La jueza que escribió un libro para preparar a los niños para las audiencias de familia – Negocios & Política
 

Pedagogía en el Poder Judicial |La jueza que escribió un libro para preparar a los niños para las audiencias de familia

Consciente del miedo y de los interrogantes con los que llegaban muchos chicos a su juzgado, decidió plasmar en una obra sencilla y colorida todas las recomendaciones que hace la ONU para el trato con niños en los juzgados. Los resultados desde su implementación han sido excelentes y la obra ya cruzó las fronteras.
Adolfo Ruiz
Justicia
Adolfo Ruiz
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“Imaginate: vos le decís a un chico que tiene que ir a un juzgado. Y ni sabe lo que es un juzgado, ni entiende por qué ni para qué lo están llevando”. 

Agustina Díaz Cordero acaba de ser electa por el estamento de los jueces para integrar el Consejo de la Magistratura. Pero mucho antes que eso, es titular del juzgado Nacional en lo Civil N°23, con competencia exclusiva en familia y capacidad de las personas.

Su observación no es a priori. Desde que se hizo cargo de ese juzgado, en 2018, ya lleva cientos de audiencias con niños, que inevitablemente vienen asustados, desorientados, ansiosos o con miedo, sin la menor idea de qué se trata esto de “una audiencia con la jueza”.

Derecho a ser escuchados

En el año 2009, Naciones Unidas emitió la observación general N°12 sobre la Convención de los Derechos del Niño, abocándose específicamente a “El derecho del niño a ser escuchado”.

El punto 41 de esa observación es sumamente claro, al señalar: “El responsable de adoptar decisiones debe preparar debidamente al niño antes de que este sea escuchado, explicándole cómo, cuándo y dónde se lo escuchará y quiénes serán los participantes, y tiene que tener en cuenta las opiniones del niño a ese respecto”.

“No es simplemente escuchar”, interpreta la jueza Díaz Cordero. “Una tiene que evaluar muchísimas cuestiones, incluso lo que concierte al momento previo al acto de la audiencia”. Específicamente se refería a ese punto 41 señalado más arriba. 

Claro que una cosa es la formulación hecha por la ONU y otra muy distinta es bajarlo a la realidad. Y de eso es lo que se encargó esta magistrada, que resolvió esta cuestión con una solución muy sencilla pero aún más efectiva: “Un librito”, como ella misma lo define.

“Hola Juancito. Soy Agustina, soy juez de familia. Quería conocerte. Quería que me cuentes de vos. Voy a estar esperándote”. Eso no es parte del libro sino de la nota que la jueza les envía a los chicos que caen bajo su juzgado, cuando tiene que convocarlos a audiencia (nada de notificar con una cédula, como sucede en el “extraño mundo de los adultos”).

Pero con esa cartita va un ejemplar de este libro de tan sólo 16 páginas que ya ha demostrado altísima efectivad.

Pensado para chicos

El “librito” se titula Mi audiencia en el juzgado de familia. Naturalmente, tiene un cálido dibujito en la portada, de un niño yendo del brazo de una madre, presumiblemente, hacia un juzgado.

Si uno lo viera rápidamente sin ahondar en los textos, tranquilamente podría pensar que se trata de un libro didáctico, para chicos de la primaria (estrictamente, lo es). Ilustraciones, textos cortos, recursos coloridos. Lenguaje llano y didáctico. Juego de preguntas y respuestas. 

“Un juzgado es una oficina donde se trabaja resolviendo problemas para que los chicos y los grandes vivamos mejor”, dice el texto, al responderse la pregunta sobre “¿qué es un juzgado”. “Es un equipo de varias personas -continúa- donde cada una tiene una tarea especial. En tu visita vas a verlas sonrientes en la entrada o escribiendo y leyendo muy concentradas en sus mesas de trabajo”.

En esa tónica, el texto va explicando el rol de la trabajadora social, el defensor de menores, y finalmente la juez, para luego pasar a contar qué pasará en la audiencia.

Naturalmente, también incluye “una parte lúdica”, y hasta un espacio para que el niño practique la firma, ya que muchas veces “los chicos se asustan o se frustran cuando se les dice que tienen que firmar, porque nunca lo han hecho”, cuenta la autora. 

Así es otra cosa

Antes de la implementación de esta sencilla solución, la realidad, según la autora, es que “los chicos te decían que no entendían nada, que no sabían porque estaban ahí. No sabían qué era un juzgado o que era un juez. Antes de llegar se habían imaginado miles de cosas”, cuenta Díaz Cordero, señalando que algunos niños “hasta esperaban ver a un juez con un martillo y una peluca blanca”.

Pero a partir de la implementación, “el cambio fue enorme”, asegura. 

Por ahora el librito es una “edición de autor”, pagado -según su autora- de su propio bolsillo. “Esto tiene la única intención de ayudar, y por eso no he tenido tiempo ni el interés de llevarlo a una editorial, aunque quizás debería hacerlo”, reflexiona.

Probablemente no se equivoque, teniendo en cuenta que la noticia de su sencilla obra ha llegado a varios otros juzgados de nuestro país, pero también a España, Estados Unidos y Arabia. Ya fue traducido al inglés y se prepara también una edición en guaraní, ya que fue pedido por magistrados de Paraguay. 

“Te vuelvo a decir: esto era una idea que ya estaba plasmada en la recomendación de Naciones Unidas, pero nadie las había bajado a la realidad de esta manera”, dice la jueza, seguramente con la intención de bajarse el mérito por una creación que realmente sí lo merece. 

Quizás la mejor definición fue la que esbozó al final de la entrevista. “Creo que la Justicia es la que tiene que adaptarse a los niños, y no los niños adaptarse a nuestro mundo”. |

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