Conquistó el corazón de Carlos desde mucho antes de que la princesa Lady di apareciera en su vida. Supo sobrellevar el peso del “qué dirán” durante el matrimonio de ambos por ser la tercera en discordia pero fue la elegida del Principe para comandar un reino que la juzgo durante mucho tiempo.
Camila Parker Bowles, no solo protagonizó el mayor affaire que golpeó a la Corona en el ’90, sino que con su risa, ambición y encanto supo conquistar a la familia real durante muchos años. Hoy, a los 70 años del reinado de Isabel II debe aceptar el desafío de convertirse en Reina consorte y acompañar una vez más los nuevos retos que asumirá Charles con el pueblo británico. Pero la verdadera pregunta es si el pueblo británico la quiere lo suficiente como para aceptarla como su reina.
“Siempre tiene un brillo travieso en la mirada y es tremendamente risueña, a menudo provocándole también sus buenos ataques de risa al príncipe Carlos”, dijo Junor, una periodista que ha escrito muchos libros sobre los integrantes de la realeza británica, entre ellos The Duchess, que es la única biografía seria que se ha hecho hasta ahora de Camilla
Camilla suele parecer siempre la persona que mejor se lo está pasando allá donde esté y no le faltan ganas de reírse de sí misma. La que en su día fuera denostada y calificada como “la mujer más odiada de Gran Bretaña” ha demostrado ser mucho más que esa “tercera persona” en el matrimonio del príncipe Carlos y la princesa Diana. Segura de sí misma y despreocupada, es muy aficionada al concurso televisivo de baile Strictly Come Dancing y adora a sus dos perros Jack Russell adoptados Bluebell y Beth y a Carlos, el futuro rey de Inglaterra.
Camilla Rosemary Shand nació en Londres el 17 de julio de 1947. Perteneciente a la clase alta, tuvo una infancia de lo más alegre y bulliciosa. Pasó la mayor parte de su infancia en la campiña de Sussex Oriental y siempre tuvo una relación muy cercana con sus hermanos y sus padres, Bruce y Rosalind, quienes fueron unos padres muy implicados en su crianza. “De pequeña marchaba en dirección a la escuela toda contenta y sin mirar atrás jamás. Galopaba en los lomos de su pony y afrontaba cada salto sin una sola preocupación. Cargaba contra el mar y se reía de las olas”.
Nunca estuvo muy interesada en los estudios y destacaba por ser divertida, atlética y poco ambiciosa: “no le apetecía demasiado viajar y tampoco quería estudiar en la universidad. Lo único que le pedía a la vida era estar felizmente casada con un hombre de clase alta y tener una gran vida social con la compañía de sus caballos, perros, hijos y la ayuda de alguien a la hora de cuidarlos y encargarse de la parte más dura del trabajo”.
Sus ambiciones no cambiaron tras conocer a Carlos en verano de 1971. Pese a que la mutua atracción fuese instantánea, especialmente por parte del poco hábil socialmente príncipe de Gales. “A Carlos le encantó que Camilla sonriese con los ojos además de con la boca y que le hicieran reír las mismas tonterías que a él”, describió Junor.
Los dos empezaron a salir al poco tiempo, y Carlos más adelante describió su relación como “maravillosa, apacible y feliz para ambas partes”. No obstante, las potencias externas se empeñaron en separarlos. Lord Mountbatten, tío abuelo y figura paterna de Carlos no aprobaba su relación al considerar que Camilla no era lo suficientemente virgen ni aristocrática para él. También estaba el hecho de que ella estaba perdidamente enamorada del apuesto y sofisticado oficial del ejército Andrew Parker Bowles, que tenía fama de mujeriego y que al parecer salió por un tiempo con la princesa Ana.
Una Camilla más que decidida consiguió convencer a Andrew y los dos se casaron en julio de 1973 pese a los ruegos de Carlos, que le pedía que cancelase la boda. Juntos tuvieron dos hijos, Tom y Laura, y Camilla se asentó rápidamente en el papel que siempre había querido desempeñar: el de esposa y madre en una casa de campo.
No obstante, la naturaleza cariñosa de Camilla se vio sometida a prueba por los amoríos constantes de Andrew. Las infidelidades eran tan notorias que en una ocasión una amiga suya le tomó el pelo con este comentario: “Me siento muy dolida, Andrew. Soy la única de las amigas de Camilla a la que no te has insinuado. ¿Qué problema tienes conmigo?”.
Carlos volvió pronto a su vida en calidad de mejor amigo y, a finales de los años 70, como amante. El solitario príncipe era un invitado habitual en la residencia de los Parker Bowles, donde Camilla celebraba fiestas acogedoras en las que corría el vino por doquier. “Lo trataba como a una persona normal, de la misma manera que cuando estuvieron juntos. Era una buena amiga”, explicaba la periodista en su biografía.
Su don para cultivar la amistad parece ser lo que encendió de nuevo las ascuas de su romance con el príncipe de Gales a mediados de los 80. “Él estaba sumido en una depresión cuando su matrimonio empezó a fracasar, y ella lo sacó de aquel agujero y consiguió devolverle la sonrisa”, afirma la autora.
Tras la publicación de Diana: su verdadera historia, de Andrew Morton, en 1992, la vida privada de Camilla se vio alterada para siempre. La prensa la hostigó, recibió innumerables cartas plagadas de odio y fue tachada de fea tras ser comparada con la hermosa Diana. Así que, ¿cómo es que siguió con Carlos? La respuesta podría ser bien simple: Carlos la adoraba y la necesitaba. “Antes de casarse con Carlos, nadie conocía de veras a Camilla. Lo único que sabían de ella era que Diana la había llamado rottweiler”.
