La amenaza de armas no convencionales, un temor que sobrevuela el cielo ucraniano – Negocios & Política
 

Europa en Guerra |La amenaza de armas no convencionales, un temor que sobrevuela el cielo ucraniano

Casi cuatro millones de ucranianos han huido a países limítrofes y desde los diferentes frentes de combate esperan señales de la OTAN y su rosa de los vientos. Las mojas argentinas y la salida de una treintena de niños de un orfanato de Ivano-Frankivsk donde fue bombardeada una base aérea.
Fernando Oz, desde Leópolis.
El Mundo
Fernando Oz, desde Leópolis.
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Las devastadoras consecuencias de la guerra en Ucrania se observan sobre sus cuatro puntos cardinales. A 29 días del inicio de las hostilidades, el mayor temor que corre entre la población es el de la utilización de armas químicas por parte de Rusia.

Ahora, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, acentúa ese temor al advertir que “la gravedad del uso de armas químicas por supuesto es todavía más obvia sabiendo que hay un riesgo de contaminación al expandirse esos químicos a aéreas más grandes”. Así lo dijo este jueves ante la prensa a su llegada a la cumbre extraordinaria de líderes de la Alianza para abordar la crisis en Ucrania. 

Al noreste del país, las desgastadas tropas rusas esperan refuerzos para cerrar el cerco sobre Kiev y mantienen a raya al ejercito ucraniano con fuego de artillería. En la ciudad capital los bombardeos se intensificaron en los últimos días, causando muertes y cuantiosos daños materiales.

Este miércoles otro centro comercial fue alcanzado por un misil en el distrito kievita de Podolsk. Allí murió un civil y la periodista rusa Oxana Baulina, que se encontraba trabajando para el medio independiente The Insider, además fueron heridas otras cuatro personas.

Con Baulina, ya son siete los periodistas muertos desde que Rusia avanzó con su invasión a Ucrania. The Insider es un medio ruso opositor a las medidas del Kremlin y el gobierno de Vladimir Putin lo declaró como “agente extranjero” por recibir financiación del exterior.

Los partes que llegan de la línea del frente Este, son tan tristes como desalentadoras. Los artilleros rusos sacuden la ciudad de Kramatorsk, en la región del Donbás. Y peor suerte llevan en Járkov, donde las calles ya están tomadas por el ejército invasor.   

Mientras tanto, la flota de la Armada rusa en el Mar Negro continúa el asedio sobre el Sur del país, donde las más afectadas son Nikoláyev, Odesa y Jerson. Al Sureste, en la ciudad portuaria de Mariúpol, a orillas del mar de Azov, los combates son palmo a palmo y la fuerza territorial, integrada por civiles ucranianos, jóvenes, en su mayoría, y con escasa preparación militar, resiste al grito de “Україна bільна” (Ucrania es libre).

La única dirección posible de escape desde todas estas ciudades y de otras tantas, es hacia el Oeste. No importa si es hacia la frontera con Polonia, Moldavia, Hungría, Eslovaquia o Rumania, donde diferentes organizaciones no gubernamentales esperan a los miles de desplazados que se convertirán en refugiados. 

Camino al Oeste

Ivano-Frankivsk es una pequeña ciudad que se encuentra a unos 140 kilómetros de Leópolis (Lviv), unas dos horas y media de viaje, pero en tiempos de guerra el trayecto no se hace en menos de tres por la seguidilla de los exhaustivos controles que se realizan en los checkpoint que se encuentran a la caza de espías rusos.

Sus habitantes no hubiesen sentido el bombardeo ruso si no fuese por la base aérea militar que Ucrania tiene allí. “No podíamos seguir teniendo a las niñas acá porque de noche lloraban, las sirenas sonaban a cada rato”, dice María Matyslva, una monja de 30 años que se encuentra custodiando a las dos únicas nenas que quedaron en el orfanato “Casa de la misericordia de San Nicolás”.

En diálogo con Gente, María explica que las otras dieciséis niñas que se encontraban allí partieron días atrás con la hermana María Cristiana para intentar cruzar hacia Hungría, a unos 300 kilómetros. En cambio, los niños que se encontraban en el orfanato vecino fueron llevados a Eslovaquia.

Svitlana y Uliana, de siete y ocho años, son las únicas que aún no pudieron escapar de la amenaza rusa. Una porque llegó recientemente al lugar y la otra por problemas de documentación. “La guerra no comenzó ahora, sino en 2014”, dice María de las Lágrimas, una de las tres monjas argentinas de la congregación de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado que se encuentran en esta región de Ucrania.

“Mis padres son muy viejitos y viven en Mendoza. Tengo dos hermanas, una falleció por Covid, y mi otra hermana vive en San Luis. Mis padres quieren que regrese, pero no puedo abandonar Ucrania porque me necesita y Dios quiso que esté acá, no puedo abandonar esto porque haya una guerra, nuestra vida está consagrada al servicio”, agrega María de las Lágrimas y cierra con una sonrisa.

“Lo que está sucediendo es una barbarie ¿Qué nos sucede que no hemos aprendido nada como especie?”, se cuestiona Silvia Risko, quien preside la Fundación Raúl Roque, integrada por nietos y bisnietos de ucranianos que llegaron a la provincia de Misiones a principios del siglo pasado, escapando de otra de las tantas guerras que sacudieron la región. Su misión es prestar asistencia humanitaria y ayudar a quienes abandonan el país.

Mientras averigua algún salvoconducto para las niñas, Risko dice que en este momento “no podría estar en ningún otro lado, no digo que no se me pone la piel de gallina cuando escucho las sirenas o cuando veo llegar a los soldados del frente. La mayor comunidad de ucranianos en Argentina se encuentra en Misiones y lo menos que puedo hacer por el pueblo de Ucrania es estar acá”.

La OTAN y la rosa de los vientos

Los números podrán ser no del todo precisos, pero según la ONU ya hay casi siete millones de desplazados internos y casi cuatro millones han huido a países limítrofes, lo que significa que uno de cada cuatro ucranianos se han visto obligados a dejar sus hogares. La Organización Mundial de la Salud (OMS) denunció que la red sanitaria en Ucrania ha registrado 64 ataques, con 15 muertos y 37 heridos, desde el inicio de la guerra.

Hoy, en la cumbre de los aliados de la OTAN se espera que se analice más apoyo para Ucrania, incluido el suministro de equipos de protección ante posibles amenazas químicas, biológicas o incluso nucleares. La Organización del Tratado del Atlántico Norte tiene a la rosa de los vientos como principal insignia. Sin embargo, por estos rumbos no se los observa, aunque los ucranianos siguen esperando.   

Hoy se cumplen 29 días desde el inicio de la invasión y todas las direcciones de la rosa de los vientos señalan heroicas historias de entrega y resistencia en una guerra que parece no tener sentido. Hombres y mujeres salen en vagones rumbo al Este, al frente; mientras sus familias marchan al Oeste, a retaguardia, para alejarse de la muerte. |

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