Con la promesa de un esperado reencuentro presencial tras dos años de ausencia y una propuesta no virtual de preeminencia nacional, incluso regional, ante las exigencias de una pandemia que flexibiliza sus exigencias pero que continúa modificando el pulso de los grandes eventos internacionales, la Feria del Libro de Buenos Aires se prepara para desplegar su tradicional potencia cultural y lectora a partir del jueves en La Rural.
A menos de cinco días de que la Feria del Libro abra sus puertas al público general, libreros, editores, representantes de universidades, provincias y países de todo el mundo apuran los preparativos de sus stands para lo que será un esperadísimo recomienzo, un ansiado volver a encontrarse en presencia por los pasillos del tradicional predio porteño cuando, tras el discurso inaugural del escritor Guillermo Saccomanno, en la noche del jueves próximo, se corte la cinta que da inicio al mayor evento librero de la región.
Con La Habana como la Ciudad Invitada de Honor, entradas oscilan entre los 300 y 450 pesos y cheques para usar en librerías, entre los invitados internacionales más relevantes están el best seller estadounidense John Katzenbach (autor de El psicoanalista), Javier Cercas, la española Paulina Flores, el rumano Miguel Gane y la joven poeta Loreta Sesma.
Su nuevo director, Ezequiel Martínez, se predispone para vivir todos estos días hasta el 16 de mayo, un total de 18, "del otro lado del mostrador, en la organización y en la trastienda -explica a Télam- y ver todo el esfuerzo y la cantidad de cosas que involucran a la Feria del Libro más importante de la región. El desafío más grande es vivirla desde dentro con un gran equipo detrás que me respalda para que todo sea posible, que todo salga de la mejor manera y que sea un disfrute para lectores, autores, editores y todo el público en general".
"La recorrí como lector, periodista, participante de mesas o diálogos o entrevistas, pero nunca desde este lado y eso significa no solo el desafío de estar al frente del regreso y el reencuentro con la Feria Internacional del Libro después de tres años, en que la pandemia impidió también hacerla de manera presencial, sino vivir el día a día cada uno de los detalles, actividades, jornadas, encuentros, diálogos, firmas de autores, el encuentro con los lectores", indica Martínez.
Respecto a cómo se imbricará la propuesta internacional ante los impedimentos logísticos que aún impone la pandemia, Martínez, titular de la Fundación El Libro, desestima un menoscabo, "el tema de la pandemia de Covid no creo que signifique una merma en la presencia internacional -asevera-. Ya no solo los expositores, incluso países como Chile y Uruguay van a tener una presencia mucho más grande que en ediciones anteriores".
"La falta de la Feria Internacional del Libro los tres últimos años nos ha puesto de nuevo en la vidriera internacional, en el interés de los autores de las representaciones diplomáticas extranjeras o de los centros culturales del exterior con representación en Argentina, que se han acercado para ayudarnos a traer autores y autoras de otras partes del mundo", señala Martínez.
"Gracias a eso -afirma-, vamos a tener una enorme presencia no sólo de latinoamericanos, que es grandísima, sino de Europa y otros continentes que van a participar en actividades organizadas por la Fundación El Libro, las mismas embajadas, instituciones culturales e incluso editoriales que han hecho un esfuerzo muy grande para traer a algunos de sus principales autores. La Feria siempre ayuda a que el mercado local y regional se reposicione y se posicione, a que pueda salir de a poco de una crisis que ha afectado a muchos sectores, no solamente al del libro".
Las expectativas con respecto a este regreso "son las mejores, esperamos y básicamente necesitamos una gran Feria del Libro para todo el sector- aporta Juan Manuel Pampín, vicedirector de la Cámara Argentina del Libro (CAL) y editor de Corregidor-. La Feria es un punto de referencia en nuestro año, todo el sector vive pensando en ella para presentar lo mejor de sus propuestas, a partir de ella trazamos nuestros objetivos y nos preparamos para recibir clientes del interior y el exterior en las Jornadas Profesionales, por eso precisamos que funcione y que la gente se acerque".
"Sentimientos encontrados es lo que puede definir por momentos estos días previos al comienzo de la largamente esperada la Feria del Libro", agrega Leonora Djament, editora de Eterna Cadencia, que compartirá el ya clásico stand de Los siete logos en el Pabellón Amarillo, junto a los sellos independientes Adriana Hidalgo, Beatriz Viterbo, Caja Negra, Criatura, Eterna Cadencia, Katz y Mardulce.
"Estamos felices y emocionados -explica Djament- por todo lo que supone en términos simbólicos y económicos este regreso y también porque quiere decir que la pandemia tal como la conocimos efectivamente está terminando. Todo esto es motivo de festejo y ahí estaremos con barbijo, pero cara a cara para seguir recuperando la presencialidad, los vínculos, las reuniones y conversaciones".
Pero a la vez, advierte, "la situación editorial es muy compleja porque al escenario inflacionario que vivimos en nuestro país se le suma un aumento todavía mayor de los costos industriales del libro. Paralelamente siguen sin estar del todo normalizado el abastecimiento de papel, con lo cual es muy difícil planificar. Ojalá que podamos encontrar herramientas que nos ayuden a resolver, aunque sea parcialmente esta situación".
Una situación que sin embargo no impide alianzas para que editoriales pequeñas y novedosas como Chai vayan a tener en esta peculiar vuelta su primera experiencia en una feria grande, agrupadas y asociadas con sellos amigos, pares que facilitan su presencia.
Chai compartirá el stand colectivo de Panorámica, también en el Pabellón Amarillo, con Compañía Naviera, Abre, Concreto, Fiordo, Odelia y También el Caracol, y una expectativa plausible: "acercar nuestros libros a nuevxs lectorxs, aprovechando la gran cantidad de personas que circulan por la Feria", dice Soledad Urquía, cocreadora del sello fundado en San Javier, Córdoba, en 2019, que para este evento se reserva como plato fuerte La vida después, de Donald Antrim, un libro particularísimo escrito tras la muerte de la madre del autor, que bucea en las motivaciones inconscientes, los sueños, el padecimiento psíquico, el alcoholismo y todo lo fallido que puede existir en una familia.
La CAL, en tanto, va a estar presente, "como siempre -subraya Pampín-, a partir de su stand institucional donde va a agrupar a los pequeños editores y socios, cerca de 40", y, por otro lado, adelanta el directivo, "este año presentará el plan de Internacionalización del Libro Argentino que está empezando a llevar a cabo a través de un acuerdo con Cancillería, lo cual va a permitir una gran difusión para pequeñas y medianas editoriales que no siempre son aquellas que están interviniendo en las ferias internacionales y que esperamos pueda sostenerse en el tiempo y se termine transformando en una política de estado a largo plazo".
En un contexto complejo y con las mejores expectativas la Feria se dispone a aplicar algunas de las mejores enseñanzas que le dejó la pandemia, mantendrá "este formato híbrido de presencias a través de streaming o en conexión de escritores que estarán en otra parte del mundo dialogando con escritores que dentro de una sala y frente al público, que puede ser trasmitido y seguido por gente de cualquier parte del país y el mundo. Esto suma lectores, suma público, es una variante que llegó para quedarse y está bien que conviva con el presencial", se despide Martínez.|