En pleno boom de las series basadas en hechos reales, donde los elementos verídicos potencian la emoción y el compromiso del espectador, esta ficción prefiere tomar solo un punto de partida de la realidad y hacer con ello lo que quiere. Esta es la historia de Anna Sorokin o mejor conocida como Anna Delvey, una joven empresaria de 26 años que supo engañar a bancos, empresarios y grandes corporaciones con el objetivo de cumplir un sueño: abrir una galería de arte para la elite neoyorquina.
Nuevamente, Netflix expone una obra maestra de Shonda Rhimes, creadora de Anatomy Grey y The Bridgerton, una mujer que siempre expone lo que el público quiere, localiza eso elementos potenciales en las historias que pretende contar y las convierte en narraciones adictivas e incluso épicas. Este segundo título que escribió para la plataforma se convirtió en un proyecto sin desperdicio que marca la vida de lujos, obsesiones y drama de una jovencita que se lleva el mundo por delante… pero destruye vidas a su paso.
Esta miniserie de 9 capítulos, cuenta la historia de Anna Sorokin, una joven que, bajo el nombre de Anna Delvey, estafó a importantes personalidades de la jet set neoyorquina durante un buen puñado de años de los 2010 basado en un reportaje real que la periodista Jessica Pressler publicó sobre esta criminal en la revista New York. Adaptado a la identidad y las apariencias en la era de las redes sociales, “Inventing Anna”, refleja partes reales y ficticias sobre la historia verídica de una joven estafadora proveniente de Rusia.
Vivian Kent, una redactora de la revista Manhattan que, tras ser relegada por un escándalo anterior, encuentra una historia que realmente quiere abordar: la de Anna Delvey, una joven socialite que acaba de ser detenida por diversos robos y estafas a ricos y famosos. Kent arriesga su trabajo e incluso su estabilidad por personal en su obsesión por Delvey, con quien consigue contactar en la cárcel y convencerla para diversas entrevistas.
La periodista empieza a investigar también el entorno de la acusada, pero distinguir entre la persona y el personaje es más difícil de lo que parece. ¿Hay un motivo por el que Anna Sorokin ha cometido estos delitos o es simple codicia? ¿Se trata de una víctima de la insaciable jet set o en realidad es ella quien los ha engañado a todos?
Intrigas corporativas y personales, ambientes lujosos, ropa bonita y algún que otro quiebro sorprendente ponen el condimento para retar al espectador a que llegue al final del enigma: para un contenido tan denso, los episodios son demasiado largos. Con una enigmática Julia Garner escondida detrás de un artificial acento, la miniserie reflexiona sobre la mediocridad masculina y la condescendencia hacia las mujeres, pero sobre todo lo hace sobre nuestra dimensión pública y nuestra identidad esquiva en la era de las redes sociales.
La verdadera Anna
La serie se inspiró en un artículo del New York Magazine escrito por Jessica Pressler y titulado "How Anna Delvey Tricked New York's Party People". El personaje de la vida real sobre el cual trata esa investigación es Anna Sorokin, quien años atrás se hizo pasar por una rica heredera alemana llamada Anna Delvey.
Por medio de la construcción de ese alter-ego, la mujer consiguió infiltrarse en el círculo más exclusivo de la alta sociedad neoyorkina. Gracias a su ingenio y carisma, consiguió estafar a un sinfín de personas, bancos, hoteles y comercios utilizando tarjetas de crédito no válidas y presentando extractos bancarios totalmente falsos. Sorokin alcanzó a crear una fundación, un club privado y una organización de arte y atrajo a donantes adinerados para potenciar su marca personal. Por otra parte, también se convirtió en una influencer muy envidiada en Instagram.
Anna fue finalmente desalojada después de haber sido rechazada en diferentes hoteles por falta de fondos en su cuenta. En octubre de 2017, gracias a una operación policíaca, fue detenida mientras estaba en un centro de tratamiento de adicciones en Los Ángeles.
En medio del proceso judicial en su contra, se encontró que Sorokin obtuvo de forma ilegal cerca de 275.000 dólares durante sus años como estafadora. En abril de 2019, la joven ruso-alemana fue declarada culpable de ocho cargos, dentro de ellos robo de servicios, intento de hurto mayor en primer grado, hurto mayor en segundo grado y hurto mayor en tercer grado. La condenaron a una pena de prisión de 4 a 12 años y a una multa de 24.000 dólares y se le ordenó que pague una indemnización de 199.000 dólares.
Ella cumplió casi todo su tiempo tras las rejas en un centro penitenciario de Albion, Nueva York y, a comienzos de 2021, fue excarcelada de forma anticipada. Poco después fue detenida por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos por exceder la duración de su visa y volvió a la cárcel mientras esperaba por ser deportada a Alemania.|