Un viernes 26 de abril de 1991, el 10 era detenido en el marco de un operativo antidrogas: los efectivos de la Policía Federal que ingresaron al edificio del barrio porteño de Caballito a las 15:00 encontraron al campeón del mundo con dos amigos correntinos y 115 gramos de cocaína.
"Tenía 24 años cuando consumí drogas por primera vez. En Barcelona. Ha sido el error más grande de mi vida", declaró en una entrevista con la televisión italiana el astro del fútbol.
Su llegada a Nápoles lo impulsó a su más alto nivel, pero también lo hundió en la adicción. Al momento de la detención, que conmocionó al mundo, Maradona cumplía una suspensión justamente por haber dado positivo de cocaína en un control de dopaje realizado el 17 de marzo tras el triunfo por 1 a 0 sobre el Bari: por esa razón se encontraba en la Argentina.
El sencillo edificio de Franklin 896 se llenó rápidamente de policías, periodistas, vecinos, curiosos y fanáticos del Diego en aquella jornada. En esos momentos, el país no paraba de hablar del Yomagate, el escándalo desatado luego de que se conociera el vínculo de Amira Yoma, cuñada del entonces presidente Carlos Menem, con una organización que lavaba dinero del narcotráfico internacional en la Argentina. Siempre estuvo la versión de que la detención del 10 fue el elemento distractorio para correr de la agenda pública la situación judicial que rozaba al riojano.
Los uniformados de la Policía Federal sacaron Maradona, con el rostro desencajado, y lo dejaron varios minutos en la puerta del edificio, casi como si fuera una exhibición del ídolo en su peor momento: un año atrás había conmovido al país con sus lágrimas tras la derrota con Alemania por 1 a 0 en la final del Mundial de Italia 90 y ahora, en ese ahora de hace 30 años, era detenido en un modesto dos ambientes bajo los efectos de la cocaína.
El operativo policial había sido ordenado por la jueza Amelia Berraz de Vidal, que también instruía el sumario penal en la causa del Yomagate. Se la señalaba como afín al menemismo: en marzo de 1993, la magistrada obtuvo el acuerdo del Senado para integrar la Cámara de Casación, luego de algunos meses de creación del tribunal.
Primero fue trasladado hasta una dependencia policial de Caseros al 900, donde unas 200 personas se acercaron para alentarlo; y luego, cerca de las 2:00 del sábado 27, fue alojado en la Superintendencia de Drogas Peligrosas, en Ingeniero Huergo y México. Ya con las luces de la mañana, Maradona fue llevado a los tribunales de Talcahuano 1337, donde vio cara a cara a Berraz de Vidal.
La noticia fue un mazazo para todo el país, pero especialmente para el mundo del fútbol. "Es un golpe tremendo. Desde que volvió de Italia no pude hablar con él, pero sí lo hice con su mujer (Claudia Villafañe). Ahora sólo resta esperar el desarrollo de los acontecimientos", declaró el entonces técnico de la Selección, Carlos Bilardo, mientras que el arquero Sergio Goycochea aseguró: "Es una situación difícil para Diego, pero él ya ha sabido sobreponerse, por su tenacidad, ante hechos muy delicados. Confío en que va a salir adelante. Los amigos de verdad no lo van a dejar solo". Por su parte, el histórico presidente de la AFA; Julio Humberto Grondona, afirmó que era "difícil encontrar palabras para casos como este". "Personalmente y en nombre de AFA, estoy a su disposición para ayudarlo a pasar el mal trance", agregó el mandamás de la entidad.
El mismísimo Menem se expresó sobre el tema: para los medios afirmó que el 10 era "un muchacho enfermo" que necesitaba "ayuda", pero días más tarde le quitó el rango de asesor y embajador deportivo de la Argentina que le había otorgado el 7 de junio de 1990, un día antes del debut en el Mundial de Italia 90.
La historia judicial da cuenta de que una fianza de 20 mil pesos hicieron que el Diego recuperara la libertad y más tarde la jueza Berraz de Vidal le impondría como penal la obligación de someterse a un tratamiento para abandonar la droga. Sin embargo, la única manera de la que pudo ponerle un freno a la adicción fue cuando la vida se le plantó de frente: en 2004, una serie de internaciones lo obligó a tomar consciencia de que así no podría seguir mucho tiempo más.
Mientras tanto la Argentina…
“Yomagate”, fue uno de los más importantes casos de corrupción que sacudieron al menemismo. Se descubrió una organización que lavaba dinero del narcotráfico internacional en la Argentina. Y una de sus integrantes -finalmente sobreseída- era nada menos que una pariente política del presidente de la Nación.
