Licorice Pizza: un elogio de la inocencia – Negocios & Política
 

Nominada al Oscar |Licorice Pizza: un elogio de la inocencia

Paul Thomas Anderson homenajea su infancia con una mística del Hollywood dorado de los años 70. A diferencia de otras producciones conocidas por sus temáticas oscuras, sus protagonistas debutantes brindan calidez y un aire fresco a esta película nominada al Oscar que se propone contar una historia de amor lejos de todos los esquemas conocidos.
Juan Báez Nudelman
Cine y Series
Juan Báez Nudelman
Cine y Series

Una vez publicada la lista de películas nominadas al máximo galardón de la Academia hollywoodense, uno de los títulos que llamó la atención fue Licorice Pizza, protagonizada por nombres más o menos desconocidos para el ambiente del cine.

Alana Haims, forma parte de la industria musical, donde comparte con sus hermanas (que interpretan a su familia en el film) una banda llamada Haim, que ha compartido trabajos con artistas como Taylor Swift, Julian Casablancas, The Killers, entre otros. La cantante y música multiinstrumentista es oriunda del Valle de San Fernando, en California, lugar donde se sitúa el largometraje y donde fue criado también el director, Paul Thomas Anderson.

Conjugando estos componentes, podemos detectar que se trata del confort de sentirse como en casa -literal- lo que abraza esta obra con un color totalmente diferente a la filmografía anterior de Anderson. Lejos de los simbolismos de Magnolia, o la psicosis de sus personajes en Boogie Nights, Licorice Pizza pone el foco en planos y sucesos sociales y políticos de los años 70 que definen con precisión el ambiente en el que se desarrolló su infancia.

Las luces del sol en California, el neón, tomas y planos secuencia en alusión a las técnicas de los años 70 (tal como sucede en Once Upon a Time in Hollywood, de Quentin Tarantino) se articulan en un relato inocente, que esconde tras de sí la propia actitud naif de una sociedad atravesada por la Guerra Fría, las medidas económicas de Richard Nixon y los artilugios del mundo del espectáculo y la industria de Hollywood.

Aquí es donde es interesante destacar al otro protagonista de la película: Cooper Hoffman, hijo del fallecido Philip Seymour Hoffman. Cooper también hizo su aparición en el mundo de la actuación y el cine a partir del llamado de Anderson. Entrevistado al respecto, contó: “nunca lo consideré una posibilidad. Siempre tuve un poco de miedo de entrar en ese campo porque mi padre lo hacía muy bien”. “Pero en el segundo que leí (el guión) con Paul y Alana, me emocioné mucho. Fue como, ‘Dios mío, necesito hacer esto’”.

Hoffman toma el papel de Gary Valentine, un niño de 15 años que trabaja desde pequeño en producciones audiovisuales, desde comerciales a shows televisivos similares a los de Cris Morena en Argentina. Gary conoce a Alana en su escuela, de manera casual, y comienzan una relación de amistad que está marcada por la diferencia de edad, pues ella tiene 25.

El chico se muestra siempre muy seguro y hasta parece tener un halo de adultez impostada. En paralelo, Alana se encuentra en un momento de crisis sobre su camino en la vida, con imposiciones de una familia tradicional judía en el medio. En sus idas y vueltas, ellos corren de un lado a otro intentando negocios delirantes y soñando en grande. Escapan o se lanzan a la aventura con la impulsividad y la inocencia de la juventud como auras protectoras en un mundo duro. Aquí, cabe destacar las intervenciones exquisitas de Sean Penn, Tom Waits y Bradley Cooper, que aparecen en pequeñas dosis para darle ritmo a una trama que maneja otros tiempos e incluso, una sonoridad diferente. Al fin y al cabo, lo increíble de este film es que más allá de las formas, se trata de una simple historia de amor.|

    Vínculo copiado al portapapeles.

    3/9

    Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

    Ant Sig