El fotógrafo y el cartero: el crimen de Cabezas llega a Netflix – Negocios & Política
 

Estreno |El fotógrafo y el cartero: el crimen de Cabezas llega a Netflix

La plataforma estrenará el 19 de mayo, el próximo documental de Haddock Films, sobre la historia del reportero gráfico asesinado en Pinamar en 1997 y marca grandes expectativas sobre las últimas horas de vida de José Luís. El adelanto de una producción que promete.
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“El documental es por un lado un modo de expresar nuestros pensamientos, pero además una forma de invitar a los espectadores a pensar, a debatir y a recordar. Fue todo un desafío llevar a cabo esta historia que tiene muchos años y que a su vez es extremadamente dolorosa para todos aquellos que fueron protagonistas”, comentó el director Alejandro Hartmann, quién junto a Vanessa Ragone también han trabajado en la realización de la serie documental Carmel: ¿Quién mató a María Marta?

El fotógrafo y el cartero: el crimen de Cabezas, estará disponible en todo el mundo a partir del 19 de mayo, sobre el asesinato de José Luis Cabezas, reportero gráfico de la revista Noticias, en Pinamar, en el verano de 1997. También se verá en el Bafici este jueves 21 de abril.

"El caso de José Luis Cabezas tiene muchas aristas, lo público y lo privado se entrecruzan. Fue un momento muy importante de la historia argentina que es necesario recordar y hacer conocer al mundo porque abre los ojos e invita a reflexionar sobre cuestiones que no pierden vigencia”, concluyó.

“Realizar una película documental de esta envergadura es resultado de un exhaustivo proceso de investigación a partir de fuentes bibliográficas, judiciales, periodísticas y, por último, contactando a las personas que vivieron el hecho de primera mano. Fue un proceso largo y delicado, con gran respeto por los hechos”, dijo Vanesa quien se identificó particularmente con la historia por su padre reportero gráfico y su madre periodista y agregó: “considero que el género documental tiene el mandato de contar las historias necesarias para conservar la memoria colectiva y, pensamos que esta es una historia que no debe olvidarse".

José Luis Cabezas, el reportero víctima de una época de poder desmadrado, cumpliría 61 este año. El 25 de enero 1997, un subcomisario y cuatro ladrones de filiación rasposa, lo mataron en una cava abandonada de Pinamar. Los disparos mortales resonaron esa madrugada en la ciudad balnearia, paraje top de políticos encumbrados y empresarios relevantes.

Muchos esperarían que hubiera motivos más cruentos para eliminar a una persona. Pero en este caso solo una foto que fue tapa de la revista Noticias del 3 de marzo de 1996 significó el final del fotógrafo José Luis Cabezas. Aquel retrato del empresario Alfredo Yabrán, caminando junto a su esposa en las playas de Pinamar, simbolizó el poder de los años 90 y marcó para siempre al periodismo argentino.

Todo el periodismo estaba detrás del famoso empresario a partir de una denuncia que había realizado el entonces ministro de Economía del gobierno de Carlos Menem, Domingo Cavallo. "Hay una mafia enquistada en el poder y su jefe es Alfredo Yabrán", declaró en público el funcionario. La prensa lo buscaba pero no lo encontraba. No sabían cómo era su rostro. Su figura nunca había trascendido en los medios de comunicación.

De eso se mofaba el empresario: de que nadie tuviera sus fotos. E incluso divertido decía: "sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente", ni siquiera la Interpol la tenía. Pero Cabezas no era cualquiera. El golpe al talón de Aquiles del empresario fue similar a la primera bala que recibió el fotógrafo. Más allá de cubrir la temporada de verano en Pinamar, dejó al descubierto a un personaje que tenía una marcada vida oculta por los negocios entre el sector privado y el Estado.

"Sí, es ese", dijo con su ojo de águila, mientras tomaba una nueva tanda de fotos en la que se veía a Yabrán sentado en una reposera. Las sacó con un lente largo apoyado sobre el hombro de su compañero. Pero faltaba una foto de frente. Un retrato claro de aquel hombre todopoderoso. Sabían que a Yabrán le gustaba caminar por la playa, entonces se cruzaron al balneario vecino donde lo vieron pasar junto con su mujer. En ese instante José Luis no tenía el ángulo para hacer una buena toma. Esperaron su regreso. Michi y su mujer se pusieron en pose, como si les estuviesen sacando una foto a ellos. Pero José Luis extendió el zoom y fotografió a Yabrán. Recién al segundo día logró tomar una imagen más de frente que fue la portada de la revista Noticias que llevó el título "Yabrán ataca de nuevo".

A partir de allí, corría el año 1996 y el fotógrafo no paraba de recibir amenazas. El 15 de diciembre de ese año arribó a Pinamar para iniciar una nueva temporada. El objetivo que tenían con Michi era conseguir una entrevista con Yabrán.

El 25 de enero de 1997 José Luis Cabezas fue asesinado. Lo ejecutaron de dos balazos en la cabeza y prendieron fuego su cuerpo junto al Ford Fiesta Blanco que utilizaba para trasladarse en Pinamar. Mientras la foto a Alfredo Yabrán en la playa marcó el final de su vida, la de su rostro se convirtió en un ícono de la libertad de expresión.

En medio del escenario político que prefiguraba el intento forzado de re reelección de Carlos Menem, y la oposición interna de Eduardo Duhalde, quien pretendía su sucesión en 1999. Ambos quedaron afectados por el caso Cabezas. El gobernador permaneció mudo dos días en la residencia oficial de La Plata, antes de balbucear ante sus íntimos: "Me tiraron un muerto".

Los dos perdieron la apuesta: la sociedad movilizada contra la corrupción y la impunidad expulsó al peronismo de la Casa Rosada, y en 1999 consagró presidente al radical Fernando de la Rúa, candidato de la alianza de centro-izquierda Frepaso.

La justicia comprobó que Alfredo Yabrán fue el instigador, porque al retratarlo el fotógrafo destruyó la invisibilidad desde la que manejaba el poder detrás del poder para consumar sus negocios denunciados como mafiosos.

Cuando se consumó la represalia de corte mafioso faltaban veintiún días para que cumpliera un año la foto que conmovió a la Argentina desde la tapa de la revista Noticias. Diez años más tarde, de los cuatro policías, el ex militar y los cuatro civiles condenados a cadena perpetua por el crimen (uno de éstos murió en prisión) ya no quedaba ninguno en la cárcel. El castigo duró menos que las lágrimas y la vida de Norma Marotti, la mamá de Cabezas, que murió de dolor en 2017.|

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