervioso, pero este tampoco puede tenerla sin sentimientos, sin el cuerpo.
La consciencia “es una habilidad maravillosa que nos permite saber quiénes somos y no todas las criaturas vivas pueden decir lo mismo”, ha permitido que haya conocimiento y, con ella, hemos podido desarrollar una inteligencia basada en el razonamiento y la creatividad. |