La semana comenzó con el run run lógico que generó la compra de divisas por parte del Banco Central, que llevó las Reservas a tan sólo US$ 90 millones, una cifra que representa un límite para su normal funcionamiento y asfixia las aspiraciones de “expansión económica”, que son la piedra angular del ministro Martín Guzmán en la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Las economías latinoamericanas cambiaron sustancialmente al sumarse a la Franja y la Ruta de la Seda”, expresó este sábado el presidente Alberto Fernández en un hilo de twitter done justificó su presencia en Rusia y China, habló de multilateralidad, y la necesidad de financiamiento e inversiones.
Dejando a un lado las “taras ideológicas”, hoy, la salida de emergencia a una economía en rehabilitación, la habilita China con la renovación del SWAP por cerca de US$ 3.500 millones, lo único que permite pensar que los encajes, por ahora, están a resguardo; sin embargo, la falta de acuerdo con el Fondo no deja de estar en el centro y suma más complicaciones al escenario económico.
En reiteradas ocasiones el titular del Palacio de Hacienda explicó que la Argentina necesita exportar más, para generar divisas, no sólo para pagar deudas sino para abastecer la producción de la industria nacional, que –naturalmente– requiere de insumos, piezas y partes para elaborar bienes o, simplemente, ingresar maquinaria para mejorar en cantidad y/o calidad.
Un acuerdo lleno de condicionamientos
La promesa de “quorum” que anticipó el bloque de Juntos por el Cambio este jueves al considerar que el país “debe honrar sus deudas”, efectivamente contribuye a la paz parlamentaria. Sin embargo, limita al Gobierno al atar el acompañamiento siempre que el proyecto no contenga “aumentos de impuestos o nuevos impuestos”.
El punto, no resulta menor porque perfora sobre la gran incógnita: sin cosecha récord, Derechos Especiales de Giro o Impuestos a las Grandes Fortunas, ¿sobre quién recaerá el ajuste, indispensable para reducir el déficit primario, que es pilar en el acuerdo con el FMI?
La dilatación en la resolución del refinanciamiento de la deuda de US$ 45.000 millones, que Alberto Fernández heredó de Mauricio Macri, no deja de complicar la macro y la microeconomía. La inflación, carcome ingresos a ambos lados del mostrador –salarios y rentabilidades–, alimenta la especulación financiera y corroe, incluso, los 10 puntos de crecimiento de la economía que calculó el INDEC en 2021.
Las consecuencias atraviesan de forma democrática a los sectores más vulnerables, sostenidos por asignaciones sociales sobre la línea de la pobreza; la clase media con un salario cascoteado que no llegan a pagar alquileres, que han escalado entre 50 y 80% en el último año, pero también a las industrias, estancadas por las dificultades para importar.
Más restricciones y sin fondos
Esta semana una decisión contra “avivadas” que tomó la AFIP, que endureció las condiciones del CEF, un paso burocrático que mide la Capacidad Económica Financiera, y representa el paso previo para poder importar, significó “un cepo, al cepo” y tensó la relación entre el sector privado y el gabinete económico de Alberto Fernández.
A pesar de las restricciones, fruto de la escasez de dólares que hay en el país, las importaciones crecieron durante 2021, incluso, en el último año, sumaron U$S 63.184 millones, con una suba del 49,2% interanual, según cifras oficiales. El resultado puede leerse de forma positiva ya que representa mayor demanda de insumos por parte de la industria, que concentra más del 80% de las importaciones, pero también se interpreta como un acceso simple a dólar oficial –barato–, por eso la AFIP, en un guiño al Central, sumó trabas para evitar una caída más pronunciada.
Según estiman los especialistas, un comercio sin restricciones requiere de cerca de US$ 35.000 millones por día, por eso se entiende que el Gobierno ajuste aún más un grifo que apenas gotea. Las consecuencias de esta decisión le quita competitividad a las empresas locales que exportan y ven en riesgo la capacidad de abastecer sus mercados en el exterior, a las que producen exclusivamente para la economía local, pero, además, no tardará en golpear sobre la micro, con incremento de precios y más inflación.
Aunque estas situaciones habitualmente se judicializan, el daño de estas decisiones en el sector productivo que en la Argentina está conformado por pymes industriales en un 95% no se puede contabilizar. La preocupación no deja de escalar: por más amparo favorable que se pueda alcanzar por la vía legal, no existen fondos para acompañar la demanda de dólares. |