Uno de los fetiches más populares en estos primeros meses del año son los premios de la Academia que celebran las mejores producciones de la industria del cine. Siempre existe algún título que se nos escurre entre todas las propuestas para ver y a veces también, las tendencias traen al frente discusiones que ganan la escena, como sucedió con Spiderman:No way home, lanzada en paralelo con el ansiado retorno a la pantalla grande de Matrix: Resurrecciones.
Algo así se dio dentro de la misma plataforma de Netflix, que estrenó La fuerza del perro cuando todas las expectativas estaban puestas en la llegada de Don’t Look Up, o No mires Arriba en Latinoamérica. Sin embargo, la que terminó brillando en la entrega de los Golden Globes fue justamente la primera película, que ganó el galardón de mejor película de drama y su directora, Jane Campion, fue elegida también como la mejor directora.
Y la verdad es que tiene más que justificada su distinción. La película administra muy bien la presencia de grandes actores en cámara, con Benedict Cumberbatch a la cabeza pero con la brillante interpretación de Kirsten Dunst como contraparte necesaria para provocar la tensión en la que se desarrolla el filme.
El viejo oeste
El ambiente rural y salvaje del far west norteamericano potenciado por el contexto de principios de 1900 son una suma de ingredientes interesantes para pensar transversalmente feminismo, relaciones patriarcales e incluso la posible gesta de un asesinato (sujeta a la interpretación de quien la mire). La directora Campion propone una estructura de capítulos o volúmenes, en los que se ordenan distintos núcleos del relato.
Benedict Cumberbatch interpreta al dueño de un rancho que junto a su hermano ostenta una riqueza de muchos años de oficio y dedicación a la ganadería. Sin embargo, todo cambia cuando Jesse Plemons (conocido por su papel en Breaking Bad) que encarna a su hermano, se enamora de la dulce viuda del pueblo (Kirsten Dunst). Al personaje de Cumberbatch le invade una gran misoginia no resuelta en los confines de su adolescencia, y rechaza de forma rotunda el casamiento de su hermano. Para colmo, la viuda es madre de un hijo “afeminado que necesita ser enderezado”, interpretado por Kodi Smit-McPhee.
A la inmensidad del terreno montañoso y árido, se le impregna un ambiente tenso y lúgubre, que aumenta junto al conflicto de los personajes por su convivencia forzada. En el medio, lo que se discuten son los valores de la institución familiar, los protocolos vinculares y las imposiciones desde lo patriarcal sobre la fortaleza y la capacidad de supervivencia. Y quizá sea esa la discusión que intente plantear Jane Campion.
La película nos sumerge en esta olla de presión a base de cowboys, drama psicológico, suspenso y hasta reminiscencias de Secretos en la montaña. Para quienes gustan de buenas interpretaciones, paisajismo y las recreaciones de época, esta es una joya que Netflix tiene disponible entre sus mejores producciones. |
