Dos propiedades, un departamento en el que el capo cómico vivía y otro ubicado en el barrio de Congreso, en la calle Combate de los Pozos que utilizaba como oficina, forman parte de los bienes de Enrique Pinti que fueron dados a conocer hace solo diez días.
A un mes de su muerte, se conocieron detalles del documento que dejó el artista y que curiosamente había decidido modificar muy poco antes de su muerte.
El actor y humorista no estaba casado ni tenía hijos que pudieran heredar sus bienes. Pero curiosamente, hay solo una heredera: Natalia Gabriela Camaño, su sobrina, hija del hermano del actor que falleció en enero y una de las personas que más acompañaba al artista.
Para muchos era imposible de creer que una estrella de la trayectoria de Pinti solo tuviera dos inmuebles. Pero, Luis Ventura recordó que todos los años se tomaba más de dos meses de vacaciones para viajar a Europa y Estados Unidos y otros contaron que era una persona a la que le gustaba siempre salir a comer afuera.
Otro detalle curioso fue que el testamento fue redactado solo dos meses antes de morir: “En 2014 él tenía un testamento que decidió cambiar en el 2022, a principios de este año, el 26 de enero”. Pero además: “En una parte del testamento aclara que ‘se deja constancia que no pudiendo firmar bien, el otorgante, en virtud de la enfermedad que lo aqueja, estampa también la impresión del dígito pulgar derecho’. Pensábamos que estaba en perfectas facultades para poder firmar”.
Enrique Pinti murió el 27 de marzo a los 82 años, se encontraba internado desde el 5 de marzo en el Sanatorio Otamendi. El artista, que en los últimos años venía sobrellevando un cuadro de diabetes severa y problemas circulatorios en las piernas, también experimentó una depresión desde que comenzó la pandemia del coronavirus.
Había ingresado poco más de veinte días antes a la institución médica. Desde ese momento, todo fue hermetismo en torno al actor, hasta que en las últimas horas antes de su final la preocupación invadió a sus allegados y se extendió a toda la comunidad artística, que se mantuvo en vilo hasta conocer el triste desenlace.
Dueño de una verborragia y un histrionismo que ya no había podido demostrar, al punto que, lejos de los bailes y los cambios de vestuario que lo caracterizaban, terminó ofreciendo sus monólogos sentado en un escritorio y parándose solo para saludar a su público al final de la función.
“Tengo en las piernas un problema, no tengo estabilidad, me caigo para un lado y para el otro, me he caído 50 veces. No me rompí la rodilla porque tengo unos huesos más fuertes que no sé qué. En un ojo tengo una obstrucción inoperable y del otro también veo poco. Entonces, tengo esto, lo otro, me río y digo: “De salud estoy muy bien”, porque, para mí, estar bien de salud es estar bien de la cabeza”, había contado en una entrevista en 2020 con su particular humor.|