Afortunadamente, la respuesta es sí: es posible. Sonja Lubormirsky, experta en psicología positiva de la Universidad de Californa, identificó que el nivel de felicidad depende un 50% de la genética; un 40%, de nuestro propio control y un 10% de las circunstancias de la vida.
Es decir, un 40% de nuestra felicidad depende de las cosas que hacemos intencionalmente. Una de esas cosas puede ser cuidar nuestra salud mental, lo que requiere conciencia y dedicación. Implica hacer cosas. ¿De qué forma podemos cuidarla para sentirnos mejor?
La importancia del optimismo
La primera recomendación es cultivar una actitud optimista. Diversos estudios muestran que el optimismo incide directamente en la salud.
Esto no significa que haya que pensar que todo va a salir bien. En lo que consiste es en confiar en las posibilidades, centrarse en lo que se puede controlar. Para ello, se debe reflexionar sobre nuestro estilo explicativo. ¿De qué forma nos explicamos las cosas que nos ocurren?
Para comprobarlo, puede pensar en algo negativo que haya pasado en las últimas semanas, que considere un fracaso. Después, escribir la razón por la que piensa que ha ocurrido y analizarla. Las consecuencias de ese fracaso, ¿son permanentes o temporales? ¿Ocurrió por factores personales o que estaban fuera de su control? Este fracaso, ¿afecta a toda su vida o sólo a una área específica?
Ante una situación negativa, una persona optimista dará una connotación temporal. Remitirá el problema a un área específica e identificará los factores personales que han contribuido a que ocurra.
En caso que detecte que sus explicaciones son pesimistas, puede plantearse otras cuestiones. ¿Hay evidencias de que lo que piensa es cierto? ¿Sirve de algo pensar así? ¿Qué otras maneras hay de ver la situación?
Relaciones personales reales
En segundo lugar, es importante cuidar las relaciones personales reales. Según Tal Ben Shahar, doctor en psicología y profesor de la Universidad de Harvard, cuantas más horas pasamos en las redes sociales más solos nos sentimos. No hay que olvidar que la soledad es un indicador importante de la depresión.
Por ello, también es importante programar momentos de desconexión tecnológica y pasar tiempo de calidad con las personas con las que se interactúa, escuchándoles con profundidad: manteniendo contacto visual, priorizando el entendimiento, no la mera contestación y planteando preguntas constructivas y apreciativas sobre lo que están explicando.
Priorizar el “hoy”
Pensar constantemente en lo que pasará en un futuro incierto genera ansiedad. Por otro lado, quedarnos anclados en cómo era la vida antes de esta situación puede llevar a la depresión. En este caso, lo óptimo para la salud mental es centrarse en el hoy, en el presente, marcando retos personales que cumplir. Dedicando, por lo tanto, parte del tiempo diario a conseguirlos.
Es importante definir una meta de crecimiento personal realista a medio plazo y objetivos concretos para alcanzarla. Para establecerlos, es útil la técnica SMART. Por sus siglas en inglés, significa que debe tratarse de un propósito Específico, Medible, Alcanzable, Relevante y definido en el Tiempo.
Practicar la generosidad
El psicólogo Chistopher Peterson (1950-2012) afirmaba que, para ser felices, necesitamos tener en cuenta tres palabras: “Los demás importan”.
La auténtica felicidad se alcanza cuando vivimos una vida con propósito y trascendente. Una vida, al fin y al cabo, al servicio de una causa mayor que uno mismo. De hecho, según diversos estudios, practicar la generosidad nos hace efectivamente más felices.
Los actos de generosidad pueden estar dedicados a gente conocida o desconocida. Además, pueden tener que ver con ayudar a alguien o sencillamente con dedicar tiempo o dar los buenos días.
Ser agradecido
Martin Seligman, uno de los máximos representantes de la psicología positiva, explica que las personas tendemos a dedicar más tiempo del saludable a pensar en lo malo de la vida.
Para combatirlo propone pensar en lo que salió bien y sentirnos agradecidos. Esto no implica dejar de ver los problemas, sino tomar conciencia de los aspectos positivos de la cotidianeidad y dar gracias por ellos.
No tienen que ser cosas extraordinarias. Puede tratarse de simples detalles: recibir una buena noticia, disfrutar de un café, tener un encuentro con alguien a quien se aprecia, disfrutar de un día soleado.
Salud mental, pero también física
Junto a estos consejos, es imprescindible el cuidado del cuerpo. La salud mental se desarrolla sobre la base de tres pilares fundamentales: dieta saludable, actividad física y mantener un sueño adecuado.
Estas son algunas de las cosas prácticas que puede hacer para mejorar su salud mental y sentirse feliz, a pesar de la situación en la que continuamos viviendo. ¿Se anima a intentarlo? |
María Gámiz Sanfeliu - Dra. en Psicología, especialista en Psicología Positiva, Universitat Internacional de Catalunya | The Conversation |