Aunque muchos prefieran no admitirlo, la Justicia es parte de la política. Y la política vive de señales. Sentados en segunda fila se alinearon casi todos los integrantes del (¿nuevo?) Consejo de la Magistratura, desde que la Corte Suprema dictó su fallo imponiendo una nueva conformación y situando a su presidente al frente de ese organismo. Esa presencia y esa ubicación fueron sin dudas una señal dentro de un auditorio conformado por lo más selecto de la Justicia federal del país.
Una de las figuras sentadas en esa segunda fila fue la jueza de familia Agustina Díaz Cordero, recientemente asumida en el organismo, en representación del estamento de los jueces.
Durante todo el encuentro se escucharon ponencias sobre el combate al narcotráfico. Todo lo que se desarrollo fue desde una perspectiva penal, si se quiere punitiva y desde la posición del Estado como represor del delito complejo.
Díaz Cordero dialogó con Negocios & Política, y desde el derecho de familia que es su especialidad, se atrevió a trazar otra mirada.
—Se habló centralmente del narcotráfico como delito complejo. ¿Usted, como jueza de familia, cómo aborda y como vive el tema del narcotráfico?
—Creo que ése es un enfoque importante. Porque el narcotráfico no es sólo un tema que incumbe al derecho penal, sino también al derecho de familia, a los niños, niñas y adolescentes. La droga no sólo entra por las fronteras, sino que entra también a las familias y las destruye. Nosotros como jueces de familia vemos todos los días las violencias que genera y la gravedad de lo que viven muchas personas producto de la droga.
—¿Y eso cómo repercute en las causas del fuero de familia?
—Nosotros hemos tenido niñas que eran prostituidas por sus padres a cambio de droga. Son cosas que vivimos con mucha frecuencia durante las audiencias en el juzgado, y sin dudas esto nos afecta a todos como sociedad. Por eso hay que combatirlo en todas las instancias.
—¿Por qué cree que no se escucharon muchas autocríticas de los expositores?
—Siempre hay un error que tenemos los jueces y que es la comunicación. No comunicamos lo que hacemos. Acá hay jueces y juezas, fiscales y defensores que arriesgan sus vidas todos los días defendiendo los derechos de las personas. Al igual que otros jueces, juezas y fiscales fui amenazada. Muchos jueces lo pasamos. Por eso también hay que pensar esto: ¿Cuántos ciudadanos darían su vida y la de sus familias para defender algo que es el derecho de los ciudadanos? Porque eso es lo que está pasando hoy acá (en Rosario). Creo que con los pocos recursos que tienen y con la cantidad de vacantes de la Justicia, que llega hasta casi el 40%, no se puede esperar mucho más.
—La cobertura de las vacantes en la Justicia fue un tema sobre el que abundaron casi todos los oradores. Ahora usted ocupa un lugar clave en el Consejo de la Magistratura, ¿Cree que se está en camino de resolver ese problema?
—La voluntad está; falta generar los consensos necesarios.
—Falta política…
—Creo que sí. Igual, considero que con la presidencia del Consejo en manos de la Corte, todo debería fluir de otra manera.
—¿Podría afirmar que hay una voluntad expresa de recuperar ese terreno perdido en cuanto a las designaciones?
—Sí, por supuesto. Es parte de la agenda inmediata. |