Bob Dylan cumple 80 años y nadie puede imaginar cómo lo festejará. Incluso, algunos (como quien suscribe) tienen la certeza de que el cantautor dejará pasar de largo una efeméride tan categórica, a tono con un desdeñoso comportamiento histórico con respecto a su figura, a cómo ésta resuena en la historia del rock y en la de la literatura. “Lo que quiere el cantante es obvio y es casi imposible de entender en toda su amplitud. Quiere ser liberado, quiere convertirse en una criatura insignificante y despreciada, como un topo bajo tierra, desearía no ver a nadie ni que nadie lo vea. Quiere destruir el mundo y sobrevivir”.
Eso escribió Greil Marcus en el sobre interno de The Basement Tapes, el disco de 1967 producto de sesiones realizadas en un repliegue agreste, luego de un misterioso accidente motociclístico. Y esa fue, precisamente, la actitud que Bob Dylan mantuvo a lo largo de su carrera.
Cuando en los primeros ’60 fue un ángel folk disruptivo en el neoyorquino Greenwich Village y llegó a ser adoptado hasta por los poetas beatniks. Cuando grabó sus sagradas escrituras de cantautor testimonial - vagabundo en el mediano plazo. Cuando en el meridiano de esa década y con un repertorio eléctrico escandalizó a los dogmáticos acústicos en el festival de Newport y fue llamado Judas en el Free Trade Hall de Mánchester. Cuando desnudó dolor y furia por su divorcio con Sara Lownds en Blood on The Tracks (1975). Cuando luego se convirtió al cristianismo, tocó para el Papa y, en su inercia “purificadora”, cargó contra minorías.
Y así podríamos seguir entre experimentación con Daniel Lanois, proyectos compartidos con amigos (The Travellig Willburys), un Oscar, varios Grammy, un Nobel que no recibió en primera instancia, discos elegantes y sofisticados en su simpleza y una única visita a nuestra ciudad.
Sí, aunque sea un recuerdo brumoso de la vieja realidad, Bob Dylan actuó en Córdoba el jueves 13 de marzo de 2008. Y nadie vio al “topo” más allá de su aparición fulgurante de hora y media en el escenario del ya desaparecido Orfeo Superdomo. Pero claro, por más que la voluntad de Dylan sea desaparecer o cultivar la máxima discreción, nada podrá hacer con las reivindicaciones que sugiere este lunes 24 de mayo, cumplirá 80 años.
El primer movimiento reivindicatorio (y el más potente) llegó de un frente femenino formado por Patti Smith y Chrissie Hynde, de The Pretenders. Patti le dedicó un concierto reciente en Kaatsbaan de Tivoli, un festival realizado al norte de Nueva York. Hynde, por su parte, fue al extremo y perpetuó la influencia de Dylan en una edición discográfica: Standing in the Doorway: Chrissie Hynde sings Bob Dylan. Estas versiones de Bob Dylan se grabaron a distancia durante el confinamiento por Hynde y James Walbourne (compañero en The Pretenders), que grababa una idea inicial en su teléfono para que más tarde la vocalista agregara su voz.
“Haga lo que haga Bob, todavía se las arregla para hacerte reír porque, más que nada, es un comediante. Siempre es divertido y siempre tiene algo que decir. Entonces llamé a James y le dije ‘Hagamos algunas versiones de Dylan’ y eso fue lo que arrancó todo esto”, contó Chrissie en una nota de prensa de su sello editor. El documental Tomorrow is a Long Time, podrá verse desde este lunes en Sky Arts.
El músico, cantautor y poeta estadounidense Bob Dylan, una de las figuras culturales más importantes de todos los tiempos, aclamado como una leyenda viva del folk rock. Con una carrera que se mide en 39 discos y 125 millones de copias vendidas, Dylan lleva días recibiendo un aluvión de tributos de los medios de comunicación.
Entre tanto, diarios de toda la geografía mundial enumeran sus clásicos imprescindibles, estaciones de radio y televisión emiten programas especiales en su honor, y su localidad natal de Duluth (Minesota), da el pistoletazo de salida a un año de celebraciones.
La fascinación es tal que incluso una universidad, la de Tulsa (Oklahoma), tiene un Instituto de Estudios sobre Bob Dylan y estos días celebra un simposio con expertos "dylanólogos" como su principal biógrafo, Chris Haylin, que acaba de publicar "The Double Life of Bob Dylan: A Restless, Hungry Feeling, 1941-1966".
Además, está pendiente de retorno el "show" de Broadway "Girl in the North Country", basado en sus canciones, que se estrenó poco antes de que la pandemia forzara el cierre de la meca del teatro en EE.UU. a tiempo para que el cantautor fuera anónimamente y quedara emocionado, según relató.
Durante el covid-19, Dylan aprovechó para lanzar "Rough and Rowdy Ways", su primer disco de temas inéditos en ocho años, que recibió críticas estelares con el estandarte de "Murder Most Foul", una canción de 17 minutos que condensa la historia y cultura estadounidenses.
Su calidad como compositor llevó a Dylan a ser el primer músico en ganar el premio Nobel de Literatura, en 2016, por crear "nuevas expresiones poéticas" en la tradición del cancionero americano, probablemente la única distinción controvertida en una larga lista que abarca Grammys, un Óscar y un Pulitzer.
Ausente en la ceremonia de Estocolmo, en su discurso de aceptación seis meses después, el músico explicó que empezó a escribir sus canciones haciendo de la jerga del "folk" su propio vocabulario, pero apoyándose en "sensibilidades" y en "una visión informada del mundo", que aprendió de clásicos literarios.
Poco dado a las entrevistas, en consonancia con una discreta vida personal alejada de las cámaras, el año pasado reveló a The New York Times: "Las canciones parece que se conocen a sí mismas y saben que las puedo cantar, vocalmente y rítmicamente. Se escriben solas y cuentan con que yo las cante".
Antes de convertirse en símbolo cultural, Bob Dylan fue Robert Zimmerman, el hijo de unos comerciantes judíos que en el año 1961 decidió dejar sus estudios universitarios y mudarse del pueblo minero de Hibbing, en Minesota, donde creció, a una vibrante ciudad de Nueva York que le ofrecía futuro artístico.
En la Gran Manzana acabó convirtiéndose en uno de los nombres más célebres del ecosistema creativo que poblaba y daba vida al barrio del Greenwich Village, fue fichado por el productor John H. Hammond para Columbia Records y en 1962 publicó su primer álbum, "Bob Dylan".
El que fuera la encarnación musical del movimiento antibelicista de los sesenta y del espíritu hippie se acercó allí a su ídolo Woody Guthrie, se introdujo en los florecientes garitos de la escena folk y creó temas de fama internacional como "Blowin' in the Wind", "Masters of War" o "The Times They Are A-Changin".
Desde entonces, no sin baches dignos de una vida bien vivida, desde un accidente de moto que lo relegó a la quietud de su sótano hasta algunas obras con floja acogida tras su conversión espiritual al cristianismo, Dylan ha alimentado su leyenda musical con temas originales, versiones y actuaciones por todo el mundo.
Entre sus discos más famosos están "Love & Theft" (2001), "Modern Times" (2006) "Tempest" (2012) o "Fallen Angels" (2016), sin olvidar recopilatorios como "The Essential Bob Dylan" y "Bob Dylan Live. 1961-2000", que Columbia Records sacó a la venta coincidiendo con su 60 cumpleaños.
A finales del año pasado, Dylan vendió al grupo Universal Music por unos 300 millones de dólares los derechos de su catálogo musical completo, que incluye 600 canciones y es considerado uno de los más amplios de la música contemporánea.|