Al fin se casaron en el castillo de Windsor el 9 de abril de 2005: “Camilla había sido el enemigo público número uno durante buena parte de los años 90, tras ser señalada por Diana como la tercera en discordia de su matrimonio. Pero para cuando ella y Carlos se casaron, creo que algunas de las actitudes de la gente ya estaban empezando a ablandarse y que la recepción por parte de los ciudadanos que acudieron a Windsor el día de su boda fue, por lo general, muy positiva”.
Tras revelar su fortaleza e inteligencia, la duquesa de Cornualles parece haber hecho un esfuerzo más que consciente por encandilar a la misma prensa que hizo que su vida fuese un auténtico infierno durante más de una década. “En cuanto se casó, pudimos verla por ahí acompañada de Carlos y la gente pudo empezar a conocerla, a todo el mundo le pilló por sorpresa lo cariñosa, amistosa y divertida que es. Les cayó bien. Y, gracias a sus buenas maneras con la prensa y a lo bien que se portaba con los fotógrafos, consiguió que dijeran cosas positivas sobre ella y publicasen fotografías favorecedoras, y poco a poco la perspectiva del público fue cambiando a mejor”.
La relación sencilla y afectuosa entre Camilla y Carlos también se hizo más que evidente en sus apariciones en público. Tras su viaje a Papúa Nueva Guinea en 2012, el orgullo de Carlos se hizo más que evidente cuando habló sobre ella en una entrevista para el documental Our Queen: “a ella le encantó, y espero que ellos se diesen cuenta de lo especial que es Camilla. Y creo que respondieron muy bien al hecho de que sea tan buena, tan agradable y tan sensata y con los pies en la tierra”.
Según los empleados de palacio, Camilla además facilita su trabajo de cara al príncipe Carlos, cuya irritabilidad y berrinches son legendarios: “al sentarse y compartir mesa con él escuchándole comportarse mal con alguien, no tiene más que dirigirle la mirada y la atmósfera cambia por completo”, confió uno de los empleados.
“Creo que Camilla ha transformado a Carlos”, asegura Junor. “Con ella es más feliz que nunca. Le da la seguridad y el apoyo que tan desesperadamente ha necesitado toda su vida y que nunca consiguió encontrar en otro lugar”. Camilla también ha demostrado ser una gran trabajadora y una auténtica arma secreta para una monarquía cada vez más escasa en miembros senior de la realeza disponibles para llevar a cabo un servicio público.
En la actualidad es patrocinadora de más de 90 organizaciones benéficas y disfruta de una camaradería con el pueblo de la que pocos royals pueden presumir. “Es muy habladora al tratar con la gente y consigue que se sienta cómoda al instante, a menudo bromeando o comentando cosas como que sus pues la están matando, el tipo de interacción que suele tener la gente de a pie. Creo que a la mayoría les resulta entrañable”, dice la autora.
Los patrocinios elegidos por Camilla también ponen de manifiesto que no es la despreocupada chica de campo que a menudo parece ser. No pocas veces ha concienciado sobre temas tan tabú como la violencia machista, las agresiones sexuales y las violaciones: "los violadores no nacen, se construyen. Y se necesita de una comunidad entera (de hombres y de mujeres) para poder desmontar las mentiras, palabras y acciones que fomentan una cultura en la que la agresión sexual se percibe como algo normal y en la que se culpa a la víctima. Así que salgamos todos de aquí tratando de conseguir que los hombres de nuestra sociedad participen en la construcción de una sociedad libre de vergüenza”.
Pero la duquesa no está libre de defectos: al parecer es muy testaruda y muy dura con la gente que no le agrada. Además, su sentido del humor irreverente la ha metido en más de un lío. Es tremendamente chismosa, hasta el punto de ser responsable del rumor, que ella misma transmitió e hizo creíble de cara a cualquiera que se le pusiera por delante.
“La reina no quiso saber nada de Camilla al principio porque su relación con Carlos fue muy dañina para la corona, pero a nivel personal siempre le ha caído bien. Tienen mucho en común, en especial su amor por los perros y los caballos. Y creo que se lleva lo suficientemente bien con el resto de la familia y se lleva muy bien con Guillermo y Kate Middleton. Al principio fue difícil tanto para Guillermo como para Harry, pero Camilla les permitió tomarse el tiempo que necesitaran”, sostiene.
El amor que Carlos le profesa a Camilla resultó más que evidente, además, está removiendo cielo y tierra para conseguir que se le otorgue el título de reina cuando él ascienda a la corona, algo a lo que, según los rumores, tanto Guillermo como Harry se oponen. “Se me ha hecho saber que, en privado, los dos hermanos están hasta las narices de que Carlos trate de negociar el acceso al estatus de reina para Camilla”, comentaron.
Parece ser que la ciudadanía, completamente inmersa en la romantización de la figura de Diana desde el año pasado, está de acuerdo con los príncipes. Según una encuesta de YouGov llevada a cabo en Gran Bretaña en mayo de 2021, apenas el 13% de la población considera que Camilla debería recibir el título de reina, mientras que el 41% se decantan por el título menor de “princesa consorte”. "Reina consorte" es el título que suelen recibir las esposas del rey en el caso del Reino Unido.
“No creo que esté muy por la labor de pensar en el tema. Se le da muy bien esconder la cabeza bajo el ala. Yo opino que acabará siendo reina. No creo que Carlos quiera que sea calificada de ninguna otra manera. Él está orgullosísimo de ella y se siente muy agradecido por todo lo que ha sacrificado por él”, vaticinaba Junor.|