Siendo el centro de la pandemia en Latinoamérica y uno de los países más afectados del mundo por el avance del Sars-Cov-2, Brasil es uno de los últimos de la región en iniciar la campaña de inmunización.
La sobreexageración del presidente Jair Bolsonaro respecto de la politización de las vacunas generó el retraso en la aplicación de las primeras dosis, que comenzó el pasado 17 de enero luego de que el gobierno decidiera adelantar la campaña. Pero el corrimiento de la fecha nada tuvo que ver con el aumento de los contagios y las muertes, que en el gigante sudamericano superan los 9 millones y 224 mil, respectivamente, sino con una disputa ideológica.
Campaña política
A mediados de enero, a pesar de su escepticismo en cuanto a la eficacia de la “vacuna china”, como la llama Bolsonaro, el gobierno apresuró el inicio de la campaña y repartió 6 millones de dosis de CoronaVac, producida en Brasil por el Instituto Butantan. En este sentido, surtió efecto la presión de los gobernadores y lo que se asumió como una dura derrota política de Bolsonaro a manos del gobernador de San Pablo, João Doria, que comenzó a vacunar un día antes inclusive que el gobierno federal.
Es que la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria aprobó el uso en carácter de emergencia de la CoronaVac y de la Covishield, del laboratorio anglo-sueco AstraZeneca y la universidad británica de Oxford, que será producida en Río de Janeiro por la estatal Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz). En el mismo acto, rechazó la solicitud de autorización de emergencia de la vacuna rusa Sputnik V.
Inmediatamente después de la aprobación, el gobernador Doria, antiguo aliado de Bolsonaro y ahora su principal rival político, inició la inmunización para el personal de la salud en su región, la más golpeada por el Covid-19.
Considerada como una victoria política de Doria en su intención por presidir Brasil, tras la guerra cruzada con el ex militar, uno de los líderes mundiales más escépticos frente a la gravedad de la pandemia, el Ministerio de Salud terminó firmando un contrato por 100 millones de dosis de CoronaVac con el Instituto Butantan, la mitad de las cuales serán entregadas a partir de abril.
Geopolítica de la vacuna
Sin embargo, las disputas con los opositores no son el único problema que tiene Bolsonaro a la hora de encarar la vacunación contra un virus al que ni siquiera considera importante de combatir, ya que se produjeron cortocircuitos tanto en el frente internacional como en el armado interno del gobierno brasileño.
"50% de efectividad, ¿es eso realmente bueno?", preguntó Bolsonaro a sus partidarios en Brasilia sobre la CoronaVac. El director de Butantan, Dimas Covas, contrarrestó con hechos los dichos del presidente, durante el lanzamiento del medicamento. La tasa de eficiencia del 50,38% se aplica a un curso leve de la enfermedad, sin tratamiento médico. En el caso de un curso moderadamente severo, que requiere atención médica, la tasa de eficiencia se eleva al 78%.
Pero no solo las dudas sobre "la vacuna china", sino el descreimiento general del presidente sobre las agujas se ha extendido ahora a grandes sectores de la población brasileña. Por ejemplo, Bolsonaro, que ya padeció el coronavirus, había declarado repetidamente que él mismo definitivamente no se aplicaría la inyección.
Frente a este escenario, el 2021 empezó como un terreno de lucha para los diplomáticos del Palacio Itamaraty, que debieron lidiar con las duras burocracias de China e India para liberar las exportaciones de ingredientes activos para las vacunas desarrolladas por AstraZeneca y Sinovac Biotech, sin los cuales la campaña de inmunización corre el riesgo de paralizarse en el gigante latinoamericano.
El vicepresidente Hamilton Mourão atribuyó el impasse con los gigantes asiáticos a la “geopolítica de la vacuna”, ya que ambos países representan más de un tercio de la población mundial “y obviamente tienen sus intereses geopolíticos”, remarcó el segundo de Jair Bolsonaro.
Finalmente, India liberó la exportación el pasado 22 de enero y 2 millones de dosis de la vacuna de Oxford/AstraZeneca llegaron a un Brasil convulsionado políticamente por el manejo de la pandemia y al borde del colapso sanitario, con lo cual la decisión del gobierno de Narendra Modi fue un respiro para la agitada gestión de Bolsonaro.
No obstante, el fracaso de la operación de transporte de las dosis indias y la exagerada ideologización respecto del origen chino de la vacuna avivaron las críticas de asesores del presidente hacia la diplomacia.
Inyección ideológica
La demora en la operación de envío de un avión para recolectar vacunas en India y el riesgo de posponer la producción de inmunizadores en Brasil ante las restricciones impuestas por China para la exportación de insumos desencadenó un bombardeo de críticas al canciller Ernesto Araújo, quien fue apuntado incluso por bolsonaristas como corresponsable de lo que consideran una vergüenza diplomática para el país.
Desde diciembre que el gobierno intentaba anticipar un lote de 2 millones de dosis de la vacuna de Oxford/AstraZeneca, producida en un laboratorio indio. El objetivo era que las dosis se utilizaran para poner en marcha la campaña, para lo cual ya había preparada una ceremonia en el Planalto.
Para la misión se preparó un avión que efectivamente despegó hacia Oriente el 14 de enero, pero la empresa fue abortada cuando desde el gobierno de India dijeron no estar preparados aún para abastecer a otros países, por lo cual la aeronave nunca salió de la escala que había hecho en Recife.
Tanto el Instituto Butantan como el Fiocruz están en alerta por el embargo de insumos para drogas promovidos por el gobierno chino. Vinculado al gobierno de São Paulo, Butantan produce CoronaVac, mientras que Fiocruz será responsable de la fabricación de Oxford/AstraZeneca.
Aunque Bolsonaro confirmó el pasado 25 de enero que China liberó finalmente la exportación de 5.400 litros de insumos “que llegarán en los próximos días”, la posibilidad de un impasse que retrase la vacunación en Brasil, en particular el calendario de Fiocruz, se percibe como una nueva amenaza de retroceso para el gobierno.
Araújo también se convirtió en objeto de funcionarios gubernamentales que abogan por una menor carga ideológica en la conducción de la política exterior del país, según publicó el diario O Globo. Se quejan de que los constantes enfrentamientos con China han creado dificultades en el diálogo en un momento en que el país, desbordado sanitariamente, depende de la buena voluntad de Pekín.
Fue así que la continuidad del diálogo con las autoridades asiáticas viró hacia el poder Legislativo de Brasil. El presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, anunció que se reuniría con el embajador chino en Brasilia para intentar destrabar el envío de insumos para las vacunas CoronaVac y AstraZeneca aprobadas para la inmunización contra el Covid-19, al acusar al gobierno brasileño por haber dañado las relaciones entre ambos países por cuestiones ideológicas.
"El gobierno brasileño ha puesto una barrera en la relación con China, haciendo ataques al embajador. Ahora está probada la importancia del diálogo diplomático. Necesitamos saber lo que ocurre y por qué no llegan los insumos a Brasil porque sin los insumos no tendremos vacuna", dijo Maia. |