El delfín de Rafael Correa, Andrés Arauz, y el exbanquero, Guillermo Lasso se enfrentarán en un incierto balotaje presidencial el próximo domingo y los dos tienen el mismo desafío: superar sus bases electorales más duras y atraer a los votantes del heterogéneo movimiento indígena, que personifica Yaku Pérez en el partido Pachakutik, y a los electores jóvenes del empresario Xavier Hervas.
"Los partidos políticos han cedido otro rol, el de ser intermediarios entre las apetencias de los electores y el régimen en turno, y eso es falta grave. No están conectados con las necesidades de su potencial electorado", sentenció una nota editorial del diario El Expreso, a comienzos de marzo pasado.
En algo tiene razón, los resultados de la primera vuelta de las elecciones de febrero expusieron el hartazgo de una parte importante del electorado de la polarización correísmo-anticorreísmo y presentaron el nuevo nicho de seguidores de Hervas -quien ganó popularidad tras convertirse en sensación de la red social TikTok- por el partido Izquierda Democrática (ID).
En esa línea, el profesor del Departamento de Estudios Políticos de Flacso Ecuador, Franklin Ramírez, explicó que "la figura de Hervas, que hizo una campaña sui generis, por redes sociales, con micropolíticas y mucha interacción en pequeños espacios, favoreció a que el eje correísmo-anti correísmo de la última década se desinflara, aunque el 53% de la gente sigue en esa polaridad".
Tradicionalmente, el pulso político de Ecuador se midió en las regiones de la Costa -donde siempre ganaron partidos conservadores- y la Sierra -volcado a las centro-izquierdas-, mientras que la Amazonía, que apenas reúne un 4% de los votos nacionales, se mantuvo orgánica al movimiento indígena.
La distribución de los votos cambió con el correísmo, cuando logró convertirse en fuerza nacional, y a partir del actual Gobierno de Lenín Moreno -un delfín de Correa que dio un giro y se alió con la derecha liberal al llegar al poder- empezó a fortalecerse en la Costa y se debilitó en la Sierra.
La primera vuelta de febrero pasado dejó al descubierto que la presencia de Pérez, tercero por escasa diferencia, y Hervas, cuatro puntos porcentuales abajo, contribuyeron a restarle peso a Arauz en la Sierra y, sobre todo, en la segunda provincia más poblada del país, Pichincha, donde el correísmo, Lasso, Hervas y Pérez obtuvieron 22,53%, 25,86%, 23,25%, y 16,71% respectivamente.
La votación de Hervas en disputa
Para Manuel Macías Balda, investigador de la Universidad de Guayaquil y fundador del Observatorio de Políticas Públicas de la ciudad, si el perfil de los votantes se analizara por características sociodemográficas se podría describir como "primordialmente joven, urbano, de clase media y con estudios".
Según la aproximación publicada en el medio digital GK, Balda consideró que este grupo se moviliza por "asuntos vinculados a la autorrealización, identidades y necesidades sociales y ambientales, pero también por otros más tradicionales como el respeto a las instituciones, separación de poderes, libertades civiles y económicas".
Hervas dijo que no apoyaría ni a Arauz ni a Lasso en el balotaje, aunque su discurso es cercano a Lasso, quien ya abrió una cuenta en esa red social e incorporó a su equipo al exjefe de campaña del empresario que finalizó cuarto en la primera vuelta, Juan Mateo Zúñiga.
"Hasta el momento hay más estrategia en la campaña de Lasso que en la de Arauz, donde no se ve una movilización política como en primera vuelta y la consigna 'Arauz es Correa' ya es insuficiente en la Sierra, y sobre todo en Quito, donde se requiere otro mensaje. Sí se ve que Arauz se está desprendiendo de Correa", afirmó Ramírez.
Sin embargo, Hervas carece de estructura organizativa para orientar a sus votantes. Pérez, en tanto, tiene capacidad para conducir el voto indígena, aunque la dirigencia del movimiento llega al balotaje abiertamente dividido y, además, contó en febrero con un voto urbano que no está articulado organizativamente.
Su apoyo pasado a Lasso le ganó críticas de la dirección de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y cuanto más se acerca el balotaje, más en carne viva queda esa división.
Para Ramírez, la histórica delimitación del voto conservador en la región costera y el más progresista de la Sierra es ahora imprecisa, y la situación amerita un análisis que articule configuraciones territoriales con demandas diversas, tejido productivo y laboral distinto.
"Hervas, Pérez y Arauz comparten que su votación proviene de territorios donde la orientación productiva es de mediana y baja competitividad, que tiene que ver con la construcción, la agricultura y la educación pública, y sobre todo de clases bajas en Arauz y Pérez; en cambio Lasso tiene un perfil de votación en los territorios con más servicios modernos y productivos", graficó Ramírez.
No obstante, consideró que "son diferencias más pequeñas a nivel de cada territorio lo que va marcando determinadas pautas en el electorado. La clave es acercarse de modo más específico a los territorios".
Hasta ahora, hubo algunos tímidos movimientos: Arauz se acercó a la Conaie y sectores más progresistas del movimiento indígena y comenzó a actuar con mayor autonomía y marcar algunos puntos de agenda política diferenciada, mientras que Lasso anunció que incluirá las demandas de otros partidos en su plan de gobierno y enfatizó en el control de la industria minera y la potabilización del agua, dos prioridades de Pérez.
"Lasso se dio cuenta de que el discurso anticorreísta fanático tiene un límite y se acerca a los problemas más reales de la gente. Pero la ventaja para Arauz es que el discurso antineoliberal, contra el ajuste y el FMI, y la proximidad de Lasso con Moreno, no perdieron centralidad, pese a no atrapar votos nulos e indiferentes de los anticorreístas del movimiento indígena", expresó Ramírez.|