La sequía que afectó a gran parte del área agrícola durante el último año, combinado con las heladas tardías y las olas de calor, generaron considerables pérdidas en la campaña 2022/23 en los cultivos de legumbres, con mermas productivas que van desde el 35% en el garbanzo hasta el 90% en las lentejas, según estadísticas oficiales.
Los cultivos más afectados por las inclemencias climáticas son aquellos que se producen en la Región Pampeana, como las arvejas y las lentejas.
En el primer caso, la producción tuvo un retracción del 79,86% al pasar de 296.957 toneladas obtenidas en la campaña 2021/22 frente a las 59.813 toneladas registradas en el actual ciclo productivo, indicó la Subsecretaría de Mercados Agropecuarios de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Por el lado de las lentejas, el golpe fue aún más fuerte, ya que las pérdidas entre la campaña pasada y ésta fue casi total, al caer un 91,37% tras pasar de cosecharse 72.318 toneladas en la 2021/22 a 6.244 toneladas en noviembre del año pasado, cuando se recolectaron los pocos lotes que quedaron en pie.
En cuanto al garbanzo, que se cultiva en zonas de Córdoba, Santiago del Estero y provincias del norte argentino, la afectación fue menor, aunque de consideración, ya que cayó 35,42% y pasó de trillarse 102.099 toneladas en la campaña anterior a 65.934 toneladas.
En el caso del poroto, en todas sus variedades, la cosecha recién se está llevando a cabo en el norte, y si bien desde Agricultura estiman una producción de 750.000 toneladas, volumen en línea con lo obtenido la campaña pasada, en el sector privado asumieron que la baja en los rendimientos por la sequía rondará el 30%.
La merma productiva que evidenciaron las arvejas, lentejas y garbanzos no ponen en riesgo el abastecimiento interno, ya que el consumo local es bajo y gran parte de la producción, a excepción de las lentejas, se destina a la exportación.
En este caso, y según datos oficiales, la arveja fue el cultivo que sufrió la peor caída en cuanto a los envíos al exterior: entre enero y abril de este año, los despachos totalizaron 4.635 toneladas por US$ 2,3 millones, mientras que en el mismo período de 2022 se embarcaron 70.473 toneladas por US$ 27,5 millones.
Al respecto, el director de la Agencia de Extensión de Arroyo Seco del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y especialista en legumbres, Gabriel Prieto, sostuvo que "la sequía y las bajas temperaturas de la campaña 2022/23 fueron lapidarias para las tres especies".
"En primer lugar, bajó el área de siembra, porque no hubo humedad para sembrar y lo que se pudo implantar en algunos lotes por la helada y la falta de agua se perdió todo. Sólo se salvaron zonas como el oeste entrerriano donde hubo buena producción de arvejas y el centro sur de Buenos Aires, donde se registraron mejores resultados", dijo Prieto.
De hecho, la caída en la superficie implantada con arvejas cayó 19,4%, mientras que en lentejas la merma fue del 42,9%.
"Fue un año para el olvido para las legumbres, porque entre Buenos Aires y Santa Fe se producen el 90% de las arvejas y lentejas y la sequia las golpeó de lleno. Con ese escenario, está comprometida la producción de semillas fiscalizadas", explicó el especialista, cuestión que aparece como principal escollo para la próxima campaña.
En esta línea, el presidente de la Cámara de Legumbres de la República Argentina (Clera), Jorge Vidal, manifestó que "han empezado las lluvias y se recuperaron algunos perfiles, pero no disponemos de muchas semillas".
"Con la sequia se perdió mucho material (cabe recordar que parte de la producción se destina a la obtención de semillas para implantación) y vamos a necesitar unos años para recuperarnos, sobre todo en lo que es genética", dijo Vidal.
En cuanto a la cosecha de porotos, de los cuales Argentina es uno de los principales exportadores a nivel mundial, Vidal consideró que este "es un año complicado para el cultivo, con rendimientos bajos. Este año creo que va a haber una reducción del 30% en la producción de todos los tipos de poroto. Hay campos que están dando 1.200 kilos por hectárea, volumen que es muy bueno, pero muchos que están dando sólo entre 500 y 600 kilos".
Teniendo en cuenta la importancia argentina en el mercado mundial y los problemas productivos que se avizoraban para nuestro país, Vidal planteó que "no se cerraron grandes compromisos de exportación". "Con el poroto a esta época teníamos una cantidad importante de ventas hechas a futuro y ahora todos se quedaron quietos, porque no sabíamos si íbamos a poder sembrar", concluyó Vidal.