A Musk no le gustó la forma en que Twitter censuró sus mensajes, entonces adquirió al mensajero. Tal vez esa sea una explicación muy simple, probemos otra. Elon es un fanático de la plataforma y se compró la vaca que da su leche, la planta de producción y de pasteurización. Los hechos siguen estando simplificados, pero no equivocados.
Lo que si podemos afirmar sin temor a equivocarnos es que Elon Musk se ha convertido recientemente en el accionista mayoritario de Twitter, gracias a la compra de un 9,2% de las acciones de la compañía por 2.900 millones de dólares. Esto sucedió una semana después de insinuar que podría sacudir la industria de las redes sociales.
Musk, de 50 años, hizo una encuesta a sus más de 80 millones de seguidores en Twitter el mes pasado, preguntándoles si la empresa se adhería a los principios de la libertad de expresión. Después de que más del 70% dijera que no, se preguntó si era necesaria una nueva plataforma y dijo que estaba pensando seriamente en crear la suya propia.
Se podría argumentar, como lo hizo Jack Shafer en Politico, que el hombre que planea llegar a Marte en 2029 siguió tardíamente el camino de otros multimillonarios: Jeff Bezos adquirió el Washington Post, Patrick Soon-Shiong –el “médico más rico de Estados Unidos”– hizo lo propio con Los Angeles Times, Laurene Powell Jobs ha comprado TheAtlantic –entre otras inversiones en medios de comunicación–, Michael Bloomberg posicionó a Bloomberg News como uno de los líderes del periodismo financiero, John Henry incorporó al Boston Globe a su cartera de negocios, entre otros.
El medio y las partes interesadas
La particularidad es que Twitter no es ni una de las empresas más rentables ni tampoco una de las principales redes sociales –como TikTok o Facebook–. Más allá de la disparada de las acciones de la compañía luego del desembarco de Musk, el dinero pareciera no ser la principal motivación de este movimiento.
Una de las razones de la adquisición puede ser la cantidad roces mantenidos con autoridades federales de los Estados Unidos por información concerniente a Tesla, que el mismo Musk hizo pública a través de diversos tuits. En 2018, después de tuitear de una manera que podría haber movido el precio de las acciones de Tesla –hizo una encuesta en Twitter, preguntando si debería vender acciones–, la SEC (Comisión de Bolsa y Valores de EEUU) le hizo prometer a él y a sus abogados que preseleccionarían futuros tuits y comentarios sobre Tesla que podrían producir oscilaciones en los mercados. Él y la compañía pagaron 20 millones de dólares en multas, y desde entonces ha intentado librarse del acuerdo.
Como señalamos, pese a que podría ser una exitosa inversión de “entrada y salida”, existen otras formas para personas de su clase que permiten conseguir más dinero –a alguien que ya tiene más que cualquier otro ser humano–. Una faceta que comparte con Donald Trump ofrece otro elemento de análisis: Musk afirma recurrentemente odiar a los medios de comunicación, pero en simultáneo los provoca para que escriban sobre él y pueda responderles. El mecanismo sucede casi en loop.
Otro aspecto a tener en cuenta, expresado por Matt Levine en Bloomberg, es una mutación sucedida en pocas décadas dentro del capitalismo financiero, el “capitalismo de las partes interesadas”. El concepto se impuso y hasta los CEO de las grandes empresas sostienen la idea que las mismas no solo responden a los accionistas, sino que tienen que satisfacer a distintos grupos que tienen diferentes objetivos.
E incluso, sigue Levine, los accionistas no quieren monolíticamente la maximización de los beneficios: muchos de ellos se preocupan por cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza, y una empresa tiene que sopesar esas cuestiones frente a los beneficios para mantener contentos a los accionistas. El activismo de los accionistas puede servir ahora a los fines de la gobernanza ambiental y social: por ejemplo, si contaminás demasiado, te pueden echar.
Las hipótesis esbozadas en las líneas precedentes deben ser consideradas por lo que son: un primer acercamiento al accionar del hombre más rico de la Tierra. La advertencia es válida, puesto que podría ocurrir un hecho con múltiples antecedentes entre sus pares multimillonarios: que simplemente se aburra, deje su “juguete nuevo” a algún empleado y se vaya a dar una vuelta por el espacio. |