La República Italiana comienza hoy el camino para elegir al sucesor del presidente Sergio Mattarella, en medio de una incertidumbre política que ya es costumbre en los últimos años.
Los italianos no están llamados a las urnas, puesto que el primer mandatario no se elige por voto popular, sino por un colegio integrado por unos mil electores, entre diputados, senadores y delegados de las regiones, el cual opera con un sistema parecido al cónclave vaticano.
La novedad del momento es la dimisión del histórico Silvio Berlusconi, que buscaba volver a los primeros planos de la vida pública del bel paese. A sus 85 años, Il Cavaliere abandonó la idea de retirarse en lo más alto de la política y ya anunció que, de todas formas, no apoyará al actual presidente del Gobierno, Mario Draghi, para ocupar el cargo en el Quirinale.
En esa residencia presidencial romana aguarda Sergio Mattarella, quien culmina su mandato de siete años el próximo febrero. Su nombre también se baraja para un segundo período.
Por su parte, Berlusconi deseaba con todas sus fuerzas ocupar el lugar de jefe de Estado. Sin embargo, fracasó en su intento por seducir a la cantidad suficiente de legisladores para llegar a la mayoría que se requiere para ser elegido: la mitad más uno de los escaños del Senado y Cámara de Diputados.
La candidatura del ex dueño del club de fútbol Milan y tres veces jefe del Gobierno no logró convencer ni siquiera a sus propios socios dentro de la coalición, Matteo Salvini, de Liga, y Giorgia Meloni, de Hermanos de Italia. Estos lo consideraban un personaje que genera demasiadas divisiones como para convertirse en el reemplazo de Mattarella. Eso sin contar los procesos que tiene pendientes y de su largo historial en los tribunales por causas de corrupción de menores y fraude fiscal.
Lejos de aclarar el panorama, la decisión del empresario mediático de no continuar con su postulación dificulta las negociaciones dentro de la coalición de derecha, que ahora deberá consensuar un nuevo nombre para competir contra Mario Draghi.
No obstante, si el actual jefe del Gobierno resulta electo, eso obligará a elegir a un sucesor para su cargo, otro obstáculo para las ya anquilosadas instituciones italianas, que de no lograr un consenso, deberá llamar anticipadamente a elecciones parlamentarias, pautadas para 2023. Por ello, muchos representantes empiezan a pedir por la continuidad del presidente de la República, Sergio Mattarella.
Cómo se elige
La votación comenzará este lunes, alrededor de las 15, hora local. En la elección, participan los 630 diputados, 321 senadores y 58 delegados elegidos por los consejos regionales, así como 6 senadores vitalicios. En total, 1.009 dirigentes tienen en sus manos los destinos de la península.
La sesión puede alargarse indefinidamente hasta que se logre el quórum necesario, un índice que desciende a medida que se avanza infructuosamente hacia la elección del candidato.
En las tres primeras rondas, se necesitan dos tercios: es decir, 673 sobre 1.009 parlamentarios. A partir de la cuarta, basta con la mitad más uno. Los analistas sostienen que es ahí donde se espera que en esta elección tan reñida pueda aparecer el nombre con posibilidades reales.
Pero las dificultades no terminan ahí, ya que la pandemia de Covid-19 significa la baja de algunos electores que se encuentran de cuarentena.
Por ello, el gobierno aprobó la última semana un decreto que autoriza a los contagiados o aislados a viajar -en vehículo particular o ambulancia- para acudir a Roma y votar, finalmente, en el aparcamiento del Parlamento, donde llegarán a bordo de un automóvil y entregarán su papeleta a dos funcionarios, que la custodiarán tras depositarla en la urna.
La carrera por liderar a la tercera economía de Europa hacia 2029 ya comenzó y se da en el marco del plan de recuperación pautado en el bloque continental, llamado NextGenerationEU, que proyecta inversiones de unos 800.000 de euros destinados a salir de la pandemia. Por ello, lo que suceda en Roma repercutirá en Berlín, París y Bruselas, la sede del parlamento regional. |