“No conozco otra forma de vivir que no sea ésta. Yo sería esta Lizy travesti en Irak. A mí no me importa si duro viva diez minutos o toda una vida. Tampoco calculé: ‘Me voy a hacer travesti porque hay leyes que me protegen’. Soy una chica trans, travesti o lo que quieras, más allá de dónde me toque serlo…”, afirmó orgullosa la inminente conductora de Trato Hecho, en un reportaje exclusivo de la revista Gente.
“… Por eso no comparto cuando me señalan: ‘Vos elegiste’. ‘Yo no elegí, no. ¿Pensás que alguien en sus cabales hubiese elegido ser travesti en una época en que serlo era lo peor, porque no conseguías trabajo, te discriminaban, no podías caminar por la calle, ¡y hasta calzaba 43!?’. Ni siquiera tuve la oportunidad de planteármelo”, afirmó.
“Yo crecí peleando por ser mujer, sin gritar, sin exigir, sin imponer, sin tener miedo. Peleé con el arma más poderosa que pude tener: la fe de creer en mí”, cuenta a lo largo del reportaje, parte de un nuevo capítulo del ciclo de 12 principios basado en distintas temáticas de impacto cotidiano como emblema en favor de la inclusión y contra la discriminación.
La chaqueña de Resistencia relata parte de su historia: “En mi caso el choque surgió en esa etapa en la que los chicos no quieren saber nada relacionado a las chicas, ni ellas con ellos. Ahí ni los nenes ni las nenas se querían juntar conmigo. Entre los seis y los ocho años fue la peor parte, mi etapa más difícil. Pero mi madre, que era analfabeta y muy autoritaria, a su modo y consciente de lo que me esperaba, colaboró a que yo sea quien soy hoy”, rememora.
“Por ejemplo, recuerdo un momento que me marcó fuerte –revive–: ante mi tristeza, Mónica Escobar, una amiguita, me dijo: ‘Yo te acepto como sos. ¡Soy tu amiga y siempre vamos a estar juntas!’. Llegué feliz a casa y le conté a mi mamá. ¿Sabes qué me respondió? ‘¿Y no te preguntó si vos la aceptás a ella?’”.
Respecto a su decisión de no modificarse el nombre masculino con que fue anotada cuando nació hace medio siglo, es clara: “Si hubiese estado en juego la Ley de Identidad de Género que finalmente salió, no dudaba en pelear mi cambio de nombre en el documento, de Edgardo Luis Rojas a Lizy Tagliani: la popularidad colabora en visibilizar una situación. Lo hubiera tomado como un compromiso moral. Pasa que…”.
“La verdad, ahora me da paja cambiar el nombre de la escritura de la casa, del auto, de los servicios, ir a la AFIP... No lo voy a hacer hasta que todo eso se compacte en una firma. Porque lo que más me duele de mi DNI es que diga ‘Masculino’ en lugar de ‘Femenino’. El resto, yo sé quién soy y no me da vergüenza que me llamen ‘Luis’.
“Es muy lindo que la gente me reconozca tan sólo como Lizy, porque es un nombre que elegí yo. Siempre aposté a ser yo. A nadie le importa lo que soy yo sin ropa: para la gente. Lo ves en las redes, en todos lados, y es hermoso que suceda...”, disfruta. Y explica:
“Yo tengo pelo largo y un vestido, y me maquillo. Entonces vos me tenés que tratar como una mujer, respetar por cómo yo quiero ser. Lo que sientas, hables o mandes a tus amigos del grupo de WhatsApp, u opines mientras soñás conmigo, ya es un problema que necesitas resolver vos con vos mismo. Tenemos la obligación de ser como sentimos que somos”, cerró.|