En el mundo de hoy resulta sencillo entender cómo funcionan las campañas publicitarias. El marketing para muchos se ha convertido directamente en un estilo de vida o una filosofía. La serie Mad Men narra los entretelones de la vida neoyorkina de los años 60, a través de la mirada de Donald Drapper, un ejecutivo de cuentas que trabaja en una agencia publicitaria. Se caracteriza por un guión sutil, sin golpes de efecto, pero con el cuidado de grandes actuaciones, vestuarios y accesorios de época que logran una gran inmersión.
Donald Drapper trabaja en la agencia Sterling Cooper, donde escala posiciones a base de grandes ideas para campañas publicitarias que posicionan a la compañía entre las más importantes de la avenida Madison. El nombre que ostentaban los que trabajaban allí era un juego de palabras: mad men, en alusión a hombres locos y a hombres de Madison a la vez.
Mientras conocemos el trasfondo oscuro que posee el protagonista y su camino al éxito, se suceden los acontecimientos más importantes de la década como la crisis de las bombas en Cuba o el asesinato del presidente Kennedy. La serie advierte con sutilezas la filosofía de la época y los mandatos patriarcales, el alcoholismo, los traumas de posguerra y la contraparte del sueño americano.
Aquí es donde entra otro de sus personajes principales, Peggy Olson, interpretada por Elizabeth Moss (Los cuentos de la criada), que actúa como aliada y antagonista de Don. Su historia inicia como secretaria, pero rápidamente empieza a mostrar interés por el oficio publicitario y descubre que no encaja en los perfiles establecidos para las mujeres de la época. Enfrentada a una misoginia sistemática, Peggy se abre paso en un mundo de hombres no sin antes hacer grandes sacrificios al respecto.
Podría parecer que la serie trata sobre la lucha entre agencias y sus grandes planes para contentar clientes. Pero más allá de la elegancia que tienen las ideas de Don Drapper o las nuevas perspectivas que logra Peggy, lo que destaca en esta serie es el desarrollo de todos los personajes, que adquieren profundidades interesantes y atraviesan conflictos que logran interpelarnos más allá de la distancia epocal. Además, los detalles de época están puestos estratégicamente, logrando la inmersión justa y una sorpresa constante por los detalles.
La compañía AMC que trajo a nuestras vidas esta gran producción cuenta con grandes entregas como Breaking Bad o The Walking Dead, que se caracterizan también por ahondar en la psiquis de sus personajes y las dinámicas vinculares que cada trama propone. En Mad Men, acompañamos a Don y Peggy en sus búsquedas por tenerlo todo, a causa del vacío que de alguna manera cada personaje atraviesa y que se llenan a través del consumo y las promesas de una eventual vida feliz. |