Brasil y México, dos de las principales economías del continente, se encuentran negociando con Estados Unidos una estrategia agrícola que favorece a los grandes productores de alimentos y a las compañías que fabrican agroquímicos. El objetivo es generar un mercado alternativo al de la Unión Europea (UE), que lleva adelante una serie de medias para reducir el uso de plaguicidas químicos en un 50 % y de fertilizantes en al menos un 20 % para 2030.
Quien lleva adelante las negociaciones es el secretario de Agricultura de Estados Unidos, Tom Vilsack. El funcionario del presidente Joe Biden ya había ocupado el mismo cargo durante toda la presidencia de Barack Obama (2009-2017).
Ahora, Vilsack busca echar tierra sobre la estrategia ambiental de la UE y plantea que es posible una agricultura sostenible sin sacrificar la productividad. Así lo reveló esta semana durante una entrevista con la agencia de noticias Efe.
El funcionario de la Casa Blanca se reunió con sus homólogos en Brasil y en México para crear una “coalición para el crecimiento de la productividad”, porque dice que no le convence el modelo europeo, basado en parte en la reducción del uso de pesticidas, denominado “De la Granja a la Mesa” (Farm to Fork, F2F).
Una política a favor de los agroquímicos
“Podría haber una pérdida grande en la productividad si seguimos la senda que han escogido los europeos. No creemos que tengamos que sacrificar la productividad para conseguir sostenibilidad, creemos que se pueden conseguir ambas cosas”, dijo Vilsack.
Estados Unidos todavía está dando forma a la iniciativa, pero Vilsack aseguró que ya recibió “una respuesta muy positiva” de su homóloga brasileña, Tereza Cristina, y que su contraparte mexicano, Víctor Villalobos, “también entiende las oportunidades” que supondría esa coalición.
“El continente americano, en particular, tiene una oportunidad de unirse, porque compartimos enfoques comunes sobre la tecnología, enfoques comunes sobre la agricultura; y creemos que eso ofrece otra alternativa, otra forma de llegar a cero (emisiones) netas”, opinó Vilsack.
Lo que quiere evitar Estados Unidos, continuó el titular de Agricultura, es “una situación en la que Europa básicamente promueva, mediante arreglos comerciales, que nuestros cultivos no tengan acceso a mercados extranjeros”.
“Tanto Brasil como Estados Unidos dependen de las exportaciones, y queremos asegurarnos de que, se use el camino que se use (en la UE), que no restrinja el comercio”, recalcó.
En marzo pasado, un informe del Departamento de Agricultura estadounidense concluyó que si se aplicara la estrategia Farm to Fork a nivel global, la producción agrícola mundial podría caer hasta un 11 % y los precios de los alimentos podrían subir hasta el 89 %. “Realmente no podemos permitirnos no tener una productividad adecuada, porque si no, tendremos mucho estrés y mucho conflicto basado en (la falta de) acceso a alimentos”, subrayó Vilsack.
En lugar de restringir tan estrictamente el uso de pesticidas y herbicidas, Washington cree que es mejor aprovechar los avances en innovación para “utilizarlos de forma más precisa”, partiendo de que cada terreno es “diferente en cuanto a lo que necesita”.
“Al mismo tiempo, creemos que hay una enorme oportunidad con la edición genética y con otras tecnologías, para potencialmente crear cultivos que no necesiten necesariamente tantos pesticidas”, indicó el miembro del Gabinete de Biden.
Vilsack planteó esa idea a algunos de sus homólogos durante una reunión del G20 el mes pasado en Florencia, y recalcó que Estados Unidos comparte con la UE el deseo de avanzar hacia una agricultura sostenible. “Queremos enfatizar en que los europeos podrán decidir ir por un camino, pero hay otro camino, un camino que se centra en la productividad, en la innovación y la tecnología y que nos puede llevar al mismo lugar, al mismo objetivo”, afirmó. |