La crisis habitacional sigue siendo uno de los mayores problemas en Chile. Las viviendas irregulares, llamados “campamentos” han proliferado gravemente en los últimos años.
Así lo reveló el catastro realizado por Techo para Chile, una ONG que lleva realizando este estudio desde el 2001 y que en su informe indica que “hoy, como consecuencia de la pandemia y de la crisis económica, atravesamos la mayor emergencia habitacional en nuestro país desde 1996”.
El catastro del año 2020-2021 hablaba de 81.643 familias viviendo en 969 campamentos (lo que en Argentina se conocen como "villas" o "asentamientos") a lo largo del país.
Los últimos datos (2022-2023) registran a 113.887 familias viviendo en 1.290 campamentos.
Esto representa un aumento de viviendas irregulares de un 33%, mientras que la cantidad de familias que habitan en estas condiciones subió 39%.
Los problemas del acceso de la vivienda se incrementaron en pandemia. Así lo revela el estudio que señala que desde el 2019 la cantidad de personas viviendo en hogares irregulares aumentó en un 142%.
La mayoría de los campamentos se concentra en las regiones de Valparaíso, BioBío, Metropolitana, Atacama y Antofagasta, dos zonas donde la cantidad de familias que llegan a asentamientos irregulares aumentó con el flujo migratorio.
El factor migratorio
La llegada de gran cantidad de familias extranjeras a Chile en los últimos años ha impactado gravemente en la crisis habitacional.
De acuerdo a las cifras de Techo para Chile, los migrantes representan más de un tercio de todas las personas que viven en hogares irregulares.
La cantidad de migrantes que se instalaron en hogares irregulares en Chile en el último año fue de 14 mil personas. Desde el 2020 a la fecha, los extranjeros representan 45% de todas las familias que viven en estas condiciones.
Las familias migrantes se concentran en la capital y la zona norte, en las regiones de Antofagasta y Tarapacá, donde precisamente se registra el mayor ingreso irregular de extranjeros, específicamente provenientes de Venezuela.
Un dato interesante que arrojó este catastro es que solo un 6,2% de las familias llegó desde otro país a vivir directamente al campamento. “De esto es posible concluir que muchas de las familias inmigrantes estuvieron en otra situación habitacional previo a la llegada del campamento”, señala el estudio.
En la zona norte es donde más se ve este fenómeno: un 17,4% de los extranjeros que llegan a Chile se van a vivir directamente a viviendas irregulares. La ciudad de Arica –que colinda directamente con la frontera peruana- es la que concentra a más migrantes, con un 43,8%.
En relación a las razones de por qué estas familias llegaron a vivir a campamentos, el 70% de ellos indicó que los costos de arriendos en Chile eran demasiado altos.
Otro de los argumentos de por qué viven en condiciones irregulares es la necesidad de independencia y los bajos ingresos económicos.
Respecto al acceso de servicios básicos, el 44% de los campamentos accede a la red de agua potable mediante “pinchazos”, mientras que el 30,5% lo hace a través de camiones aljibe.
Un 63,1% de los campamentos se encuentran “colgados” de la red eléctrica, es decir, hacen conexiones irregulares al sistema energético sin pagar por esos servicios.
En relación a los servicios sanitarios, el 40% tiene una conexión formal al sistema de alcantarillado, mientras que el resto lo hace a través de pozos negros.
En cuanto al acceso a internet, solo un 2% no tiene conexión. Un 81% dice tener internet, pero a través del teléfono móvil.