Carlos Menem era el presidente y su cuñada Amira Yoma, la secretaria de Audiencias de la Casa Rosada. Era ella quien tenía la llave para las reuniones personales con el mandatario. Era la hermana de Zulema Yoma, madre de dos hijos de quien fuera jefe de Estado entre 1989 y 1999. Y a Amira Yoma se la vinculó al esquema de lavado de dinero en la Argentina.
Mucho antes de la era de internet y de la globalización de las comunicaciones y las publicaciones, el caso llegó a Buenos Aires a través de un fax. Así se transmitió la primera información sobre el Caso Yoma desde Madrid a Buenos Aires.
José María Pasquini Durán era secretario de redacción de Página/12 y tenía un amigo en Madrid que dirigía la revista Cambio16. Se trataba del argentino Juan Carlos Algañaraz. Una tarde, en 1991, Algañaraz le envía por fax a Pasquini Durán el texto de una nota que se publicaría horas después en España: hacía referencia a que Amira Yoma, por entonces secretaria privada del presidente Carlos Menem, aparecía supuestamente involucrada en una banda que transportaba y lavaba dinero sucio del narcotráfico.
Junto a Yoma estaba su marido Ibrahim al Ibrahim y Mario Caserta, un puntero de Lanús que Menem colocó en un puesto menor de la administración pública. Esa nota fue reproducida en Página/12, Pasquini Durán me llamó -con su cálido vozarrón-, y me dijo: ¨Pibe, estás a cargo´. Así empezó la saga del Narcogate -para Página/12-, o Yomagate. Como gusten llamarlo”.
La primicia del caso la publicó Román Lejtman, quien en la actualidad es periodista de Infobae, y realizó una extensa cobertura que terminó en la concreción de un libro llamado Narcogate. Historia inédita de las relaciones del presidente y sus amigos con el lavado de dólares, que publicó la editorial Sudamericana en 1993.
”Amira Yoma fue acusada de integrar una banda internacional de lavado de dólares sucios del narcotráfico que operaba en Europa, África y América Latina. Junto a Yoma, que al momento de iniciarse la pesquisa era cuñada del presidente Carlos Menem y su secretaria privada, estaba su hermano Emir, su esposo Ibrahim al Ibrahim y el puntero peronista Mario Caserta. El contacto principal de Yoma –Amira y Emir-era Monzer Al Kassar, un traficante de armas que también hacia trabajos de inteligencia para España, Siria, Estados Unidos e Israel. A cargo de la investigación estuvo la jueza federal María Romilda Servini de Cubría”, resumió.
Servini de Cubría fue funcional al presidente Menem, al punto que cuando viajó a Madrid para conocer mejor el caso –que allí llevaba Baltasar Garzón-, se alojó en un departamento que tenía Jorge Antonio, un operador peronista que era amigo de Menem, de Juan Domingo Perón –de hecho los presentó en Guardia de Hierro en los 70- y que en su tiempo ocultó al asesino nazi Rudolf Eichmann. La familia Yoma nunca fue condenada, Menem nunca fue procesado, Al Kassar jamás fue imputado por este caso, y el único que pagó fue Caserta, que estuvo años detenido y cambió la política por la religión evangelista”.
La causa comenzó el 7 de marzo de 1991. Un día antes se había publicado en Página/12 la información que provenía de España. Mario Caserta, vicepresidente del Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires y presidente del Consejo Federal de Agua Potable y Saneamiento, se presentó en la División Defraudaciones y Estafas de la Policía Federal y realizó la denuncia por lo que había publicado Página/12. Con ello se garantizaban un proceso en Argentina que evitaría una posible extradición a los países donde se extendiera la investigación.
María Servini fue apartada y el expediente pasó al juzgado que tenía a cargo Amelia Berraz de Vidal quien en julio de 1992 le dictó la prisión preventiva a Amira Yoma y le concede la excarcelación previo pago de una fianza.
El menemismo había cambiado jueces de la Cámara en aquel verano porque estaban por confirmar la prisión preventiva de Yoma. Luego de algunos trámites judiciales más Amira (en realidad Amalia Beatriz) Yoma fue sobreseída definitivamente.
Se determinó en la causa que los integrantes de la banda habían hecho inversiones en Argentina y también llevaron buena parte de los millones de dólares lavados al Uruguay previo ingreso al país por el aeropuerto de Ezeiza. En la Argentina habían armado empresas y comprado inmuebles y autos.
En 1992 comenzó lo que se denomina en los expedientes el “incidente de administración de bienes” para mantener bajo control judicial los bienes secuestrados a la espera de una condena para luego ser subastados. Cuando se van a cumplir 30 años del inicio de aquel escandaloso caso de corrupción del menemismo, los bienes incautados en ese recordado y lejano proceso, aún siguen sin ser rematados.|