Diego Wappner se especializa en Medicina Interna y se desempeña como responsable clínico y de farmacovigilancia en las pruebas de Pfizer y de Medicago (la vacuna vegetal), desarrolladas en el Hospital Militar Central: "el riesgo de reinfección a corto plazo sigue siendo bajo, aunque pudo observarse tempranamente en personas altamente expuestas, como el personal de salud".
La percepción de que las reinfecciones han aumentado tiene que ver con el crecimiento absoluto de casos y ciertas vivencias particulares, ligadas a los afectados y su entorno. La documentación de los casos no es sencilla. El médico aclara que hay que discernir entre una reinfección propiamente dicha y cuadros de "diseminación prolongada o intermitente de ARN viral, después de una infección inicial": es decir, pacientes que, pese a haber tenido el alta epidemiológica, siguen teniendo el ARN viral en su nariz (lo cual puede ocurrir muy excepcionalmente hasta cien días después del primer resultado positivo).
Si bien en Argentina no se hicieron investigaciones al respecto, Wappner apela a un estudio observacional de Dinamarca, que siguió a 11.068 personas, entre la primera y la segunda ola de contagios. El resultado del análisis fue que "la infección previa reduce el riesgo de infección en los siguientes seis a siete meses, entre un 80 % y un 85 %".
Se trata de un "efecto protector", que también constató un reconocido estudio observacional del Reino Unido. El mismo arrojó que "los 8.278 participantes con evidencia de infección previa tuvieron una tasa 84 % menor de infección posterior (según lo determinado por la positividad de PCR) durante siete meses, en comparación con los 17.383 participantes que no tenían una infección previa".
"Ahora se está hablando de una posible tercera dosis, en la que se priorizaría a sectores más vulnerables al virus, como los diabéticos, los pacientes renales crónicos u oncológicos, los enfermos cardíacos, las personas con EPOC, las inmunodeprimidas. Uno creería que, de la misma forma, que ese sería el grupo más proclive a infectarse por segunda vez. El motivo sería el mismo: la menor eficiencia del sistema inmune", desarrolla el doctor. Suma, además, que "la reinfección, a priori, debería ser menos severa" que el cuadro inicial.
Es lo que le ocurrió a Valentino, de 27 años: "La primera vez que tuve Covid sentí mucha fatiga y dolor de cabeza. También pasé una noche con taquicardia y los últimos días perdí el olfato, no así el gusto. La segunda vez fui asintomático. Me enteré porque gente en el trabajo se había contagiado, me fui a hisopar y di positivo".
Sin embargo, no hay visiones unívocas al respecto. Liliana Bezrodnik es médica inmunóloga, presidenta de la Sociedad Latinoamericana de Inmunodeficiencias, directora del CIC (Centro de Inmunología Clínica), ex jefa del grupo de Inmunología del Hospital Gutiérrez y ex investigadora del Conicet.
La experta plantea: "De acuerdo con lo que vivimos en los centros de salud y lo que encontramos en la literatura científica, la reinfección no sigue un patrón de edad, ni se relaciona con las comorbilidades, por lo menos hasta la llegada de la variante Delta. Sí influye la carga viral: hay mayor incidencia de segundos contagios en el ámbito asistencial por este preciso motivo".
En otras palabras, a partir de su experiencia e intercambios con colegas -recientemente estuvo presente en una reunión de la Sociedad Argentina de Inmunología-, deduce que no hay esquemas determinados. Los pacientes con inmunodeficiencias no tendrían mayor predisposición que los inmunocompetentes (o sanos).
"Por ahora, de los pacientes reinfectados que he atendido, uno tuvo un cuadro gravísimo la primera vez y luego experimentó un cuadro leve. Otras personas repitieron cuadros iguales, sin mucha sintomatología", señala. Tampoco allí encuentra patrones: todavía no estaría descrito por qué la gente se reinfecta.
Sí concuerda con que, a pesar de que no haya estadísticas estatales, la situación de reinfección es sumamente infrecuente. "Hay que ver qué pasa con las nuevas variantes y la vacunación. Lo que podemos decir es que, con el diario de hoy y las variantes existentes, en Argentina estos son eventos raros. Lo mismo pasa en el resto mundo". "El riesgo general de reinfección con tales variantes es incierto", acota Wappner.
La doctora Bezrodnik detalla que los individuos sanos que atravesaron cuadros de coronavirus generan anticuerpos, los cuales varían según la edad, la carga viral y si hubo o no síntomas. En general -continúa-, las personas asintomáticas suelen producir pocos anticuerpos, por lo que se sospecha que podrían tener mayor predisposición a reinfectarse.
Igualmente, de mayor o menor manera, todos tienden a generar una respuesta celular y crear anticuerpos neutralizantes que los protegen (incluso aquellos con problemas inmunológicos). Por último, al igual que Wappner, recuerda que, como demostraron estudios nacionales, la combinación de una infección previa más una o dos dosis de vacunas brindan una alta protección contra el coronavirus.
Por esto, la médica subraya la importancia de la vacunación para toda la población (más allá de si atravesó o no el virus). "Tengo pacientes con inmunodeficiencias gravísimas que, por estar vacunados, hicieron cuadros leves. También vi otros, que no estaban vacunados y terminaron internados, graves. Las vacunas funcionan", concluye.|