De estrellas del street style a desaparecer del mapa: la maldición de las rusas – Negocios & Política
 

En la mira |De estrellas del street style a desaparecer del mapa: la maldición de las rusas

Hijas y esposas de los oligarcas rusos que florecieron como estrellas del street style y embajadoras del lujo, sufrieron la caída de su poder pero la guerra entre Rusia y Ucrania las ha vuelto a poner en la mira, y no para bien.
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El pasado 8 de marzo Len & Grechka ofrecía a sus clientes de Moscú y San Petersburgo un aperitivo de patatas fritas con salsa de remolacha gratis por compras superiores a 1.000 rublos (poco más de seis euros). La intención era celebrar el Día Internacional de la Mujer. Nada sospechoso, en principio, de no ser por ese toque de remolacha, ingrediente principal de la sopa borsch, plato estrella de la cocina ucraniana. Muy hábil ahí Elena Perminova.

La modelo rusa reconvertida en empresaria lleva las riendas de esta cadena de panaderías/pastelerías veganas y gluten free, aventura saludable que puso en marcha en 2018 y trasladó dos años después a Londres, donde reside con su familia. También tiene un negocio de venta de ropa de lujo de segunda mano —plataforma de consumo responsable, la llama ella— en Instagram, My Happy Archive. El post más reciente, un abrigo de piel a 2.335 euros, es del 23 de febrero, un día antes de la invasión de Ucrania. Los únicos comentarios que recibe desde el bloqueo de las redes sociales en Rusia etiquetan #fuckputin, emoji de dedo índice levantado. “Qué miedo (emoji de corazón roto). Queremos paz (mayúsculas en el cirílico original, muchas exclamaciones)”, expresaba en su propia cuenta, un fundido a negro por toda imagen, el mismo día del inicio de la guerra.

A sus 35 años, Perminova sigue gastando maneras de maniquí influyente, aunque con un perfil bastante más bajo que en su momento de gloria. Con antecedentes penales (estuvo en la cárcel de los 16 a los 19 por pasar éxtasis en discotecas), un grado en Económicas, un posado para Playboy y un marido ex agente de la KGB que le dobla la edad (Aleksánder Lébedev, oligarca de pro), era la más interesante de aquel contingente de it girls que llegó del frío para tomar las capitales europeas del lujo a principios de la pasada década. La mafia del estilo, las zarinas, la armada rusa, les decían. Las recordarán de cualquier página o galería de street style: Miroslava Duma, Dasha Zhukova, Ulyana Sergeenko, Anya Ziourova, Ekaterina Mukhina, Vika Gazinskaya.

Eran los objetivos de Scott Schuman (The Sartorialist), Tommy Ton, Phil Oh, Alan Katz y Jonathan Daniel Pryce a su servicio cada vez que ponían un pie en la rue. En 2013 no había revista de alta gama o blog de tendencias dispuesto a perdonar sus estilismos de marca. A finales de 2018 desaparecieron del mapa igual que habían llegado, de repente, haciendo ruido. La mayoría son fantasmas que la moda prefiere espantar pero a los que, ahora mismo, no puede evitar observar de soslayo por origen, contactos personales y significado político.

Hija de senador y esposa de funcionario del Ministerio de Comercio, Miroslava Duma cayó la primera. Era enero de 2018, los desfiles de alta costura estaban a punto de empezar, cuando la pillaron en un renuncio racista junto a su íntima, la diseñadora Ulyana Sergeenko, y al poco, en otro transfobo. Encima, su nombre apareció en el Informe Muller, las conclusiones de la investigación sobre la injerencia del Kremlin en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 que ganó Donald Trump, un cameo que le granjeó su amistad con Ivanka Trump y con el que fuera viceprimer ministro ruso, el fallecido Sergei Prikhodko. Entonces dejó la influyente plataforma online de arte y estilo de vida que había fundado, Buro 24/7, para intentar redimirse como emprendedora de la moda con Future Tech Lab, inversora de startups dedicadas a la innovación tecnológica/sostenible que avaló Stella McCartney.

Hoy solo China se presta a hacer negocios con ella. El caso es que la familia de la otrora pizpireta Mira (siberiana, 37 años) es ucraniana. Sus hermanos siguen en el país. “Tengo el corazón partido en dos”, lamentaba a finales de febrero en su perfil oficial de Instagram, casi dos millones de seguidores, borrado por completo a excepción de una serie de fotografías de manifestaciones en Moscú y Berlín contra la invasión rusa. Dice que reza por la paz mundial, pero no hay condena expresa. Peor es el silencio de su amiga Sergeenko, ex del oligarca Danil Khachaturov, dueño de Rosgosstrakh, la mayor aseguradora rusa. Miembro de la Federación de la Alta Costura francesa, es posible que no vuelva a desfilar en junio si persiste en su mutismo.

Tampoco hay noticias de Vika Gazinskaya, siempre crítica con Putin y los oligarcas: “Han robado el país”, decía en 2014, cuando fue finalista del LVMH Prize de jóvenes diseñadores. Y menos aún de Ekaterina Mukhina, directora del Elle ruso a la que ya le llovieron los palos en octubre de 2021 por culpa de aquel editorial titulado Friendships of Peoples, presunto homenaje a los diseñadores ucranianos en plena escalada de tensión entre ambos países.

Mientras, a Anya Ziourova se la vio por última vez en público durante esta semana del prêt-à-porter parisino. Claro que la estilista estelar, directora de moda invitada de Vogue Hong Kong, casada con Cosmo Roe (bróker de Goldman Sachs), hace vida en Nueva York, al igual que Dasha Zhukova. La fabulosa ex del multimillonario Román Abramóvich se ha desmarcado de las que fueran sus compañeras de correrías: ha cesado temporalmente la actividad de Garage, museo de arte moderno que fundó en 2008 —con sede en un edificio proyectado por Rem Koolhaas en el parque Gorki moscovita— y ha condenado la guerra. Solo que la hija del barón del gas y el petróleo Alexander Zhúkov (citado en los Papeles de Panamá) lo llama “conflicto” y, además, no nombra a Putin en sus comunicados, detalles por los que está acusando la pérdida de amigos coleccionistas y artistas que ya no quieren exponer con ella.

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    Ant Sig